viernes, 30 de mayo de 2008

Enrique V

Hoy va de cine, concretamente de las adaptaciones cinematográficas de la obra Enrique V, de Shakespeare. No soy muy cinéfilo, pero sí me encanta este gran genio inglés, y de las dos adaptaciones al cine de esta obra suya, he tenido ocasión de ver una recientemente (la otra la vi hace tiempo), por lo que me ha parecido interesante escribir una pequeña crítica de ambas.

La obra Enrique V trata sobre la campaña que este rey de Inglaterra realizó en Francia, durante la Guerra de los Cien Años, campaña que culminó en una de las victorias terrestres inglesas más aplastantes de la Historia: Agincourt. Los 15000 ingleses del joven Enrique se las ingeniaron para detrozar a los 60000 franceses que intentaban cortarles el paso hacia Calais, desde donde pensaban retirarse a su país. Shakespeare narra con su habitual maestría la grandeza del rey y su manera heroica de conducirse en una situación tan crítica. Lógicamente, los ingleses no podían dejar de emocionarse con estre relato, y lo llevaron al cine en 1944, de la mano del director y actor Laurence Oliver, que consiguió cuatro nominaciones al Óscar por ella. Más tarde, en 1989, Kenneth Branagh dirigió y protagonizó una versión más moderna de la obra, consiguiendo un Óscar al mejor vestuario, y siendo nominado a dos más.

Bien, en mi opinión, ambas adaptaciones tienen aspectos muy destacables y otros en los que flaquean. Probablemente una fusión de ambas hubiera sido perfecta. La de 1989, lógicamente, muestra más medios, mejor fotografía, mejor vestuario, y en general un estilo más moderno. El aspecto de los personajes es muy realista y verdaderamente nos traslada a la Francia del siglo XV. La adaptación de Laurence Oliver, en cambio, intenta llevarnos en realidad a un escenario propio de la época de Shakespeare, como si simplemente se nos estuviera ofreciendo la obra de teatro tal cual la vieron sus primeros espectadores, incluídos los anacronismos de vestuario que seguramente se dieron en sus primeras representaciones. Incluso, en las escenas iniciales, no tiene reparos en mostrarnos el interior del teatro, donde los actores se preparan para salir a escena. Es, por tanto, una adaptación más teatral.

Llama la atención comprobar que, en cambio, la representación de la batalla es más espectacular y yo creo que algo más realista en la de 1944 que en la de 1989. Sí, la segunda nos muestra más suciedad, algo que en los últimos tiempos pretende dar sensación de realismo; vemos a los caballeros recubiertos de barro, y sangre por todas partes, pero lo cierto es que los planos son más cerrados y en ningún momento nos da la impresión de estar ante dos ejércitos de miles de hombres. Incluso los franceses, al prepararse para atacar, ni siquiera van montados en sus caballos, y sólo se enfoca a unos pocos de ellos. La versión de Oliver, en cambio, se produce en un día soleado y en el que no hay barro ni suciedad, pero sí podemos contemplar los preparativos y el ataque de los caballeros, y sentimos la batalla mucho más cercana, sobre todo cuando se produce el combate cara a cara entre el rey Enrique y el condestable. Poca o ninguna emoción sentimos en cambio en la versión de Branagh cuando el condestable cae herido y los nobles franceses se acercan a ayudarle sin llevar puestos siquiera sus yelmos, algo bastante poco creíble.

Incluso en algún detalle del vestuario es mejor la de Oliver, puesto que por ejemplo, la armadura del condestable, sobre la que sus compañeros en un momento dado preguntan si lo que lleva dibujado son soles o estrellas, tiene una aspecto más adecuado, y en el que se ven realmente figuras que podrían ser una cosa u otra. En la de Branagh se ve claramente que son estrellas y además bastante feas. Increíble que en este detalle esté por detrás una adaptación que le lleva 45 años a la otra. Y ya es de remate lo de la noche antes de la batalla, en la que Oliver nos muestra una visión de los dos campamentos con sus hogueras iluminando la oscuridad y nos traslada al lugar de los hechos, aunque se vea claramente que es una maqueta, mientras que en la de Branagh que aparentemente cuenta con más medios, tiene uno que imaginarlo todo. Lo mismo ocurre con el embarque de las tropas al salir de Inglaterra. La verdad es que Branagh se lo podía haber currado un poquito más.

