viernes, 26 de octubre de 2007

Seguimos para Bingo

Lo están bordando. Por si no fuera suficiente el hecho mismo de interrumpir el servicio de trenes desde el Sur de Barcelona durante un par de semanas (o más, porque no se sabe aún exactamente cuándo podrán reiniciarlo), el otro día van y ponen un carril especial para los autobuses de Adif entre Gavá y Barcelona. Resultado: un colapso acojonante en la autovía de Castelldefels. Suerte tuve yo de ir por el carril adicional habilitado en el sentido contrario, porque si no no sé cuándo hubiera llegado. Sé de una señora de Vilanova que tardó tres horas en llegar desde esta localidad a la Plaza de las Glorias en Barcelona. La gente incuso perdió la paciencia e invadió el carril para los autobuses, ante la pasividad de los mosssos, lógicamente (sólo faltaba que encima pusieran multas ante esta situación, la que se hubiera liado hubiera sido gorda).

Menos mal que por fin llegó el fin de semana y algunos descansaremos un poco de esta movida, porque el cabreo ya estaba llegando muy alto. Y la semana que viene seguirá subiendo.

Por si fuera poco, hoy mismo ha habido otro hundimiento que incluso ha destruído una parte del andén de la estación de Bellvitge, cerrada al público estos días. Acojonante, hasta el punto de que Adif ha suspendido temporalmente la adjudicación de la obra del polémico túnel bajo Barcelona. No han dicho las razones, pero evidentemente se trata de evitar la polémica, sobre todo si finalmente la escogida fuese OHL.

Mientras, los políticos y empresarios implicados callan excepto para lanzarse o sacudirse (según el caso) las culpas. Razones e información, ninguna. ¿Pa qué? ¿Pa cagarla?

Imagen: http://www.lavanguardia.es

jueves, 25 de octubre de 2007

Cuánto nos importa la libertad

Desde el siempre interesante blog de Enrique Dans, me llega una noticia de esas que te hacen perder (más aún) la fe en las instituciones y las personas, a menudo acobardadas ante las amenazas de unos cuantos mafiosos y personas sin escrúpulos. Os recomiendo que echéis un vistazo a los enlaces y veáis de que va el tema porque tiene guasa. Toda una universidad escurriendo el bulto ante lo que claramente es una amenaza mafiosa contra uno de sus miembros. Vale que un particular, cuyas capacidades son limitadas, pueda a veces verse superado por el desafío de un proceso legal, pero ¿la Universitat de les Illes Balears no es capaz de tener la decencia de plantar cara en un caso como este? Me parece muy triste que lo que deberían ser los focos de la cultura y la libertad del conocimiento, se conviertan en meras organizaciones formativas sin ningún vínculo con los principios que motivan su existencia.

Imagen: http://peru.indymedia.org

martes, 23 de octubre de 2007

Túneles que se hunden

Tengo la desgracia de ser uno de los usuarios afectados por el corte de servicio ferroviario en la entrada a Barcelona desde Bellvitge. Ayer, por ejemplo, llegué casi una hora tarde al trabajo, y hoy he llegado justo a tiempo gracias a haber salido dos horas antes en coche desde mi casa en Vilanova i la Geltrú. Aunque las diferentes administraciones han puesto toda la carne sobre el asador, trayendo autocares de toda España y dedicando un montón de personal de Renfe y de la policía para controlar la situación, lo cierto es que los retrasos y molestias son inevitables. Menos mal, por otro lado, que la gente ha tenido bastante paciencia y ha aguantado estoicamente el via crucis que supone ahora mismo moverse entre Barcelona y las poblaciones de la Costa Dorada. Ayer mismo, por ejemplo, cuando montamos en el autocar que debía trasladarnos desde Gavá a Barcelona, todos los usuarios nos quedamos de piedra cuando nada más arrancar el conductor dijo por el altavoz: "Bueno, señoras y señores, vamos a hacer lo que podamos. Si alguno conoce bien el trayecto hasta Plaza España, le agradecería su ayuda". Comprensible por otro lado su ignorancia, puesto que muchos conductores han tenido que venir a toda prisa desde otros lugares del país, sin conocer el trayecto que debían recorrer.

Ante esta triste situación, que según parece se prolongará unos diez días más (los usuarios de FGC aún lo tienen peor, pues pueden tardar dos meses en poder volver a subir al ferrocarril), llama la atención la falta de explicaciones de los responsables políticos. Sí, ahora ya empiezan a abrir la boca algunos, pero es lo mismo de siempre: el partido que administra (en este caso el PSOE) sólo habla de que lo prioritario es la seguridad de los usuarios (hombre, faltaría más) y comentan las medidas que se van a adoptar para paliar los efectos de este inconveniente, pero sin hablar de causas o de la prevención. Mientras, los de los demás partidos piden dimisiones y punto. Es lo fácil.

Hombre, a mí que dimita la ministra me parecería consecuente, pero no me tranquilizaría. A fin de cuentas, ¿qué garantías tengo de que el siguiente lo haga mucho mejor? Y es que aquí caben dos posibilidades:

A. Que lo que ha ocurrido sea una desgracia imprevisible.
B. Que hubiera podido preverse de haber llevado bien el proyecto.

