domingo, 27 de julio de 2008

Tres películas antiguas

Como estos últimos días he pasado muchas horas en casa, me he dedicado a ver algunas películas clásicas, así que hoy os explico lo que me han parecido tres de ellas, por si a alguien le sirve de guía para verlas (o para no verlas). El cine no es precisamente mi pasión, pero hay detalles que creo que no se le escapan a nadie, aunque no sea un gran aficionado.

Comenzaré por Beau Geste, de 1939 (en blanco y negro, por supuesto), protagonizada por Gary Cooper y basada en un famoso libro del mismo título. Película de aventuras con una trama bastante interesante, y creo que muy bien dirigida. Hay detalles que no me gustan mucho, como el carácter demasiado exagerado y caricaturesco que se les da a los personajes despreciables, como el joven heredero (Gussie) o el ladrón ruso Rasinoff, pero lo compensan otros detalles como la excelente interpretación de Brian Donlevy dando vida al sargento Markoff (cuya nacionalidad rusa se debe a cuestiones políticas del año en que fue filmada la película, ya que en la obra original, el sargento es francés). Lógicamente, la película rebosa de escenas donde se exhalta la amistad, la camaradería, el honor, etc., pero curiosamente los combates con los tuaregs no centran la acción, sino que todo se mueve alrededor del tema del robo de la joya, y más tarde alrededor del intento de motín. Esto es algo muy positivo, porque deja de ser una simple película de guerra o de aventuras para capturar al espectador con la intriga de qué pasará a continuación. Incluso la historia de amor entre John y Isabel queda algo disimulada, como simple complemento.

Tan poco cuidado se puso en las escenas de guerra que incluso se cometieron algunos errores, como que los vigías nunca avisan de que se acerca el enemigo hasta que éste ya ha disparado el primer tiro (qué listos, para eso no hace falta nadie vigilando), cuando la visibilidad que tienen desde la torre les permite perfectamente ver al adversario mucho antes de que éste se encuentre a distancia suficiente como para comenzar a disparar. Pero bueno, es una licencia que queda algo disimulada, ya que el espectador está más pendiente de saber qué hará Markoff a continuación o si alguno de sus hombres le pegará un tiro que de fijarse en estos detalles. En general, es una película entretenida y bastante buena dentro de su género.

Para continuar, tenemos uno de los más clásicos "westerns": Centauros del desierto, protagonizada por John Wayne (qué raro, John Wayne en una del Oeste...) y dirigida por John Ford (qué raro también). La verdad es que el "western" no suele ser un género en el que abunden las buenas películas. Hay demasiadas que se limitan a repetir los clichés de siempre y listo, pero lógicamente, se puede encontrar de todo. Hay verdaderas joyas como El día de los tramposos, donde Kirk Douglas y Henry Fonda están geniales, en una historia bastante interesante y que no es la típica pelea con los indios o el típico duelo de pistoleros. También tenemos películas divertidas y bastante originales como El bueno, el feo y el malo, o algunas simplemente entretenidas como Río Bravo, también protagonizada por John Wayne, pero que dentro de todo no está mal, pese a ser la típica película del Oeste. Por último, están los bodrios que no se aguantan por ninguna parte o que sólo repiten fórmulas prefabricadas y encima mal. Películas de esas en las que te encuentras indios con los ojos azules, malvados de pacotilla, pistoleros que no fallan un puto disparo de los cuatrocientos que tiran en una hora y media, prostitutas que parecen de todo menos prostitutas, y por supuesto mucho whisky (o tequila si les da por atravesar la frontera). Nadie bebe vino ni agua a pesar del insoportable calor.

Pues bien, Centauros del desierto pertenece a esta última clase. Ya las primeras escenas, con las típicas imágenes de la familia tradicional americana de las zonas rurales y el héroe solitario que llega a casa nos anuncian que estamos ante cualquier cosa menos una película original, y que los clichés van a estar presentes por todas partes. Así es. No falta ni el típico viejo calvo delgaducho al que le gusta estar todo el tiempo en una mecedora (a veces me pregunto si en Estados Unidos era tan frecuente ese tipo de personaje, porque mira que aparece en películas). El indio (malo, evidentemente) es un actor blanco, cómo no, y encima con los ojos claros. Mira que debe haber actores, no digo ya indios, pero sí al menos morenos, con los ojos negros y la piel algo oscura para pasar un poco desapercibidos; pues no, hay que poner al que se vea más falso que un duro sevillano.