También poco realista es que en el mensaje que se lleva al rey de Francia, el mensajero inglés vaya vestido con toda su armadura completa (que pesa un huevo y parte del otro), cosa totalmente ridícula, puesto que un mensajero no se presenta armado de esa manera ante un rey, y mucho menos cuando se encuentra a muchos kilómetros del campo de batalla. Mucho más adecuado es aspecto que muestra la versión de 1944.

En otras escenas, en cambio, Branagh sí nos da una impresión de realismo mayor, como al principio de todo, cuando los dos religiosos están tramando qué hacer sobre el derecho de sucesión del rey, y la oscuridad y el aspecto de los dos eclesiásticos nos lleva realmente a un convento de la Edad Media. Muy diferente es el aspecto casi risible de los que aparecen en la versión de Oliver, de aspecto bonachón y poco llamativos en sus actitudes. Quizás también en aquellos años no se quiso dar una imagen tan negativa de los religiosos, igual que por ejemplo también se ocultó el episodio de la traición de los nobles ingleses al rey, quizás para así ensalzar la nobleza de toda la campaña inglesa, sin empañarla con ningún detalle desagradable. Un error, en mi opinión, pero comprensible enb 1944.

Respecto a las interpretaciones, en la de Branagh vemos a un rey muy teatral, con unos gestos algo exagerados, en mi opinión (seguramente porque el propio Branagh quería lucirse), mientras que en la de Oliver vemos a un rey con un porte más majestuoso y no tan excitable, que desde mi punto de vista es mucho más adecuado, aunque esto va a gustos. El discurso antes de la batalla, por ejemplo, uno de los momentos más emotivos de la película, me resulta mucho más creíble y encomiable en la de Oliver. Branagh se expresa e incluso gesticula muy emotivamente, pero lo hace como un aventurero, como lo haría un pirata ante su tripulación; Oliver habla como un rey. Su porte transmite tranquilidad a sus hombres y confianza en la victoria.

Respecto a la escena de la declaración de amor a la princesa de Francia, (un fragmento de la obra que se distancia de los otros), creo que la versión de Branagh es algo más adecuada, básicamente por el aspecto y actitud más naturales de la princesa, tanto en esta escena como en la otra en la que aparece conversando con su dama de compañía para que le enseñe algo de inglés.

Los personajes del pueblo, que tan bien trataba Shakespeare en sus obras, son mostrados de maneras muy diferentes en una y otra versión; tanto que es imposible compararlas, simplemente podemos preferir un estilo u otro. Branagh intenta representarlos con realismo, tal como hubieran sido aquellos hombres. Oliver en cambio, sigue el patrón del teatro que los presenta como los "bufones" de la obra, con aspectos y actitudes exageradas que pretenden hacer reir un poco al público entre las escenas más trágicas. Cada cual que se quede con la que prefiera. Yo quizás me decantaría por la de 1989.

En definitiva, ambas versiones son muy destacables y recomendables. Creo que ningún aficionado a Shakespeare debería perderse estas dos películas.

Imagen: http://www.culturalianet.com/art/ver.php?art=2728

jueves, 29 de mayo de 2008

Banderitas

Hace mucho tiempo, casi cuando comencé este blog, prometí hablar un día de banderas, y como llevo unos días sin actualizar, pues lo hago ahora.

Evidentemente, no me voy a extender demasiado porque no es cuestión de aburrir al personal con detalles eruditos que, a fin de cuentas, tampoco están a mi alcance, pues no soy un experto. Se trata simplemente de comentar algunas curiosidades sobre la bandera nacional, que muchas personas ignoran aún.

Hay quienes creen la bandera actual, roja y amarilla (roja y gualda para los puristas), se ha usado desde que los Reyes Católicos se convirtieron en los primeros monarcas de algo que se pudiera llamar España. No es así. Esa bandera sólo se comenzó a usar a finales del siglo XVIII, y se ha mantenido hasta nuestros días salvo pequeñas modificaciones (algún cambio del tamaño de las franjas, o del color amarillo/gualda, y por supuesto, diferentes cambios de escudo, águila, etc). La única modificación importante la sufrió en la Segunda República, cuando el rojo inferior se transformó en morado, como casi todos sabemos. Pero eso sólo supuso un periodo muy breve, como también sabemos.