Si estamos en el caso B, está claro que tiene que haber dimisiones, pero también (y sobre todo) explicaciones de por qué se han hecho las cosas de una determinada manera. Esto último es lo que yo echo más en falta. Pero si ocurriese que la opción cierta fuese la A, entonces quizás no tendría que dimitir nadie (son desgracias que pasan), pero sí que deberíamos recibir explicaciones de los proyectos que hay previstos. Me refiero, claro está, al famoso túnel que pasará (si nadie lo impide) justo por debajo de la Sagrada familia. Hace pocos días ya publiqué un artículo sobre ello, y mira por dónde, ahora viene más a cuento que nunca reiterar lo que dije entonces: que necesitamos explicaciones, justificaciones, argumentos, no que nos vengan con la política de Juan Palomo. Porque si ahora resulta que por estas obras se ha hundido un túnel, ¿por qué no podría pasar lo mismo debajo del templo? Si un túnel puede hundirse, el otro también podría. Ya sabemos que previsiblemente no tiene que pasar, pero ¿acaso previsiblemente teníamos que estar sufriendo los inconvenientes de estos días? Y en definitiva: ¿Es realmente imprescindible que el símbolo más internacional e identificativo de la ciudad pueda sufrir el más mínimo daño por no querer hacer pasar el túnel por cualquier otra parte? Porque como le pase algo, se va a liar más gorda que ahora, y no lo va a arreglar nadie trayendo más autobuses.

Pero bueno, ya sabemos cómo acabará todo esto: los usuarios nos joderemos unos días más, a la ministra la obligarán a dimitir (ya que la presión política tiene que acabar liberándose por alguna parte, y ella es la válvula más débil), se nombrará otro ministro, y nosotros nos quedaremos sin saber por qué se hicieron o por qué se harán las cosas. Y p'alante.

Imagen: intercentres.cult.gva.es

sábado, 20 de octubre de 2007

El círculo de la moral

Entre todas las obras de la cultura grecolatina, que tan importante es para mí, un pequeño fragmente que siempre me ha resultado genial es la introducción que hace Cornelio Neponte a sus biografías de varones ilustres. En ella dice lo siguiente:
No dudo, Ático, que habrá muchos que consideren sin importancia y poco digno del papel representado por varones excelsos este género literario, sobre todo cuando lean que cuento quién enseñó música a Epaminondas y cuando vean que, entre sus cualidades, aludo a su habilidad para la danza y a lo bien que tocaba la flauta.

Sin embargo, éstos serán por lo común personas que, ignorando los escritos de los griegos, pensarán que nada es bueno si no se aviene a sus propias costumbres.

Si consiguiesen aprender que no todos tienen la misma idea de lo que es honesto y vergonzoso, y que todo juicio en este sentido se basa en el uso y costumbre de los antepasados, no se extrañarían de que, a la hora de relatar los grandes hechos de los griegos, me decida a seguir sus propias costumbres.

En efecto, no supuso desdoro alguno para Cimón, ciudadano ateniense tan ilustre, el hecho de haber tomado como esposa a su propia hermana, nacida del mismo padre, pues sus conciudadanos hacían otro tanto por tratarse de una institución pública. Sin embargo, entre nosotros esto se considera abominable. Así también en Creta es motivo de honra y honor entre los adolescentes el haber tenido cuantos más amantes mejor. No hubo en Lacedemonia mujer tan noble como para que, tras enviudar, no aceptase ir a una cena, movida por una recompensa. Casi en toda Grecia fue causa de gran honor el haberse proclamado vencedor en una Olimpíada, y del mismo modo para nadie fue motivo de vergüenza el haber sido actor de teatro y el haberse exhibido públicamente como espectáculo ante el pueblo; y sin embargo todo esto entre nosotros se considera infamante, humillante y muy lejos del concepto de honorabilidad.

Por el contrario, otras muchas cosas que, a nuestro juicio y según nuestras costumbres, son dignas, entre ellos en cambio se reputan como vergonzosas. ¿Qué romano siente vergüenza de llevar a su esposa a un banquete?; o, ¿acaso la dueña de la casa no habita en el lugar más visible de la misma y se deja ver públicamente? Muy distinto es lo que acaece en Grecia, donde a la mujer no se le admite en un banquete salvo que se celebre entre parientes, y no permanece sino en la parte más íntima de la casa, llamada "gineceo", en el que nadie puede penetrar excepto los parientes consanguíneos más próximos.
Siempre que veo a mis contemporáneos echarse las manos a la cabeza por tal o cual tema relacionado con las costumbres, me acuerdo de este texto, mientras me pregunto quién muestra una mente más exenta de prejuicios, si nosotros, los modernos que presumimos de vivir en una época avanzada y liberada de las antiguas supersticiones, o bien este hombre que vivió en el siglo I a.C. Y también me pregunto si la moral no va dando vueltas, en un extraño círculo en el que se alternan los prejuicios, de manera que la moral no evoluciona, sino que va dando vueltas. Es como si existiera un conjunto de prejuicios posibles, y cada época escogiera un subconjunto de ellos para escandalizarse. Cuando pasa el tiempo, la siguiente época desdeña unos cuantos, a los que ya considera "normales", y vuelve a adoptar algunos que antes no lo eran, de manera que la capacidad de escándalo permanece más o menos constante.

