lunes, 31 de diciembre de 2007

El año de las frases

Ya se acerca el final del 2007 y toca hacer balance del año (cómo no). Seguramente se podrían destacar muchas noticias de actualidad: la muerte de Fernando Fernán Gómez o la de Benazir Bhutto, el fin de la tregua con ETA, el secuestro de El Jueves por la caricatura de los príncipes, el incidente de la ONG que secuestraba niños en el Chad... Sí, todas esas cosas son importantes, pero yo creo que sobre todo ha sido el año de las frases memorables; y es que durante este 2007 hemos podido oír algunas que realmente harán historia. Aparte de las últimas perlas sobre la posibilidad de comer conejo para no gastar tanto en las cenas y alguna otra ocurrencia curiosa de nuestros políticos, ha habido ciertas expresiones que, por una u otra razón, han calado especialmente en el público y serán recordadas durante bastante tiempo.

¿Quién no recuerda ese "Yo me llamo Josep Lluís" de Carod-Rovira al ser preguntado por un señor que le llamaba (muy al estilo de Castilla y de Madrid) Don José Luis? El curioso rifi-rafe entre quien pretendía mantener su nombre original y quien no desistía de "traducirlo" caló en la gente y al día siguiente todo eran coñas sobre el tema, igual que tiempo atrás se habían hecho sobre el café de Zapatero.

No tan simpático y divertido ha sido el "Antes partía que doblá" de nuestra ministra Magdalena Álvarez. En este país ya estamos acostumbrados (desgraciadamente) a que no dimita ni Dios, por muy mala que haya sido su gestión, pero que encima el lumbreras de turno tenga la desfachatez de soltar una frase tan chulesca como esta y mantenerse en sus trece con la prepotencia propia de quien no está al servicio de los ciudadanos, sino únicamente para el suyo propio, fue algo que gustó muy poco a la sociedad, especialmente a quienes tuvimos que sufrir directamente los resultados de su gestión. Sin duda esta frase quedará como dicho popular para quienes tengan la misma soberbia y caradura que la señora Álvarez. Desde aquí, mi más sincero váyase de una puta vez.

Pero sin duda la reina de todas las frases del año es la del rey (lógico, por algo se es rey). Lo del "¿Por qué no te callas?" es algo que quedará definitivamente para la posteridad. En un mundo dominado por la falsedad y la diplomacia, en el que parece que todo está estudidado de antemano y no hacemos sino ver la representación de unos actores que ya conocen su papel, soltarle algo así al payaso de Chávez es algo demasiado espontáneo y gracioso como para ser olvidado. Gracias, majestad, por haberle dado un poco de vidilla a la actualidad política, tan aburrida últimamente. Ay, si no fuera por estos ratos...

En lo personal, para mí ha sido una año muy importante. No sé si bueno o malo, pero importante seguro, y espero que el 2008 lo sea más, y para bien. Feliz año a todos :-)

sábado, 29 de diciembre de 2007

Aprender riendo

Hace poco fui a comprar un libro para mi hermano. Cumple años dentro de nada, y como es empresario y pronto va a ser padre, me he pasado por las secciones de empresa, pedagogía, psicología, etc., a ver si encontraba alguno de esos libros medio en serio medio en broma del estilo "cómo ser padre y empresario, y no morir en el intento", o bien alguna obra sarcástica sobre el mundo de la empresa, al estilo Dilbert. Me he quedado parado al comprobar la escasez de este tipo de obras. Todo me ha parecido muy serio, muy académico, o muy orientado al éxito, a triunfar, muy "a la americana"; y en el caso de las pedagógicas, también muy políticamente correcto, muy orientado a aquel famoso tópico del "padre de família media americano". He echado en falta alguna obra que nos muestre el lado ridículo de todos estos temas, que nos haga reír al enseñarnos en qué se suele meter la pata. Creo que es una buena manera de aprender.