Bien, ¿y qué bandera se usó desde finales del XV hasta finales del XVIII? Pues en realidad nunca hubo una bandera oficial, pero el ejército usaba como símbolo la cruz de San Andrés (ver foto), así que esta se convirtió de facto en la bandera de España durante tres siglos, a falta de algo mejor.

¿Y por qué esta cruz roja sobre fondo blanco en lugar de algo que fusionara los antiguos símbolos de Aragón, Castilla, Navarra, etc.? Pues porque como en este país siempre ha sido y sigue siendo complicado ponerse de acuerdo, porque todo lo convertimos en un enfrentamiento, la solución tuvo que venir, cómo no, de fuera. Resulta que la cruz de San Andrés es también la cruz de Borgoña, territorio del que provenía Felipe I el Hermoso, primer rey, podríamos decir, de España. Así que una manera de escoger un símbolo que no dejase por encima ni por debajo a ninguno de los territorios del nuevo país fue precisamente decantarse por este. De hecho, ha venido siendo, y es aún hoy en día, uno de los símbolos más representativos del ejército de tierra.

Pero la crucecita esta tiene un problema, y es que no es fácilmente identificable en el mar, aparte de que no es fácilmente distinguible a distancia de la cruz de San Jorge, que usa Inglaterra, así que los buques españoles usaban otra, muy parecida a la rojigualda, pero con dos franjas más en amarillo (o gualda si nos ponemos quisquillosos), de la cual proviene, obviamente, la actual bandera nacional. Dicen algunos que esta bandera se había heredado de la que usaba la marina catalano-aragonesa antiguamente, pero a tanto no llego, y la verdad es que estas leyendas se pierden en la confusión de la Historia, demasiado contaminada ya por el partidismo.

Había otra razón (imagino yo) para cambiar de bandera, y es que al producirse un cambio de dinastía, los borbones probablemente no quisieron mantener un símbolo heredado de la casa de Austria. Por todas estas razones, finalmente se acabó adoptando ese modelo, que se ha mantenido hasta hoy.

Imagen: wikipedia

lunes, 19 de mayo de 2008

Eurovisión: en eso, también somos diferentes

Tenía pensado no decir nada sobre Eurovisión, porque ya se habla demasiado del tema como para decir más cosas, aparte de que ya opiné hace tiempo en el blog de Thimbler y en otras partes, cuando aún no se sabía el candidato a ciencia cierta, pero tengo que poner este enlace que me envía Aleix, porque es demasiado bueno. Sobran las palabras :P

Perdón por no escribir mucho estos días, pero o no se me ocurre nada o son cosas que me requerirían mucho tiempo, y no tengo tanto. Pronto seguiré con mis artículos.

sábado, 10 de mayo de 2008

El sueldo del presidente

Hace unos días escuché en el telediario un comentario que me sorprendió. La familia Clinton acababa de poner seis millones de dólares de su propio bolsillo para esta recta final de la elección del candidato demócrata para las presidenciales de Estados Unidos. Seis millones de dólares. Casi nada. Y todo para unas semanas de campaña de dudoso final, y que no lleva a la presidencia sino a la candidatura, puesto que luego habrá que derrotar al candidato republicano.

Todo esto nos hace pensar inmediatamente en una cosa: Si una familia invierte seis millones de dólares en algo así, es porque espera ganar con ello muchísimo más. Sin embargo, está claro que el sueldo de presidente de los Estados Unidos, aún siendo elevado, no permite recuperar esta inversión, así que no nos queda más remedio que pensar que el dinero vendrá bajo cuerda, de la mano de empresas que se verán beneficiadas por ciertas decisiones de la administración. Es una aceptación implícita de los mamoneos que todos sospechamos que existen en los gobiernos de todos los países.

En España tenemos otros ejemplos como el de la retirada de Pizarro del PP una vez perdidas las elecciones. Evidentemente, este hombre espera ganar más en la empresa privada que de diputado; pero si piensa eso es porque de ministro sí esperaba ganar mucho más que en la empresa privada. ¿Y por qué? Pues evidentemente por todos los favores que hubiera hecho a empresas afines a él. No hay otra explicación.