Eso no quita que hay sociedades algo más puritanas y otras algo más relajadas. A las décadas de los 70 y 80 les tocó ser relajadas. A la década actual, tan políticamente correcta, con su clara tendencia a escandalizarse por todo, le toca estar en la fase puritana. Es paradójico (puesto que hoy en día se presume de respetar todas las opciones morales), pero cierto. Pertenecemos a las épocas en las que la sociedad se asusta de ciertas cosas, que durante siglos se han llevado a cabo sin que haya pasado nada. No podríamos ni hablar como habla Cornelio Neponte sin que una turba de impertinentes que no entienden nada nos acusaran de justificar el machismo o la pederastia. La obsesión moral de nuestra época es tan aguda que ya no se puede ni insultar, como señalaba Pérez-Reverte hace tiempo en un acertado artículo. Ya ni se puede llamar a alguien "hijo de puta" porque las señoras que ejercen este oficio pueden sentirse ofendidas. Vergüenza produce saber que antes del nacimiento de Cristo se podía realizar un discurso más libre que ahora, en el tercer milenio. Lo mismo ocurría en temas políticos: Vemos a Sócrates, Platón o Aristóteles cuestionarse las formas de gobierno y resaltar los defectos y virtudes de cada una, de una manera abierta y filosófica, mientras que hoy en día... pobrecito del que pretenda cuestionar, no ya la democracia en general, sino el establishment actual.

A veces envidio a ese Sócrates que caminaba tranquilamente por las calles de Atenas, conversando con sus discípulos.

Imagen: www.eltabacoapesta.com

jueves, 11 de octubre de 2007

El país en el que es delito preguntar

No, no estoy hablando de Irán, o de China, o de Birmania, o de Cuba. Estos días estamos comprobando que en este país está prohibido algo que creíamos que sólo se prohibía en los países sometidos a gobiernos represivos: preguntar (y por tanto opinar, puesto que la única razón para prohibir una pregunta es la de querer silenciar la opinión).

Todos hemos podido comprobar cómo los políticos de Madrid han puesto el grito en el cielo por la iniciativa de Ibarretxe de convocar una consulta popular, diciendo que es ilegal, que no debe permitirse, etc. Es importante notar que, por lo que he escuchado, Ibarretxe querría que fuera un referéndum vinculante, pero que en caso de que no pueda ser (porque desde el Gobierno no le autoricen), está dispuesto a llevarla a cabo como simple consulta. Bien, es este segundo caso, no habría ningún problema. Si las empresas que hacen estadísticas sondean continuamente la opinión de los ciudadanos, qué menos que permitir a los políticos conocer la opinión pública de cara a un gobierno más ajustado a la voluntad popular. Vamos, creo que no tiene nada de raro.

Pero en Madrid no piensan lo mismo, y lo condenan sin distinción, sea referéndum, consulta o lo que sea. Y no es que se limiten a discrepar o que discutan con razones la posibilidad de consultar al pueblo; no, no, simplemente lo condenan y ponen el grito en el cielo, sin más. El otro día incluso apareció Zaplana diciendo que era el desafío más grande a nuestra democracia después del 23-F. Vale, ya sabemos que Zaplana es como es y que no hay que tomarse muy en serio sus zaplanadas, pero es que desde el gobierno se están diciendo cosas no muy alejadas de esto. Sinceramente, me parece desproporcionado. Me parece incluso vergonzoso que aparezcan todos ellos (ellos, que tienen siempre en la boca la palabra democracia) llevándose las manos a la cabeza, clamando que es ilegal, invocando los espíritus constitucionales y diciendo cosas como que "al gobierno no le va a temblar la mano para impedirlo". Por lo visto les ha molestado que el lehendakari quiera preguntarle algo a la gente. Pues a mí, en cambio, me molesta más que ellos quieran impedirlo.

No es que me oponga porque me caiga bien Ibarrexte o porque comparta sus ideas nacionalistas. Para nada. Personalmente, los nacionalistas siempre me han tocado los cojones. Todos. Los nacionalistas catalanes (a estos los tengo que sufrir porque soy catalán y vivo en Cataluña), los nacionalistas españoles (que aunque no se autodenominen así porque les jode la etiqueta "nacionalista", lo son), los nacionalistas vascos (a estos no los sufro directamente, pero me agobian desde los telediarios y los periódicos) y los de la república independiente de Swazilandia (que no existe, pero si existiera, también los mandaría a tomar por culo). Me tocan los cojones todos ellos, con sus dichosas banderitas, me da igual que sea la "estelada", la ikurriña, la rojigualda con la gallina o una banderita multicolor hecha con retales de la ropa vieja del armario. Me molestan por la manía que tienen de hablar en plural, incluyéndonos a los demás en sus guerras particulares, cuando lo cierto es que a la gran mayoría de los ciudadanos nos la pelan sus gilipolleces, por haberse convertido en el centro de la política de este país cuando hay centenares de cosas más interesantes e importantes a las que dedicar nuestros esfuerzos. Me fastidian sus interminables demandas de "autodeterminación" y sus peticiones de independencia (o de integración, según sea el nacionalismo), me agobian con sus idealismos y su manera de vivir en el pasado. Sinceramente, me gustaría que se callasen ya, que no me metan a mí y a los ciudadanos que pasamos de su rollo en sus guerras estúpidas. Que piensen lo que quieran (cada cual puede tener su opinión), pero que no sean tan pesaditos, por favor.