Recuerdo cuando se pusieron de moda las tiras cómicas de Dilbert. A mí no es que me encantasen, porque los dibujos eran feos, y a veces se recreaba demasiado en la incompetencia de los mandos intermedios o en la vagancia de los empleados, rizando el rizo y exprimiendo algunas ideás más allá del realismo, pero en algunos casos las encontraba muy acertadas. Para muchos oficinistas encerrados en su cubículo y sometidos a la tediosa rutina de los proyectos y las estupideces de los jefecillos de turno, aquello se convirtió en casi un Biblia; era la revelación divina, el libro esperado que por fin se atrevía a mostrarnos a las claras (dentro de la parodia, claro) las ridiculeces del mundo de la empresa. Frente a las obras "pro-sistema", que pretendían inculcarnos aún más si cabe esa filosofía moderna del triunfo a toda costa, de llegar a lo más alto, etcétera, aparecía por fin un libro políticamente incorrecto, que nos decía todo lo contrario: que no éramos más que el engranage de una extraña máquina encaminada a crear dinero para beneficio de unos pocos, que se beneficiaban de los miedos y las ambiciones de los que estaban por debajo.

Hacen falta obras así, maneras alternativas de ver las cosas. Hace falta una mirada sarcástica sobre todas esas cosas que aparentan ser tan serias pero en las que hay encerradas tantas y tantas situaciones ridículas. Estoy seguro que en muchos equipos de trabajo de muchas empresas, Dilbert ha ayudado a mejorar ciertos aspectos, al hacer ver los fallos que se comenten a menudo. Las obras humorísticas normalmente son más provechosas, porque para hacer reír hace falta sorprender al lector, y por tanto uno no puede soltar perogrulladas, como a menudo hacen los libros "serios", sino que hay que mostrar las cosas bajo una óptica novedosa que nos llame la atención. Y además, puestos a escoger, al menos nos reiremos un rato.

Finalmente, para mi hermano escogí un libro literario, no académico, sobre las desventuras de ser padre y marido, en clave de humor, escrito por un norteamericano y traducido al catalán. Se titula Els fills i la mare que els va parir (Los hijos y la madre que los parió). Espero que le guste. Al menos se reirá más que si le regalo La aventura de ser padres, o algo así.

Imagen: http://shinning4jesus.homestead.com

viernes, 28 de diciembre de 2007

La verdadera cara de la navidad



Hace poco ya dije lo que opinaba de la navidad, pero hoy he visto esta imagen en el blog de Loth y no he podido resistirme a ponerla aquí también. Simplemente genial, ahora sí que una imagen vale más que mil palabras.

jueves, 27 de diciembre de 2007

Con Z de ZGAE

No he podido dejar de crear esta entrada para sumarme a la campaña de protesta por la actitud del PSOE en la pasada votación sobre el canon. Que conste que no es una protesta general en contra de ese partido, ni un apoyo a ningún otro, pero los ciudadanos tenemos el deber, creo, de comenzar a hacerles ver a los políticos que las equivocaciones se pagan caras, y que su obligación es representar la voluntad popular; y puesto que yo también formo parte de ese pueblo cuya voluntad querría estar representada y no lo está, pues yo dejo clara mi postura, y me uno a esta iniciativa para que vean que cosas como esta acaban pasando factura. Miles de veces nos hemos quejado de la poca capacidad de reivindicación que tenemos los ciudadanos de este país. ¿Vamos a dejar pasar también esta ocasión de hacerles ver que no estamos de acuerdo?

domingo, 23 de diciembre de 2007

La teoría del grano de arena

Todos los que filosofamos acostumbramos a tener teorías. No siempre son muy originales, pero está gracioso eso de tener ideas que nadie te ha contado antes (al menos que tú recuerdes) y darte cuenta de que te explican muchas de las cosas que ocurren en el mundo. Aunque haya más gente que haya llegado a la misma conclusión, el hecho de que tú lo hayas hecho por tu cuenta te hace pensar que no debes ser tan tonto, y eso siempre resulta a gradable.

