martes, 24 de junio de 2008

En Agosto, trabajar

Entre mis muchas rarezas, ahora que llega el mes de Agosto, sale a relucir una más: las vacaciones. Siempre he sido contrario a pedirlas en ese mes. Me resulta muy relajante trabajar precisamente en esa época: los clientes no llaman, el jefe no está, vas a tu bola, y no pasas calor porque en la oficina hay aire acondicionado. Incluso en Julio prefiero reducirlas al máximo. Normalmente prefiero pedirme días sueltos, preferiblemente miércoles, que "rompen" la semana. De este modo no trabajo tan seguido y así no me agobio. Estar muchas semanas sin un puñetero día de vacaciones se me hace muy agobiante. Por eso jamás pido puentes y reservo esos días para pedirlos aparte.

Pedir días sueltos tiene otra ventaja: a menudo no puedo hacer nada porque el horario laboral obliga a dejar para los sábados por la mañana las compras, y también impide cualquier tipo de trámites que tengas que hacer. Si tienes un día libre que sea laborable y situado en un mes que no sea Agosto, puedes ir a cualquier parte y lo encuentras todo abierto, no como en Agosto, cuando muchas tiendas y todo tipo de servicios están cerrados o trabajan pocas horas. Incluso en cuanto a clima, es más relajante el mes de Mayo o el de Septiembre que los agobiantes meses de verano, con ese calor insoportable. ¡Si precisamente dan ganas de meterse en la oficina a refugiarse en el aire acondicionado e ir adelantando trabajo!

Por último, hay otra razón de peso: nunca se sabe en qué mes puede caer un concierto o festival para el que necesites pedirte un día, y hay que reservar algunas vacaciones para esos casos.

Imagen: http://www.espacioblog.com/myfiles/alfredokraus/sombrilla.gif

jueves, 19 de junio de 2008

Les mosses d'esquadra

Anonadado me hallo ante la noticia que acabo de leer en El Periódico. Resulta que el secretario general de la Conselleria d'Interior, Joan Boada, en un intento por superar el estúpido hembrismo que ponen en práctica algunas mujeres como la ministra de "desigualdad", Bibiana Aído, ha tenido la desafortunada ocurrencia de enviarles una carta a las agentes de los Mossos d'Esquadra para que opten a cargos relevantes dentro del cuerpo, incluso sin que necesiten pasar por los escalafones intermedios, cosa evidentemente es necesaria para tener una preparación que garantice una correcta capacidad, y que por supuesto se exige a sus compañeros de sexo masculino. Fuerte, ¿eh?, pues es real.

Ignoro si la "brillante" idea ha salido del propio Boada o de más arriba (quizás de la mencionada ministra, que últimamente está en todas partes, manteniendo así una presencia inversamente proporcional a la utilidad de su ministerio). Sea quien sea, se trata, evidentemente, de una decisión discriminatoria, injustificable y sobre todo una muestra de mala gestión, porque ¿cómo puede un político permitir que accedan a puestos importantes personas que no han superado aquellos niveles de preparación que se consideran esenciales? Se trata de una grave irresponsabilidad, contra la que ya algunos han protestado. Tanto es así que las propias mosses han dicho, con acierto, que tras una medida como esta, las propias inspectoras e intendentas que consiguieran alcanzar el cargo serían cuestionadas. En efecto, la iniciativa es contraproducente y, de aplicarse, no sólo no resolvería ninguna discriminación, sino que más bien la crearía, acompañándola además de recelos y desconfianzas.

No me ha gustado nunca la actitud de los políticos que, al estar en la oposición, piden continuamente la dimisión de los cargos del partido que gobierna, pero en esta ocasión sí creo que hay que pedirla. Boada debe dimitir por esto, y si la idea ha llegado de más arriba, alguien debería dar explicaciones. Políticos capaces de tomar decisiones como esta no pueden seguir en el cargo ni un día más.

Imagen: http://javiercostas.com/fotos200/escudo_mossos.jpg

domingo, 15 de junio de 2008

El Gran Hermano europeo

La Unión Europea es uno de los logros políticos más importantes de la historia de la humanidad. Que tantos y tan diferentes países, con lenguas diferentes, con culturas diferentes y que a lo largo de los siglos han mantenido largas y sangrientas guerras, de pronto se junten en una gran comunidad, es algo que debería llenarnos de orgullo a todos los que formamos parte de este proyecto.