Ahora bien, eso es una cosa. Y otra cosa muy diferente es que alguien (me da igual si es un lehendakari o el presidente de una comunidad de vecinos) decida hacer una consulta popular. Ah, ahí sí que tiene todo mi apoyo, o por lo menos todo mi consentimiento. Como muy bien dice Alber Vázquez, lo de que le pregunten a uno está de puta madre. ¿Cuál sea el contenido de la pregunta? Da igual: Habrá consultas más importantes y menos importantes, más oportunas y menos oportunas, pero por preguntar que no quede, oye. Eso no quita que si la consulta me parece superflua o inoportuna, también diré muy alto (como lo digo ahora) que me parece una meada fuera de tiesto, y que con lo tranquilitos que estábamos y en las circunstancias actuales, está fuera de lugar venir ahora a remover las aguas, sabiendo de sobra que con una consulta de esas se iba a liar gorda. Ahí creo que Ibarretxe la caga, como muy bien señala su compañero de partido y alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, o como ya ha apuntado el presidente del PNV Josu Jon Imaz recientemente. Imaz y Azkuna tienen toda la razón: Ibarretxe es inoportuno al lanzar esta propuesta.

Pero que Ibarretxe lance una propuesta inoportuna... mira, es algo que no me molesta excesivamente. Vale, Ibarretxe mea fuera de tiesto, pero bueno, qué queréis que os diga, será cosa de "los vascos y las vascas" (como parece que está de moda decir ahora) decidir si van a votar o no, y de sus compañeros de partido y de gobierno apoyarle o no para realizar esa consulta. En cambio, sí me molesta y mucho la respuesta que se ha dado desde Madrid. En contraste con el análisis sosegada y coherente de la situación hecho por Imaz y Azkuna, vemos al presidente Rodríguez, a la vicepresidenta del gobierno o nuestro eterno predicador socialista, Pepe Blanco, planteándolo como si fuera un "desafío al estado de derecho" (creo que palabras similares hemos oído estos días en boca de María Teresa Fernández), y hablan de "aplicar la ley", como si ahora la ley prohibiese preguntar al pueblo. Pues sinceramente, a mí lo que me parece un desafío al estado de derecho y sobre todo a la democracia es lo que dicen la señora Fernández, el señor Blanco y el señor Rodríguez (del PP ya ni hablo, evidentemente). ¿Por qué? Pues porque demonizar una simple consulta popular es una actitud francamente antidemocrática, se mire por donde se mire. La podremos criticar, podremos decir que es inoportuna, que no soluciona nada, etcétera, etcétera, y podremos tener mucha razón, pero demonizarla nunca, porque una consulta popular es la viva plasmación de la democracia, y sólo en los estados dictatoriales puede verse como una amenaza. ¿Nos imaginamos los comentarios de todo el mundo (incluídos estos dirigentes del PSOE) si la noticia de que se ha prohibido una consulta nos viniera de Cuba, de Irán o de China? Ya saltaríamos todos indignados clamando que en esos países no hay democracia, etc., etc. Pero qué difícil es, en cambio, ver la viga en ojo propio.

Yo no sé tanto de leyes como para saber si tienen razón los políticos de Madrid que afirman que la propuesta es ilegal (el otro día salió el presidente del Tribunal Supremo, creo, diciendo que clarísimamente lo era) o quienes dicen que de eso nada. No lo sé. Yo quiero pensar que no lo es, porque eso significaría que los partidos aún no han secuestrado completamente esta débil simulación de democracia en la que vivimos, y que todavía es posible que la gente diga lo que piensa sin necesidad de tener que contar con la aprobación de la endogámica oligarquía política. Ahora bien, si realmente lo fuera, entonces yo me declararía francamente contrario a la constitución de 1978, y por tanto también a los partidos que la usan como escudo para defender su curioso y particular concepto de la democracia. Lo siento, pero por ahí sí que no paso. Que se pretenda defender como democrática una ley de leyes que impide realizar una simple consulta no vinculante, me parece tan antidemocrático, que no podría ver en ella sino un último legado de la dictadura de Franco. ¿Tanto bombo con nuestra hiperalabada transición para esto? Pues no me vale. Es que vamos, ya sólo falta que quienes se oponen a la consulta de Ibarretxe repitan esa frase que a veces aún oímos decir a veces a algunos de nuestros mayores cuando ven algún desorden en la sociedad causado por el exceso de libertad: "Estas cosas con Franco no pasaban" (a los del PP poco les ha faltado para soltarlo).

Pero claro, ¿qué actitud demócrata podemos pedir a quienes hace poco desautorizaron a sus colegas de Navarra, negándoles una alianza en su parlamento después de haber estado siempre diciendo que respetarían lo que ellos dijeran? Tras haberles tomado el pelo a los propios miembros de su partido y a los electores que depositaron su papeleta por ellos, no vamos a pedirles que estén de acuerdo con Ibarretxe.

Pero para mí, la consulta misma, su contendio, o su resultado, son lo de menos. No me importa excesivamente la pregunta que vaya a hacer Ibarretxe (seguramente será una gilipollez retórica del estilo "¿Cree usted que los ciudadanos de este país deben poder decidir sobre su futuro?"), ni me preocupa mucho lo que le contesten los vascos y las vascas, ni nada de eso. Lo importante, desde mi punto de vista, es que si no se pudiera convocar porque desde Madrid la bloquearan, eso significaría que mañana mismo podrían bloquear cualquier otra consulta sobre otro tema que sí fuese importante y oportuno. Ese es el problema. Que los políticos demuestran continuamente tener miedo de la gente. Lo han demostrado muchas veces y ahora se les vuelve a notar. El miedo, no la ilegalidad, es lo que les mueve a bloquear las consultas.

Recordemos lo que ocurrió con uno de los poquísimos referéndums que se han celebrado en España, el de la constitución europea. Muchos países ni siquiera lo plantearon a los ciudadanos, ante el temor de que la rechazaran, pero otros no se atrevieron a negarle al pueblo el derecho a opinar en un tema tan importante... y así acabó: la gente demostró que no opinaba lo mismo que los políticos y se la tuvieron que comer con patatas. Por eso los políticos odian los referéndums, excepto cuando tienen muy claro que los van a ganar. Y precisamente por eso yo los exijo: porque son el último resquicio que nos queda para que podamos opinar sin pasar por la clase política.