De las teorías que siempre me están rondando por la cabeza y que mantengo como principios para juzgar lo que ocurre en el mundo, pocas me gustan tanto como la teoría del grano de arena. Si tuviera que enunciarla sería algo así:
Ninguno de nosotros es tan fuerte como para cambiar el mundo sustancialmente, pero ninguno es tan débil como para no aportar un granito de arena que pueda cambiarlo.
Dicho así queda muy vago, pero se ve muy claro con algunos ejemplos. El más típico sería el del hambre en el mundo, clásico problema que todas las personas idealistas dicen que debería eliminarse, mientras las que se las dan de realistas responden que no hay nada que hacer, y lo mismo afirman respecto a las guerras, las enfermedades, etc. Evidentemente, tienen razón quienes dicen que no está en nuestra mano eliminar estos males del mundo, pero eso no es razón para no hacer nada, puesto que si todos hacemos un poco, al final, todos esos granos de arena sumados harán una gran montaña, y realmente moveremos el mundo.

En el caso de las guerras, por ejemplo, la actitud de los pacifistas siempre ha sido tachada de utópica e ingenua. Sin embargo, lo cierto es que hoy en día vivimos en un mundo bastante menos belicoso que el de nuestros antepasados, y eso lo debemos en buena medida a todos los miles y miles de pacifistas que desde la Segunda Guerra Mundial han presionado a los gobiernos y a la sociedad para conseguir un mundo en paz. No es que no puedan estallar guerras en nuestra sociedad contemporánea, pero los gobiernos saben que se enfrentan a una gran presión para declararla, y eso no sería así, probablemente, si todos esos miles de pacifistas, a los que se tachaba de utópicos, no se hubieran movilizado en su momento, y lo siguieran haciendo hoy en día.

Hagamos pues siempre buenas acciones, aunque sean modestas, y no infravaloremos nuestra pequeña aportación, porque si todos somos un poco mejores, al final el mundo será mucho mejor.

Foto: http://www.americanadelsur.todouy.com

miércoles, 19 de diciembre de 2007

La filosofía de sillón

Hoy he estado paseando, como casi siempre hago por las mañanas, por algunos de los blogs y webs que tengo enlazadas, y me he quedado con una impresión algo negativa de lo que he visto. No es que no haya novedades o que no se tenga ingenio para contarlas, pero... no sé, veo una tendencia general a opinar de temas serios con una cierta ligereza, al desprecio fácil, a lanzar afirmaciones algo fuertes con demasiada tranquilidad, con un convencimiento pasmoso de que por supuesto que las cosas son así, y a ver quién se atreve a decirme que no.

Escribir en un blog es, como ocurre con quienes escriben una columna en un periódico, una actividad que incita a convertirse en el clásico filósofo de sillón, que desde su cómodo despacho opina alegremente sobre los más variados temas, desde la guerra de Irak hasta la devaluación del dólar, sin cortarse ni un pelo cuando lanza las más audaces opiniones al respecto. Tarea nuestra (me incluyo, puesto que yo también escribo) es la de luchar contra esta tendencia, tan natural por otra parte en el ser humano, y mantener un cierto grado de humildad, de modestia, yo incluso diría que de buen humor. No somos dioses que desde el Olimpo contemplan el mundo, allá abajo, con sus pequeñeces tan sencillas de entender para nuestra infinita sabiduría. Esto hay que tenerlo claro. Somos más bien como esos todólogos, esos sabelotodo de las tertulias televisivas que se dedican a arreglar el mundo ante las cámaras, pero que muy probablemente no sean capaces, en la práctica, ni de arreglar los problemas en su comunidad de vecinos.

Que conste que no discuto el derecho de cada cual a opinar sobre aquellos temas que le llamen la atención. La existencia de este blog es una pruebla de que no dudo de él, e incluso lo ejerzo. Ahora bien, ese tono altisonante y despectivo que a veces leo en algunos bloggers (que no por ello dejan de ser personas inteligentes e ingeniosas), me resulta algo repulsivo, sobre todo cuando se transforma en costumbre, y parecen unos viejos cascarrabias que cada cierto tiempo vuelcan su bilis en la página HTML correspondiente. Convendría, creo yo, que de vez en cuando bajasen de su atalaya y se relajasen. Sí, ya sabemos que hay muchas cosas odiosas en este mundo, que hay mucha gente a la que nos gustaría criticar o poner a parir día sí y día también, pero vale la pena también que lo que escribimos contenga algo de alegría, de buen humor y de actitud positiva y creativa, porque quien aparenta ser un cascarrabias, acabará siéndolo realmente, si es que no lo es ya.