Sin embargo, en este proceso a menudo se ven ciertos detalles que nos hacen ver los futuros "Estados Unidos de Europa" (porque a algo así nos encaminamos, nadie lo duda) como una especie de oligarquía de poderosos que han sometido a tantos pueblos históricos como Francia, España o Inglaterra, a la oligarquía de unos cuantos banqueros y burócratas.

Ya tuvimos la primera muestra cuando los políticos de Bruselas (o Estrasburgo, no vamos a ponernos quisquillosos) intentaron colarnos la Constitución Europea. Desgraciadamente, hubiera "cantado" demasiado imponerla sin ningún tipo de consulta, así que dejaron a los países miembros la posibilidad de realizar un referéndum al respecto, con el resultado que todos conocemos: ocurrió que los ciudadanos no pensábamos como ellos, y como en una democracia el poder nos corresponde a nosotros, pues adiós constitución.

Ahora, con el Tratado de Lisboa, aprendida la lección, han intentado pasar por alto la consulta, no vaya a ocurrir que el pueblo, ese molesto elemento de la política, les fastidie sus bonitos planes. Pero, oh, desgracia: resulta que entre tanto país, siempre tiene que haber alguno que cometa el muy democrático error de preguntarle a la gente lo que piensa. En este caso ha sido Irlanda, y la gente lo ha rechazado. Vaya por Dios. Pero no pasa nada, los dirigentes europeos se han apresurado a decir que se avanzará igualmente. ¿Qué quieren decir en el fondo? Que se pasan por el forro de los huevos lo que digan los ciudadanos de Irlanda o de cualquier otro país, que ellos ya tienen sus proyectos en mente y éstos son demasiado importantes como para que los ciudadanos vengan ahora a joderles la marrana. Vamos, hombre, hasta ahí podríamos llegar.

Con razón ha salido luego el presidente de Portugal diciendo que jamás hay que someter los tratados a referéndum. Claro que no hombre. "¿Pa qué? ¿Pa cagarla?" Con lo fácil que es vivir en oligarquía, ¿eh, señor Cavaco Silva? De afirmaciones como esta a imponer un control político férreo, en el que un Gran Hermano nos vigila sin que podamos contrarrestar su poder, hay muy poca distancia. Nos la estamos jugando, pero bien.

Por cierto, que esta declaración no es la excepción, sino la regla en el mundo político, y eso es lo preocupante. No hace mucho Felipe González hizo unas declaraciones parecidas sobre el referéndum de la OTAN. Son políticos que, en el fondo, ya no creen en la democracia, por mucho que se llenen la boca con ella en sus discursos.

No contentos con eso, nuestros queridos burócratas de la UE han tirado adelante una medida tan evidentemente impopular como la de las 65 horas semanales, que evidentemente jamás hubiera podido superar un referéndum. Porque sí, porque ellos lo valen. Si os gusta bien y si no también.

Y lo más cachondo de todo es que, en cierto modo, vivimos en un lugar afortunado del planeta Tierra, una especie de último reducto de una mínima democracia y libertad. A veces me pregunto si los dos últimos siglos de Historia han servido de verdad para algo.

Imagen: http://mundodesconocido.com/imagenes/censura.jpg

miércoles, 11 de junio de 2008

No pasa nada, circulen, circulen...

Viví mi adolescencia antes del derrumbamiento del bloque comunista, y por tanto aún estuve a tiempo de escuchar algunos debates en los que los últimos defensores de aquel sistema discutían con los capitalistas (que no suelen definirse a sí mismos como tales, sino que prefieren nombres más guays, como "liberales" o "demócratas") sobre cuál era mejor para la sociedad en general.

Bien, aquello terminó, con la consiguiente autocomplacencia de los segundos, que sacaron pecho afirmando que se había comprobado que el sistema que ellos defendían era, no sólo mejor, sino el único posible, mientras los primeros advertían ya que el fracaso de uno no demostraba el éxito del otro. Ahora se ve que aquellas premoniciones eran ciertas. La verdad es que no hacía falta ser muy sabio para intuírlo: cualquiera con un poco de conocimiento se da cuenta que la concepción capitalista de la sociedad lleva a grandes problemas sociales contra los que este sistema no tiene solución alguna.