Yo quiero tener una clase política realmente democrática, que no le tenga miedo a la gente, unos políticos que nos preguntasen más a menudo sobre ciertos temas, porque al final es la única manera de que las decisiones importantes se tomen como Dios manda y todo el mundo las acate. Nos podían haber preguntado qué nos parecía la asignatura de educación a la ciudadanía, o si preferíamos la de religión o ninguna de las dos... y no lo hicieron. Nos podían haber preguntado si queremos que el estado siga financiando a la iglesia o no... y no lo hicieron. Nos podrían haber consultado sobre la renovación del CGPJ (hecho gravísimo desde mi punto de vista y en el que una consulta popular no hubiera estado de más)... y no lo hicieron. Nos podían haber consultado si nos parecía bien legalizar los matrimonios de personas del mismo sexo, para que no quedase duda de si realmente era una demanda de la sociedad o no... y no lo hicieron. Nos podían haber preguntado tantas, y tantas cosas... y nunca lo han hecho, desde aquel famoso referéndum de la OTAN. Sólo en esa ocasión y cuando la dinámica de la UE les obligó a convocar el de la constitución europea, nos han preguntado. Que yo recuerde, ni una sola vez más. ¿Y se llevan ahora las manos a la cabeza porque por fin alguien pregunta algo? ¿Y encima con carácter no vinculante, como una simple consulta (una consulta, por el amor de Dios)? Permitidme que alucine. "Es que la pregunta caerá fuera del ámbito constitucional", dicen algunos. Me la pela. Es más: Mejor ejercicio democrático aún, el de ese pueblo que se atreve a replantearse, aunque sólo sea como hipótesis, las normas que él mismo se puso una generación atrás. A fin de cuentas, ¿por qué no? ¿Está prohibido pensar? ¿Está prohibido plantearse (o replantearse) cosas, preguntar, criticar, indagar?

No hace mucho se quería reformar la constitución sólo por la tontería de que si el príncipe iba a tener un hijo o una hija, y la gente tan pancha. De hecho, si la memoria no me falla, los políticos pensaban hacerla por su cuenta, sin referéndum ni nada, no vaya a ocurrir que la gente opine (hombre, por Dios, qué pretende usted, que la gente opine,... a dónde iremos a parar). ¿Y en cambio no se puede ni hacer una puta pregunta que no supone una obligación para nadie? "Es que es lo que marca la ley." Pues vaya mierda de ley, ya estamos tardando en cambiarla. Ah, no, que entonces la gente opina y eso no mola. Claro, ingenuo de mí...

Siempre he tenido la sensación de vivir en una democracia simulada, pero aún mantenía un pequeño resquicio de esperanza hasta hace unos años. Aznar me dio la primera señal de que no hay tal esperanza cuando nos metió en Irak por sus cojones sin que pudiéramos impedirlo de ningún modo, y estos últimos días esa sensación se ha agudizado. He empezado a notar que la oligarquía no está tan lejos de tenernos a todos atados y amordazados. Y eso sí que me preocupa, no Ibarretxe y sus tonterías nacionalistas. Ibarretxe sólo me aburre.

Imagen: http://www.mujeresenred.net

martes, 9 de octubre de 2007

Las oscuras razones

Siempre me ha parecido curiosa la escasez de razones que se produce cuando se pretende tomar una decisión desde ciertos círculos de poder. Aún recuerdo cuando, en la campaña sobre el referéndum de la fallida constitución europea, los partidos nos insistían un día sí y otro también en que había que votar que sí, que eso de la constitución estaba muy bien, nos beneficiaba un huevo y valía la pena adoptarla. Pero no nos la explicaban: nos la vendían, como se vende un detergente o una marca de colonia. Nadie hizo un resumen de los puntos más importantes, ni nos dijo qué tendríamos con ella que no tuviésemos ahora, nadie dijo: "vale la pena porque en el artículo tal, punto cual, pone tal cosa y eso nos vendrá bien". Nadie, que yo recuerde. ¿Que podríamos habernos leído el tocho nosotros mismos e intentar descifrarlo? Bueno, sí, pero una cosa no quita la otra. Parece como si hubiera una extraña tendencia a no explicar el porqué de las cosas, a venderlas, simplemente, sin decir por qué o por qué no. La propaganda prima sobre el debate abierto y racional. Y me parece grave, porque cuando a uno no le explican las razones, tiende a imaginarse las peores.

Hoy mismo aparece en las noticias que el arquitecto jefe de la Sagrada Familia afirma que el túnel del AVE que se está construyendo podría ser peligroso para el templo. No es una declaración nueva: en el mismo sentido han venido manifestándose diferentes arquitectos y también la población en general, que se opone al paso del AVE por el centro de Barcelona y piden que vaya por el litoral.

Mientras, la administración calla. Como quien espera a que el ruido mismo se vaya apagando, no dan explicaciones ni razones, simplemente siguen adelante porque "es lo que había previsto". Está bonito eso de hacer las cosas "por mis cojones" sin tener en cuenta la opinión de la gente ni de expertos en la materia. Ante situaciones como esta, ¿cómo no pensar mal? ¿Cómo no plantearse que seguramente existen, por ejemplo, oscuros tratos con empresas involucradas en la costrucción? ¿Tanto cuesta explicar las razones o intentar rebatir las que se dan en contra?