Imagen: http://www.regalosvip.com.ar

martes, 18 de diciembre de 2007

Feliz consumo navideño

Cuando yo era pequeño, recibía cada Navidad, como la mayoría de los niños, algunos regalos para reyes o para "Papá Noel". Unas veces eran más modestos, otras más caros, pero bueno, algo caía. Por lo demás, los mayores se limitaban a comer turrón y cantar villancicos, pero no había regalos para ellos. Desde hace unos años, sin embargo, mi familia ha adoptado la costumbre (bastante extendida, por lo visto) de hacer regalos a todos los familiares directos en estas fechas. Pero ojo, regalos de los de verdad, nada de "una tontería, un detallito", no, no, cosas de esas en las que igual te dejas 200 ó 300 euros; y es que en la España del siglo XXI, más desarrollada económicamente que la de hace unos años, uno no puede quedarse a medias, si haces regalos tienen que ser cosas caras, porque si no parece que seas un tacaño.

Sinceramente, no comparto esta costumbre. Creo que es un gasto desmesurado en un país en el que todo el mundo se queja amargamente del euribor y de lo caro que se ha puesto el pescado o el pan. Una cosa es que los niños tengan cada invierno unos juguetes nuevos con los que entretenerse hasta las siguientes navidades y otra muy diferente gastarse hasta del orden de centenares de euros en regalos. Pensemos qué pasa si tenemos muchos hermanos, viven nuestros abuelos, etc. Pueden ser miles de euros los que nos hagan falta para quedar bien con todos; y esto se suma a los gastos de comida (ya de por sí cara), al gasto de la fiesta de fin de año, y por supuesto a los juguetes de los niños. El paraíso para los comerciantes, sin duda, pero el infierno para quienes van algo justos de dinero. ¿No era la Navidad un momento de celebración cristiana, o quizás es en realidad un periodo comercial, como las rebajas? ¿Qué ha quedado de aquel humilde pesebre, en el que un pobre carpintero y su mujer intentaban que un recién nacido estuviera caliente refugiándose junto a un buey y una mula? Sólo ha quedado el oro del rey Melchor; el resto, a nadie le interesa.


Imagen: http://www.endoinfo.info

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Dos batallas premonitorias (II): Wake

Todos sabemos que los Estados Unidos entraron en la Segunda Guerra Mundial tras el ataque por sorpresa a la base naval de Pearl Harbour. Sin embargo, pocos saben que la primera batalla entre americanos y japoneses, una vez declarada ya la guerra, fue la batalla por la isla de Wake. Se trata de una pequeño atolón situado en pleno Océano Pacífico, en el que los norteamericanos mantenían un batallón de marines desde 1941. Allá, los 523 militares disponían de doce F4F Wildcats y de unas pocas piezas de artillería para defender la posición.

Pearl Harbour fue atacada el 8 de Diciembre, y ya ese mismo día, bombarderos japoneses llegaron hasta Wake para destruir en tierra su aviación. Lo consiguieron en buena parte, dejando sólo 4 de los 12 cazas americanos en condiciones de volar. Confiados en que la pequeña fuerza americana no opondría resistencia, los japoneses enviaron el día 11 a seis destructores, tres cruceros y dos buques de desembarco, para tomar la isla. Los norteamericanos, bajo el mando del comandante Winfield S. Cunningham, esperaron pacientemente que se acercasen para tenerlos a tiro y les sorprendieron con la artillería, hundiendo uno de los destructores y dañando otro. Idéntico éxito obtuvieron los cuatro cazas americanos, que hundieron otro más. Los japoneses, sorprendidos, se retiraron. Prácticamente todos los buques sufrieron daños y dos habían sido hundidos. Fue la primera derrota japonesa en el Pacífico, a manos de un puñado de hombres.