En los últimos años muchos han propuesto una "fórmula mixta", en la que el capitalismo tradicional (ahora con una careta nueva llamada "globalización", pero que sigue siendo lo mismo o peor), se ve suavizado por lo que llaman medidas intervencionistas. Las medidas intervencionistas consisten en decir "pasamos de intentar crear una economía que redunde en el provecho de toda la sociedad en lugar del beneficio de unos pocos, pero cuando algún colectivo se cabree demasiado, pues le damos alguna subvención o imponemos algún precio mínimo al mercado, y así vamos tirando". Qué solución tan salomónica. Lástima que a la larga no sirve, porque es la esencia misma del sistema la que siempre nos conducirá a lo mismo: trabajadores tratados como simples piezas de una gran máquina que manejan unas pocas superempresas globalizadas, cuyo poder es casi mayor que el de los gobiernos. Las medidas intervencionistas no son más que un barniz que sirve para disfrazar la realidad de fondo.

Ante este panorama, sorprende la poca capacidad crítica de la sociedad. Cuando el comunismo se discutía, nadie se dejaba en el tintero sus múltiples defectos: que se pierde competitividad al transformar a la sociedad entera en un conjunto de funcionarios, que es un sistema cerrado que impone un partido único, que el aparato del estado se convierte en una gran burocracia fácilmente corrompible, no presionada por ningún mercado... También por aquel entonces los comunistas entonaban las no menos ciertas debilidades capitalistas: que centrarlo todo en el beneficio de unos pocos jamás llevará a la felicidad de la sociedad en general, que abandonarse a la ley del más fuerte sólo puede conducir a una nueva época feudal, con sus señores y vasallos, que no siempre lo más competitivo es lo mejor para la sociedad en su conjunto (pensemos por ejemplo en el impacto sobre el medio ambiente de ciertas prácticas empresariales)... ¿Dónde están ahora esas críticas? Me cuesta verlas. La sociedad en su conjunto, camina cabizbaja ante el imperio de la idea única e indiscutible. Lo que al partido comunista de la URSS le costó tanto trabajo conseguir, a fuerza de enviar opositores a la prisión, lo ha conseguido nuestra sociedad sin que casi nos demos cuenta. Ya no discutimos, aceptamos implícitamente que las cosas son como son y no pueden ser de otra manera, y que quien diga lo contrario, forzosamente debe ser algún comunista rezagado o algún "iluminado" como los nuevos líderes sudamericanos: Chávez, Correa, Morales...

Pues no. Un principio básico de la filosofía que jamás debemos olvidar es que las cosas pueden ser de otro modo. Siempre pueden ser de otro modo, digan lo que digan los conservadores de lo contemporáneo. Es más, no sólo pueden ser de otro modo, sino que pueden ser de muchos otros modos diferentes. Y este principio vale para todo: la política, las costumbres, la economía, la cultura... nada es para siempre y la sociedad cambia (pese a algunos). "El sistema", en cambio, intenta hacernos creer lo contrario, dejando a un lado cualquier autocrítica, y apartando a quienes lo cuestionan; y es triste ver que cuando alguien aparece creando intraquilidad al respecto, ya salgan los "adaptados" diciendo, "bah, no hagan caso, ¿no ven que sólo es un loco? Vamos, circulen, por favor".

Imagen: http://nata-caramelodelimon.blogspot.com/2008_01_01_archive.html

sábado, 7 de junio de 2008

"Vaya, aquí no venden kikos" - "¡Vete a tu país, pelotudo ignorante!"

Ayer o anteayer descubrí un pequeño pero interesante blog en el que un español residente en Tucumán (Argentina) cuenta algunas curiosidades del país que le acoge (y más particularmente de aquella región). Me pareció interesante y por eso podéis verlo en mi lista actual de enlaces. Podría complementar lo que él explica con algunas de mis impresiones personales sobre los argentinos, porque tanto este país como sus habitantes me han parecido siempre muy curiosos, pero lo dejo para más adelante. Ya caerá, lo prometo. Hoy querría detenerme en otro detalle.