La Sagrada Familia es, más allá de las creencias religiosas de cada uno, el símbolo más importante y conocido de Barcelona, un templo único en el mundo cuya construcción ha llevado y llevará muchos años. Ponerlo en peligro por culpa de un túnel es algo que, por lo menos, merecería una explicación. En casos como este, callar y declararse culpable de incompetencia o manipulación, vienen a ser la misma cosa.

Imagen: http://www.aciprensa.com

sábado, 6 de octubre de 2007

El arte de la mamada

En respuesta a la petición de Sonia para que explique cómo se hace una buena mamada (lógicamente somos los hombres quienes debemos responder a esta intrigante pregunta, igual que ellas deberían explicar la de la lamida), voy a llevar a cabo tan demandado cometido.

Antes de empezar, una aclaración lingüística. En mi primer artículo sobre sexo, ya dejé muy claro que intentaría huir de la autocensura que nos rodea. Es jodido, porque la subnormal sociedad en la que vivimos nos ha trastocado tanto las neuronas en su empeño por volvernos gilipollas perdidos, que por mucho que lo intentes algún resto de mojigatería te queda, pero en general intentaré no usar palabras como "felación" o "pene", que me parecen totalmente eufemísticas, al menos fuera del ámbito científico. Aquí no estamos en la facultad, o sea que a partir de ahora será "mamada" y "polla" respectivamente. Molan más, y son más convincentes. Aún podemos aceptar términos alternativos como "verga" e incluso "miembro", para hacer más ameno el texto, pero nada de decir "sexo oral", por el amor de Dios; hablemos como las personas.

Bien, aclarado esto, vamos a por la explicación. Atentas, porque la cosa tiene su importancia.

En primer lugar, hay que hacer un comentario para las chicas miedosas. Sí, damas y caballeros, resulta que hay mujeres a las que les da un poco de miedo mamar porque creen que no lo van a hacer suficientemente bien, y que el hombre no va a quedar a gusto. A las jovencitas inexpertas, les envío un claro mensaje: A ver, niñas, para esto no hace falta estudiar física nuclear ni sacarse un MBA. Se trata sólo de chupar una polla, no es tan difícil, incluso cuando no se ha hecho nunca. ¿Que en algún momento la cagáis y le hacéis daño o no mantenéis el ritmo adecuado? Pues oye, nadie nace enseñado; id tanteando el tema, observad las reacciones de vuestro chico, y si tenéis dudas, preguntad. Normalmente la intuición y el sentido común son suficientes para saber qué hacer, pero si no lo fuesen, se pregunta y listo. Si él se mosquease por una tontería así es que es un mamón y le pueden ir dando mucho por culo. Tampoco nosotros sabemos al principio cómo hacer las cosas, pero no es nada difícil cuando tienes a tu lado una chica comprensiva que te ayuda; si la chica no lo es, pues oye, que se junte con sus amigas feministas a despotricar contra los hombres y decir lo mal que lo hacemos en la cama, y que se haga bollera si quiere. No perdemos nada por prescindir de gente así, por muy guapa que sea.

También puede haber un cierto temor por repugnancia natural (no a todo el mundo le gusta la idea de chupar pollas, e igualmente ocurre con los coños), o también por escrupulosidad. En el primer caso, no hay nada que hacer: En el sexo lo importante es pasarlo bien, si algo no te gusta pues no lo hagas y listo. En el segundo, pues oye, no cuesta nada lavarse, ¿verdad? Ninguna parte del cuerpo humano, bien lavada, tiene por qué dar asco.

Bueno, ahora que ya nadie tiene miedo, vamos a por la explicación del método.

Cuando se comienza la operación, pueden pasar dos cosas: que el chico ya esté empalmado (o casi) o que no lo esté (o muy poco). Se supone que si la chica no es un cardo, él no está drogado ni borracho o muerto de sueño, y se han hecho los preliminares pertinentes (que siempre están bien, pienso yo), pues estaremos en el caso A. Pero como el caso A es el mismo que el B pero sin la operación de levantarla, pues comenzaremos por el segundo, asumiendo que el A no es más que la continuación del B a partir de una cierta fase. ¿Hasta aquí se entiende? Bien.

Si el chico/hombre/maromo/macho-ibérico aún no está preparado, hay dos maneras típicas que hacer que la sangre vaya para donde tiene que ir. Una es que la chica engulla todo el miembro de golpe (no es difícil porque aún no está recto) y lo deje crecer en su boca. El segundo método es justamente el contrario: lamer los alrededores, especialmente los huevos. ¿Cuál es mejor? Bueno, es un poco cuestión de gustos, pero yo, personalmente, me decanto más por el segundo. ¿Por qué? Bueno, en primer lugar porque lo de lamer los huevos es algo que a los hombres nos pone mucho (luego incidiré sobre el tema), pero sobre todo porque es mucho más visual. En efecto: al poder ver la lengua de la chica empapando con sus babas nuestra entrepierna, la imagen es mucho más divertida que si simplemente la vemos con los mofletes hinchados, como quien se está comiendo una butifarra. Vale la pena detenerse en esta observación: No importa sólo la sensación del tacto, como creen algunas, sino que es muy, pero que muy importante lo que se ve. De hecho, hay hombres para los que es imprescindible que la chica les mire a los ojos mientras lo hace (yo en particular no, pero bueno, cada cual tiene sus manías y esa está muy extendida).