Cuentan que una vez superado este primer trance, cuando a los defensores les preguntaron por radio desde Estados Unidos qué necesitaban que les enviasen, Cunningham respondió: "Manden más japoneses". En realidad, Cunningham lo que pidió fue diversos suministros de material militar, pero la respuesta inventada (quizás una broma incial del propio comandante) perduró y se convirtió en una frase de propaganda durante la guerra.

En principio, se les debían haber enviado refuerzos desde Hawái, pero el alto mando estimó que era una operación demasiado arriesgada ante la presencia japonesa y que el islote no merecía ese riesgo, así que la flotilla de apoyo dio media vuelta y volvió a Pearl Harbour, abandonando a Cunningham y sus hombres a su suerte.

El 23 de Diciembre, una nueva flota japonesa, se presentó ante la isla. Para entonces, los sucesivos ataques habían conseguido acabar con todos los cazas americanos, no sin antes sufrir muchas bajas (en el total del enfrentamiento, hasta 20 aparatos japoneses acabarían sufriendo daños, 8 de ellos derribados). Desembarcaron las tropas (1.500 hombres) y se enfrentaron a los norteamericanos, que resistieron valientemente pero al final tuvieron que rendirse. Los supervivientes fueron enviados a campos de prisioneros en Japón.

Al acabar la batalla, las bajas japonesas rondaron los 800 muertos y unos 1000 heridos, frente a los 49 militares y 70 civiles norteamericanos muertos. Probablemente, una de las acciones más heroicas del ejército de los Estados Unidos, que pasó a la Historia semiolvidada, debido al escaso valor estratégico de la posición. De hecho, nunca se pensó en reconquistarla, y no fue hasta 1945 cuando finalmente las tropas americanas se presentaron para formalizar la rendición con los ocupantes japoneses.

Fuentes:
http://www.ibiblio.org/hyperwar/USMC/USMC-M-Wake.html
http://en.wikipedia.org/wiki/Battle_of_Wake_Island
http://marinescoloniales.blogspot.com/2006/10/la-batalla-por-wake_13.html

Imagen: wikipedia

lunes, 3 de diciembre de 2007

Dos batallas premonitorias (I): Westerplatte

Hace tiempo que no cuento batallitas, o sea que hoy toca conflicto bélico.

Voy a contar la historia de dos batallas prácticamente olvidadas, pero muy simbólicas, puesto que parece como si fuesen un mal augurio para Alemania y Japón durante la Segunda Guerra Mundial, ya que fueron las primeras en cada uno de los dos frentes, tras el inicio de hostilidades, y además ambas mostraron una heroica conducta de los aliados frente a un enemigo muy superior. Vamos a por la primera.

Todo el mundo sabe que la Segunda Guerra Mundial comenzó con la invasión de Polonia el 1 de Septiembre de 1939, pero casi nadie sabe cuál fue la primera batalla. Pues fue el enfrentamiento que se produjo en Westerplatte (una base polaca situada a orillas del Báltico, junto a Danzing), que fue atacada pocos minutos después del bombardeo alemán de Wielún, primera acción bélica de la guerra.

En Westerplatte se encontraban 182 soldados polacos y 27 civiles, al mando de Henryk Sucharski. Frente a ellos, unos cuantos miles de alemanes, apoyados por tres buques de guerra y por la Luftwaffe, pretendían tomar el puesto. No tuvieron mucha suerte, puesto que el primer día perdieron 82 hombres, frente a 4 bajas polacas. Finalmente, el 7 de Septiembre consiguieron que los polacos se rindieran, pero para entonces habían perdido entre 300 y 400 hombre, frente a 15 muertos y 53 heridos polacos, y eso a pesar de contar con los stukas y con el apoyo de la marina. Un incómodo fracaso para la Wehrmacht, que aunque pasó desapercibido, fue un presagio de su derrota final.

Por parte polaca, un increíble ejemplo de la heroicidad de algunos de sus hombres. Se ha criticado mucho la ineficacia polaca ante la invasión, sobre todo a raíz de las imágenes de la caballería enfrentándose a los tanques alemanes, pero creo que también hay que recordar momentos como este, en el que los polacos no estuvieron por debajo de nadie.

El próximo día, la primera batalla del Pacífico.

Fuente: wikipedia
Imagen: wikipedia