viernes, 18 de mayo de 2007

El miedo al progreso

Ayer vi en el telediario el próximo anuncio de concienciación que las autoridades tienen previsto utilizar para que los padres estén alerta sobre los peligros de la red. Qué majos estos políticos, cómo se preocupan de nosotros. Por lo visto no importa que los sueldos que cobran ingenieros y licenciados en este país sean de risa, o el problema de la vivienda, o la degradada vida política, inmersa en la demagogia y la desvergüenza. Lo que importa es el paternalismo barato, al que por otro lado ya estamos acostumbrados a asistir desde los tiempos de Franco hasta nuestros días, sobre todo cuando vemos el telediario de TVE. Nada ha cambiado, simplemente ahora el NO-DO es en color.

El anuncio coincidía con la celebración del día de Internet. Y yo me pregunto, ¿se le da la misma importancia y la misma publicidad a las ventajas que la red nos aporta que a los inconvenientes que nos ha traído? Quienes lanzan esas campañas de "concienciación", ¿son ellos mismos conscientes del tema que tratan? Ni por asomo. Prueba de ello es que uno de los principales problemas (por no decir el principal) de la red, ni siquiera aparecía representado en esta propaganda. Me refiero a los virus y demás entidades (troyanos, etc.) que atacan nuestros datos, nos espían, envían información privada a Dios sabe quién, y obligan a empresas y particulares a dedicar recursos para protegerse. Pero claro, hablar de ese tipo de cosas no interesa, en primer lugar porque no vende (ganas más audiencia hablando de la pederastia, aunque sea un hecho marginal), y en segundo lugar por hay empresas y gobiernos interesados en realizar ese mismo espionaje, esa misma vigilancia, y no les interesa que se sepa mucho del tema. Pederastas, muy pocos nos habremos encontrado en nuestra vida cada uno de nosotros, mientras que el spam y los virus los sufrimos a diario (que levante la mano quien no haya tenido que formatear nunca su disco duro por culpa de eso, o quien no reciba cada mes docenas de correos inservibles que sólo le hacen perder el tiempo), todo lo cual causa enormes problemas, como ocurrió hace poco en un hospital. Pero da igual, ¿a quién le importan nuestros problemas reales?

Siendo realistas, los peligros de la red que nos mostraba el anuncio (lo típico: que los niños se vicien con juegos violentos o que descubran temas y personas relacionados con el sexo) son a menudo marginales (¿cuántos pederastas hay realmente por ahí y qué incidencia tienen en nuestras vidas?) o exagerados (por dios, que no es tan grave que un chaval vea unas cuantas mujeres en pelotas aunque sea menor, dejémonos ya de tanta mojigatería). Lo de la violencia entra en el mismo saco que los videojuegos: Tanto clamar contra ellos, y está comprobadísimo que hay mil factores de nuestra vida diaria que influyen mucho más en hacer nuestro carácter más violento. En definitiva: paternalismo barato, y punto.

Por el contrario, ¿quién habla de los enormes beneficios culturales que suponen proyectos como la Wikipedia? ¿Quién valora las amistades y la integración social que permiten las redes personales (tipo Myspace), los foros y los blogs? ¿Quién piensa en el provecho de las redes P2P, tan injustamente atacadas, cuando en realidad nos permiten obtener mucha información muy útil a un coste muy pequeño? A nadie le importa. A la gente le da igual la cultura, el desarrollo social de la persona, el avance tecnológico de la sociedad... Para ellos todo eso se derrumba cuando un chavalillo de 12 años se descarga, pongamos por caso, la última película de Private. Pues sinceramente, por mí que se descargue muchas más si a cambio sabe aprovechar las ventajas de la red. Y preferiré mil veces vivir entre gente que se ha educado como él, que entre los que han sucumbido al paternalismo y la mojigatería imperantes.

miércoles, 2 de mayo de 2007

La ley de la censura invertida

Uno de los efectos que más me ha gustado siempre de la difusión de la información y que creo que más contribuye a la libertad de la sociedad es el de la ley censura invertida, que nadie ha formulado nunca, que yo sepa, pero es bien conocida por todos:
Supongamos que se publica una información, y alguien pretende censurarla. Desde el momento en que la sociedad sea consciente de ese intento de censura, se producirá un intento de acceder a esa información y de difundirla que será proporcional a la fuerza con la que se intenta censurar.

Un corolario de esta ley es que no hay nada más útil para difundir una información que intentar censurarla. Esto lo saben bien los directores de cine que intentan que se hable de su película a base de mostrar algún desnudo de alguna actriz o incluir escenas más o menos calientes que se sepa que van a estar en el filo de lo censurable en su país.

Un ejemplo maravilloso de esta ley es el del código de descifrado de los HD-DVD, que cierto hacker ha conseguido obtener hace poco. El código se publicó en medios como Digg, lo censuraron, se volvió a publicar, y la lucha ha desembocado en una locura por difundirlo, hasta el punto que se han registrado dominios cuyo nombre es el propio código, o se ha difundido mediante textos que no lo nombran explícitamente pero que permiten obtenerlo, como una canción en la que la letra es el número mismo, o secuencias de preguntas cuyas respuestas son cada uno de los pares hexadecimales del número. Las entradas en webs como digg o meneame que hacen difusión del ya famoso código son innumerables. A estas alturas yo creo que los que intentaban censurar esta información ya deben haber aceptado la cruda realidad: no pueden enfrentarse a la sociedad de la información, da igual los medios, las influencias o el dinero que tengan. Sencillamente, la gente, cuando quiere, es más poderosa que cualquier organización.