El otro método también tiene muchos seguidores, sobre todo entre las mujeres, a las que les gusta notar cómo se va inflando en la boca mientras ellas la tocan con su lengua, hasta que llega un momento que no les cabe toda. En fin, que cada cual escoja el que le guste más, o que los alterne, pues la variación es importante para no aburrirse al cabo de muchos días de hacerlo.

Una vez la polla ya está como tiene que estar (con el capullo bien visible sobre la piel), es cuando empieza la mamada propiamente dicha. En esta operación es importante cuidar los cuatro factores fundamentales:

-Variación: No se debe hacer siempre lo mismo, porque si queremos prolongar este placer durante algunos minutos y siempre lo hacemos igual, será un rollo, así que siempre conviene ir rotando por las técnicas que explicaré a continuación, en lugar de usar una sola.
-Lamer: Hay mujeres que lo de "mamada" se lo toman al pie de la letra, y sólo hacen eso, es decir, engullir la mitad superior (más o menos, según el tamaño de él y la capacidad de ella) como si estuvieran comiendo un polo. Error. Al hombre, por lo general, le gusta que la cara de la mujer sea visible, y su lengua también. Eso no quiere decir que no se deba mamar, pero debe alternarse convenientemente con lametones (e incluso con besos, según los gustos), y a ser posible hacerlos de manera que él vea la lengua claramente. Lo mejor es que ella abra bien la boca, extienda la lengua todo lo que pueda, y vaya recorriendo con la punta todo el miembro masculino o sus alrededores, de diferentes maneras, y moviendo bien la lengua de vez en cuando.
-No olvidar los huevos: Este es un detalle que a muchas mujeres se les olvida, y es fundamental. A todos los hombres nos gusta que nos laman los huevos (quien diga que no, miente, os lo garantizo), así que ya sabéis. No es difícil de hacer, o sea que creo que sobran las explicaciones. Además, por lo general a las mujeres también os hace gracia esta operación (no digáis que no).
-Centrarse en la punta: El capullo es, como todos sabemos, la parte más sensible, como el clítoris lo es en la mujer. Por tanto, es importante concentrar los lametones con la punta de la lengua en él, sobre todo en el frenillo.

A estos factores se les podrían sumar otros relativamente comunes, como el que he comentado antes de mirar a los ojos, o hacer sonidos que den un poco de ambiente a la escena (esto es como el cine, la banda sonora influye); ya sabéis a lo que me refiero, algo del estilo "mmm...mmm..." como cuando comes algo sabroso. No se puede hacer más, porque con la boca llena no se puede hablar (en realidad se podría conversar durante las pausas, pero eso daría para un artículo entero, así que lo discutiremos otro día). También hace gracia, porque queda como de muy guarrilla, parar unos segundos para relamerse, siempre con cara sonriente y mirando a los ojos. Lo recomiendo. Igualmente, vale la pena recrearse en diferentes posturas que sean visuales, como agarrar la polla y comerla prácticamente de lado, de manera que la punta de ésta presiona el moflete de la chica, mientras ella mira a los ojos del hombre. En general, este tipo de imágenes gustan, así que conviene recrearse en ellas, no todo es chupar y listo.

Supongo que no hace falta explicar que hay que tener un poco de cuidado con los dientes, porque el capullo es una zona sensible, y podemos hacer daño, pero vamos, que creo que es de cajón. De todos modos, es una cuestión variable, porque hay hombres más sensibles que otros a este respecto. También sería conveniente explicar cómo manipular la polla, pero eso obligaría a escribir un artículo entero sobre cómo hacer una paja (que ya caerá, tranquilos), así que lo dejo aquí para no alargar demasiado este.

Vale la pena comentar una técnica muy famosa, conocida como la garganta profunda. En ella, la mujer engulle completamente la polla, de manera que esta debe penetrar incluso en su garganta (de ahí el nombre). No es fácil porque a la mujer le pueden dar arcadas o le puede producir angustia el hecho de no poder respirar por la boca durante unos segundos, pero desde luego la que lo consiga puede estar segura de que su hombre estará bien contento después de practicarla, así que las que os atreváis ya sabéis.

Básicamente, con esto basta para la mamada propiamente dicha. En caso de que luego se quiera seguir con otras prácticas, pues aquí acabaría nuestra explicación. Si se quiere seguir con esto hasta la corrida final, debemos explicar qué hacer con el semen, así que vamos a ello.

Existe una tendencia generalizada a que el hombre se corra en la cara de la mujer, normalmente cerca de la boca, y de manera que ella intente recibir en ella una parte al menos de la leche. Bien, eso es algo que gusta a casi todo el mundo (tanto a ellos como a ellas), pero puede resultar monótono. Existen básicamente estas variantes, que siempre se pueden alternar para no repetir demasiado:

-Que la polla continúe en su boca hasta el final, de manera que la corrida sea "interior". Luego, hay dos posibilidades básicas: que ella lo trague todo, o lo contrario, que una vez lo tenga en la boca, lo deje resbalar por la boca y le caiga por el cuello. Yo, personalmente, encuentro más estética la segunda. Es cierto que lo de que ella trague le da mucho morbo a mucha gente (tanto al que se corre como a la que traga), pero pienso que una vez hecho, se pierde la gracia de la novedad, y resulta menos vistoso.

-Que la polla salga y lance la descarga en alguna parte. Generalmente se prefiere la cara, aunque hay muchos fetichismos (en el cuello, en las tetas...). Si se hace en la cara, hay que tener un poco de cuidado en que no caiga en los ojos, porque escuece. Por lo demás, siempre conviene que la región mojada sea la mayor posible, una vez más por vistosidad.