Mientras tanto, nosotros agachamos la cabeza, y dentro de cuatro años volveremos a decir aquello de "¿y a quién vas a votar?" Ciertamente, el sistema está bien atenazado, y romper este círculo vicioso es difícil. Pero por lo menos no está de más alzar la voz continuamente para que se sepan todas estas cosas. Ya que no nos resulta fácl impedirlas, al menos no dejemos que se olviden.

Imagen: http://www.conservapedia.com/Hillary_Clinton

jueves, 8 de mayo de 2008

Los mejores amigos

Hoy me he quitado un peso de encima. Tenía una cuenta pendiente con una amiga con la que no me había portado muy bien recientemente y le he pedido disculpas. Ella las ha aceptado. Parece simple, pero no lo es; ya hace tiempo hablé de lo importante que es el perdón y lo difícil que es tanto para el que lo pide como para el que lo da. Ciertamente, dejar a un lado las diferencias y comprender los errores son actitudes que nos dignifican y nos hacen ser mejores como personas, porque al estar todos nosotros plagados de vicios y defectos, sería imposible mantener amistades sin estar dispuestos a aceptar errores y malentendidos. Por eso he llegado también a la conclusión de que los mejores amigos no son aquellos que nunca se pelean, sino aquellos que siempre están dispuestos a reconciliarse. Creo que es una máxima que llevaré siempre conmigo.

Imagen: http://fraynelson.com/blog/?p=2283

Meme(Z) II

Veeeenga, para que Thimbler no se queje:


Coger el libro mas cercano, ir a la pagina 18 y transcribir la línea 4: "Los niños se pasaron todo el día de acá para allá corriendo y asomándose a la ventana" (para quien tenga curiosidad, el libro es el Wilhem Meister de Goethe)

Cuenta lo último que viste en la tele: Supongo que el telediario de ayer en tele 5. Lo odio, pero me obligan.

A parte del ruido del ordenador, ¿qué más se escucha en este momento?: Las motos que pasan por la calle. Hace un rato tenía el myspace de los Million Dollar Babies puesto.

¿Cuando te reíste por última vez?: Esta tarde, hablando con un colega sobre lo pesaos que son los Blackers con ciertas cosas.

¿Qué hay en las paredes donde te encuentras ahora mismo?:A mi izquierda un cuadro de un hombre mayor, hecho con tinta china, creo, y al otro lado una especie de esos "discos de platino" de la EMI, donde trabajó mi madre hace un huevo.

¿Como estas vestido/a en este momento?Pues una camisa azul clara, tejanos azules y zapatillas de ir por casa. Muy normal, vamos.

Algo que los bloggers no sepan sobre ti: ¿Que no me gusta la mahonesa, por ejemplo?

¿Cómo son tus manos?: Pues no sé... tiene cinco dedos cada una. Las veo normales y algo huesudas quizás.

¿Qué ves desde tu ventana?: pues la calle de al lado y el bloque de enfrente. En medio hay un parque donde suelen jugar los niños.

¿Qué imagen podría definirte? Pues pongamos esta:

domingo, 4 de mayo de 2008

Que no te tanteen

Hombres y mujeres tenemos que hacer a menudo un gran esfuerzo para comprendernos y soportarnos. Desgraciadamente, algunas de las manías propias de cada sexo hacen que el contrario tenga que desplegar sus mejores cualidades para que la situación no desemboque en una gran enemistad. Yo, como casi todo el mundo, hay detalles de las mujeres que soporto con enorme paciencia, otros para los que ya no tengo tanta, y otros para los que no tengo (y a menudo tampoco quiero tener) la más mínima. Hoy voy a hablar del que se lleva la palma en el último caso: el tanteo.

¿En qué consiste el tanteo? Muy sencillo: Todos hemos vivido situaciones de esas en las que le dices a una mujer "Vamos a hacer A", y ella te responde "no, mejor hagamos B". Bien, hasta aquí nada especial. Se puede discrepar y cada cual puede defender lo que quiere hacer. Ocurre sin embargo que muchas veces, por amor a ellas, en nuestro eterno empeño por tenerlas contentas, o porque somos unos perezosos y no queremos discutir, o simplemente porque nos da igual, acabamos diciendo "de acuerdo, hagamos B". Bien, hasta aquí tampoco hay nada de especial; a fin de cuentas uno de los dos tenía que acabar cediendo.