Si os fijáis en su última entrada a día de hoy, veréis que se ha generado una increíble polémica en la lista de comentarios. ¿Y por qué? -os preguntaréis- ¿Acaso se ha ofendido la dignidad nacional argentina? ¿Ha dicho que las Malvinas deben ser británicas? ¿Que los argentinos son terroristas o algo así? ¿Ha negado la divinidad de Maradona? No, simplemente, como cualquier persona que cambia de ambiente, ha echado en falta ciertos elementos habituales de su vida cotidiana en España y ha encontrado otros que aquí no había, y ha comentado ambos casos. Cosas como que en Argentina no usan fregonas, o que es muy difícil comer productos tan habituales aquí como la tortilla de patatas o los populares "kikos"; todo ello en tono de humor y de abierta y franca charla, jamás de ofensa o menosprecio hacia un país que (como se puede comprobar con sólo pasearse un poco por el blog) le encanta. Pues bien, por lo visto algunos argentinos se han sentido ofendidos por tan sencillos comentarios y se ha liado una buena. Curioso.

A mí esto me recuerda una simpática entrada que otro "blogero" creó hace tiempos sobre el famoso "¿Por qué no te callas?" del rey, y en la que explica su pique personal con un sudamericano en los comentarios de Youtube (vale la pena leer la narración del pique porque resulta muy ilustrativa). Allá dice Scaramouche con mucha razón que: Lo que más me gusta de Youtube es calentar a otros usuarios sudamericanos, porque son buena gente, pero es facilísimo y saltan en el acto.

En efecto, siempre he notado que son gente muy susceptible, y hoy quería hablar de esto, de la susceptibilidad sudamericana. Resulta llamativo comprobar en cualquier medio de internet, especialmente en foros o sistemas parecidos a los foros, como los comentarios de los blogs, siempre hay usuarios especialmente susceptibles, que saltan a la mínima, incluso sin provocación aparente, y que en seguida caen en insultos o acusan al adversario de fascista, ignorante y mil cosas más, y... curiosamente casi siempre son hispanoamericanos. A los españoles, en particular, nos tienen mucha tirria, aunque no faltan los piques entre ellos, como cuando se enfrentan chilenos y argentinos, e incluso entre individuos de la misma nacionalidad. Por alguna curiosa razón, se lo toman todo muy a pecho, son muy pasionales.

Recuerdo que cuando estuve en Buenos Aires, por motivos de trabajo, el comercial de mi empresa que trabajaba allá (y que era madrileño) me comentó algo que siempre he comprobado que es bastante cierto. Dijo que los argentinos tenían un patriotismo curioso: Siempre hablaban pestes de su propio país entre ellos, e incuso si les preguntabas te las decían, pero que no se te ocurriera ti decir de Argentina lo que decían ellos, porque entonces sí lo tomaban como ofensa, y parecían volverse patriotas de pronto; además, en determinadas circunstancias, como en los encuentros de fútbol, se transformaban extrañamente y todos eran entonces alvicelestes hasta la muerte.

Los españoles también somos un poco así. Si le preguntas a un español qué piensa de su país, seguramente te dirá cosas no muy buenas, o directamente malas. Te hablará de la corrupción, de que somos la cola de Europa, bla, bla, bla. Ahora, que se cuide mucho un extranjero, sobre todo si es inglés o francés, de meterse con nuestro país, que ya saltarán todos sobre él como si esto fuese el levantamiento del 2 de Mayo. Y con lo del fútbol pasa igual; aquí la bandera nacional se usa para poco más que para adornar los edificios oficiales, y porque lo manda la ley, que si no ni eso; pero cuidado, cuando llegan las competiciones internacionales de fútbol, de pronto todo es rojo y amarillo. Ver para creer.

Aún así, los españoles practicamos este contraste dentro de límites bastante razonables, creo yo. Los hispanoamericanos, en cambio, lo llevan a extremos increíbles. Por la más mínima observación, saltan a la yugular como si fuesen soldados de Bolívar y estuviéramos en plena campaña por la independencia de América. Hacen mal. Esta conducta les hace quedar a menudo en ridículo en las discusiones foriles, apareciendo como fanáticos e ignorantes. Yo imagino que quienes dicen esas cosas son gente que ha viajado poco o, incluso habiéndolo hecho, no se ha movido lo suficiente ni ha conocido un número de gente amplio en los diversos países en los que ha estado. Si lo hubieran hecho, hubieran comprobado que las personas son más o menos iguales en todas partes, y que es ridículo andarse con esas manías patrióticas y exaltarse por cualquier observación. Al final, la gran diferencia entre un sitio y otro es que en uno comen kikos, y en el otro dulce de leche.

Imagen: http://www.iespalomeras.net/allnatural