En aquellas técnicas en las que ella no acaba tragando, siempre está la posibilidad de que él sea el que la "limpie" con la lengua y trague su propio semen, pero no suele ser lo común. Por lo general la gente prefiere limpiarse con pañuelos o lavándose.

En fin, creo que con estos consejos es suficiente. Espero haber aportado algo de luz sobre la práctica de este bello arte. Si alguna tiene alguna duda, siempre puede escribirme preguntando :P

Ahora dejo que opinéis vosotros en la sección de comentarios. Gracias por vuestra atención, y que aproveche.

Foto: http://siskko.wordpress.com

jueves, 4 de octubre de 2007

Free Burma

No suelo ser muy amigo de estas campañas, pero:
Free Burma!

miércoles, 3 de octubre de 2007

Hay que ver lo que nos gustan las estatuas

Las vacaciones transforman a las personas, está claro. Sobre todo a las que se van de viaje. Y es que no me digáis que no es asombroso pensar en toda esa larga fila de turistas que llegan de París, Praga, San Petesburgo, Viena, Roma o cualquier otro lado del mundo (escoged el sitio que os parezca más interesante), con sus folletos turísticos y sus cámaras de fotos repletas de imágenes, pero sobre todo de imágenes culturales.

Y es que hay que ver lo que nos gustan las estatuas. Vamos, es que molan mogollón, pero eso sí: sólo en vacaciones. El resto del año, nuestro interés por la escultura, la pintura o la arquitectura oscila entre nada y casi nada. Sin embargo, nos compramos un billete para París o Roma, y oye, se nos despierta la vena artística de golpe, y pasamos a interesarnos por la diferencia entre un arco románico y uno gótico, o por los matices de la pintura impresionista, o...

Venga ya, hombre, menos gilipolleces. La gente parece que no quiera irse de vacaciones, sino presumir de vacaciones. Igual que quienes se compran un coche para presumir de cochazo, y no por sus necesidades de transporte, también hay quienes viajan para que los demás vean las vacaciones taaaan interesantes que han realizado, y lo muy culturales que son. Visitamos el Prado o el d'Orsay aunque pasemos olímpicamente de la pintura, y nos recorremos el British Museum sólo por pasar la mañana viendo curiosidades, igual que hay quienes pasan la mañana en el Ikea.

Yo lo llamo hipocresía cultural. Consiste en hacer ver que te interesa muchísimo el arte, que practicas un turismo profundísimo, lleno de actividades y visitas culturales, pero en el fondo todo eso te la repatea bastante, y la prueba de ello es que cuando llegas a casa y abres la maleta desaparece súbitamente todo interés por edificios, estatuas o pinturas. De pronto, las particularidades del arco gótico o el románico vuelven a formar parte de aquellas aburridas clases de Historia del Arte que nos tuvimos que aprender para aprobar, y los matices que pudiera tener la pintura de Rubens o la de Monet, nos importan lo que siempre nos han importado: un bledo.

Y yo me pregunto: ¿qué necesidad hay de aparentar? Yo no siento esa necesidad. Nadie está obligado a interesarse por tal o cual cosa. Nadie. Cada uno se preocupa de lo que le interesa y se fija en lo que le llama la atención. Si algo no te va, pues haces bien en pasar de ello. Yo cuando visito una ciudad para asistir a un concierto o visitar a unos amigos, no siempre realizo visitas culturales. Si me sobra tiempo y me apetece, pues sí, me paso a ver tal plaza o tal puente, pero si no, pues vuelvo para casa, y con la conciencia muy tranquila. Por lo general, prefiero fijarme en lo cotidiano, en cómo es la gente de allí (las personas, para mí, son el principal atractivo turístico), en sus costumbres, en cómo se mueve la ciudad durante el día y qué hacen por la noche, en qué sulen comer y a qué horas, en cómo se saludan... ese tipo de cosas. A Madrid, por ejemplo, he ido muchas veces en el último año y nunca he pisado el Prado (que visité hace años, pero cuando era un chavalín, y aparte de que ya no me acuerdo, seguro que ha cambiado). Y no siento ningún peso moral por ello. Igual un día de estos me da por pasarme, porque interesante me parece, pero nada más, será una visita como cualquier otra. A fin de cuentas no soy un gran aficionado a la pintura. ¿Por qué iba a estar entre mis prioridades entonces? Si algún día voy a París, por ejemplo, es posible que visite el Louvre o es posible que no, quién sabe. ¿Me gustaría? Por supuesto. ¿Está entre mis prioridades? No, decididamente. Lo haré si me sobra tiempo y me veo con ganas para recorrerme un museo tan inmenso, pero dependería de las circunstancias; y en cualquier caso no volvería a casa como hacen algunos, alardeando de ello o explicando lo muuuucho que les ha gustado... tanto como para no fijarse en ningún cuadro ni en ningún pintor en los meses siguientes. Y así, hasta el próximo viaje. Joder, si es que hay gente que la cultura la vive, ¿eh? Pero lástima que sólo cuando llevan colgada la cámara de fotos.

No dudo de que habrá personas realmente interesadas en los museos, las estatuas y las catedrales. Para ellas, todo mi respeto; pero son minoría frente a la legión de ilustrados de boquilla, que muestran un interés hipócrita y falso hacia el arte y la cultura, sólo por aparentar.

Foto: wikipedia