Pero ahora viene la parte interesante. Resulta que de pronto, ante nuestra mirada atónita, ella suelta un "no, mira, creo que mejor hacemos A porque tal y porque cual". Bien, aunque la actitud resulte extraña (¿a qué viene cambiar ahora que te habías salido con la tuya?), en principio no debería haber problema, ya que a fin de cuentas era la opción que defendíamos. Lo único que nos mosquea y nos empieza a resultar sospechoso es que el porque tal y porque cual suele incluir alguna expresión del estilo "así te quedas tú contento" o "prefiero que decidas tú". Más que nada porque si taaaan desinteresada es la moza y taaanto se preocupa por tenernos contentos, ¿para qué nos lleva la contraria al principio?

En fin, da igual, nosotros seguimos en nuestro empeño de tenerla contenta y sobre todo en no discutir, así que respondemos "Bien, pues hagamos A", a lo cual ella responde entonces "ostras, pero lo que pasa es que claro, si hiciéramos B sería mejor por ésto y por lo otro". Aquí ya comenzamos a oler a chamusquina. Con la boca abierta y sin parpadear, nos esforzamos por intentar comprender la explicación de tan extraño comportamiento. Volvemos a cambiar entonces de opinión y aceptamos B, pero ella vuelve entonces a la A, y así va alternando hasta que, normalmente, el hombre, desesperado y con las manos en la cabeza, exclama "cariño por favor, di qué quieres que hagamos, hacemos lo que tú digas, de verdad, pero dime qué es lo que quieres". En otros casos, si el hombre es más irascible, puede acabar en pelea. De hecho, a mí estas situaciones me ponen de los nervios y he hechado más de una bronca por culpa de que me tanteen. Es probablemente lo que menos perdono a una mujer. No me importa que me ponga los cuernos, pero que no se le ocurra tantearme porque la liamos.

¿A qué viene este vaivén de voluntades? ¿Para qué nos marean de esta manera? Pues bien, he aquí la explicación:

Una de las características del sexo femenino es la de querer manejar nuestra voluntad mediante artilugios y sutilezas, puesto que en la fuerza física normalmente no pueden. Pero claro, para tener confianza en sus propios métodos, necesitan tantearnos de vez en cuando para comprobar hasta qué punto somos maleables. No es una prueba que se realice conscientemente, al menos en la mayoría de los casos; simplemente viene de serie con el carácter de la mujer; es algo que hacen instintivamente. Esta prueba periódica es el tanteo, y consiste justamente en lo que he descrito más arriba. El número de cambios que el hombre acepta antes de llegar al punto de desesperación, marca hasta qué punto es dominable:
  1. Ningún cambio: Cabezota, con el que es imposible hablar. Probablemente ella decidirá que no vale la pena seguir con alguien así, a menos que sea una sumisa convencida.
  2. Un cambio: Este es el nivel preferible. Eres un caballero que le cede la prioridad para tenerla contenta, pero no dejas que te lleven de un lado a otro como a un péndulo.
  3. Dos cambios: Vago. No tiene ganas de discutir, y cuando ve que la discusión no va a acabar nunca se rinde sólo para que le dejen en paz.
  4. Más de dos cambios: Calzonazos. Su voluntad está totalmente sometida. A las mujeres les divierte este tipo de hombre, aunque al final se acaban cansando que sólo sea un títere y prefieren al 1 o al 2.
Y hasta aquí la lección de hoy, amiguitos. La moraleja es: No dejes que te tanteen, una cosa es ser un caballero y otra un gilipollas.

He de puntualizar que en la lucha de ambos sexos por comprenderse y convivir, el esfuerzo es mútuo y este artículo que escribo no pretende meterse con las mujeres sin más: seguro que hay muchas cosas que ellas tienen que soportar de nosotros con idéntico espíritu de sacrificio. Simplemente quería comentar una situación habitual y que recientemente he tenido que vivir.

Imagen: http://www.syntagmamedia.com/category/credit-crunch/