Para colmo, la trama se hace de lo más pesada, con John Wayne y su joven ayudante (que toda la película sospechamos que es su hijo por los comentarios que se hacen, y al final nos quedamos sin saberlo, menuda gracia) dando vueltas por toda Norteamérica (México incluído) en busca de la dichosa niña que raptó el indio malo, y encima la muy hija de puta, cuando la encuentran va y dice que no, que después de tantos años ella ya es comanche y que se vayan. No me extraña que John Wayne saque el revolver y esté a punto de pegarle dos tiros. Yo hubiera hecho igual (hoy en día estas cosas son más delicadas porque a lo mejor hasta te sale alguna ministra de igualdad para censurar la película diciendo que alentaba la violencia de género). Es que hay que joderse, los dos tíos dando vueltas por ahí sin parar, aguantando nevadas, transitando desiertos, atravesando montañas y enfrentándose solitos contra los indios (otro detalle inverosímil, pero claro, hay tantos en la película que ya no viene de aquí), y la niñata va y dice que se vayan. Y bueno, no comento la "carga de caballería" del final, con una escasísima tropa de civiles al mando de un viejo capitán contra todo un poblado indio, porque es que es de risa. Mira que hay cargas de caballería en la historia del cine, pero yo creo que esta es la más penosa jamás filmada, con los yankees corriendo de un extremo a otro del campamento en el que casi no se ven indios (será que estarían durmiendo la siesta) y cuando llegan al final, vuelta para atrás otra vez con la corneta... en fin, película a evitar totalmente.

Estuve mirando algunas críticas de la gente en la red sobre esta película y me encantó la frase con la que terminaba la explicación de una de las personas que la había visto: "El mejor final para esta película sería un meteorito que acabara con todos". Qué gran verdad. Lo más cachondo es que me animé a verla porque escuché que Steven Spielberg había dicho que era la mejor película de la historia. Pues macho, cuál será la peor. Claro que a mí tampoco me gustan algunas de las películas de Spielberg, ahora que lo pienso.

Por último, y para acabar con buen sabor de boca, también quiero comentar una película poco conocida pero que no está nada mal: La Kermesse heroica, comedia francesa de 1936 ambientada en el Flandes español. Representa una pequeña ciudad flamenca a la que llega el Duque de Olivares con su escolta para pasar la noche mientras prosigue su camino. Los lugareños se asustan al principio, pensando que los soldados españoles van a saquear la ciudad, y los hombres se esconden. Las mujeres, entonces, les reciben amistosamente y la estancia se hace de lo más agradable entre festejos y banquetes. Al final de la película los soldados salen de la ciudad desfilando con ramos de flores en las puntas de sus picas y arcabuces. Todo un curioso ejemplo de alegato pacifista y feminista, pero que nunca abandona el toque cómico. Es entretenida y al mismo tiempo con mensaje, algo muy difícil de conseguir. Lógicamente, algunos detalles quizás resulten anticuados, pues el mundo ha cambiado mucho desde 1936, pero realmente vale la pena verla. La película, aunque consiguió premios y fue muy alabada, fue también prohibida, tanto por los franceses como por los ocupantes alemanes durante la guerra. Evidentemente, la mentalidad con la que está hecha es demasiado abierta para ciertas mentes estrechas de entonces. Incluso resulta algo liberal, como en el detalle de la posadera que se va cepillando a sus huéspedes españoles uno detrás de otro. Un detalle realmente sorprendente en una película de aquellos años. Y es que el director no para de mostrarnos las cosas desde una óptica realista y humana, para hacernos ver que los tópicos no son más que falsedades. Al principio de la película los flamencos se imaginan escenas espantosas en las que los españoles van a saquear e incendiar su ciudad, y luego sólo hay fiestas y concordia; incluso el cura, pese a su aspecto inquisidor, es un personaje bastante simpático y algo borrachín. Creo que el mensaje de la película se puede resumir en una escena en que los soldados están tomando algo en el mesón, y la mesonera le dice a su marido "¿Lo ves? Creo que somos injustos con los españoles", y su marido, que era quien había esparcido la alarma y la leyenda negra, responde: "Qué quieres, es la política". Recomendable película para aquel que quiera ver algo divertido e inteligente a la vez.

Imagen: http://www.blogdecine.com/2005/10/25-la-kermesse-heroica-satira-sobre-la-guerra-y-el-heroe

jueves, 24 de julio de 2008

Nueva presentación

Bueno, como veis, el blog ha cambiado de aspecto. Llevaba ya un tiempo dándole vueltas a adoptar un diseño más atractivo que el de las plantillas predefinidas de Blogger, y finalmente me he decidido tras ver el enésimo intento de Iris por hacer un blog (eso es fácil) y mantenerlo (eso ya es más "complicao"). Si ella ha podido encontrar un diseño atractivo para el suyo, pues yo no voy a ser menos, así que tras unas cuantas pruebas, he encontrado esta plantilla (Decorative, se llama) que es bastante agradable a la vista. Como podéis ver abajo de todo, es un diseño de Free CSS Templates , adaptado por Blog Ingeniería (he mantenido la nota de los creadores, ya que siempre está bien agradecer de este modo su ayuda).

No descarto que en los próximos días haga alguna prueba más y acabe quedando otro estilo como definitivo, pero de momento, este es el que hay.

El sistema de las mil caras

Interesantísima la entrevista a Chomsky que recientemente ha aparecido en la red. En ella se comenta la relación entre el control de la información que realiza el fascismo y el que realizan hoy en día las clases empresariales en nuestra sociedad, convertidas en la nueva oligarquía que pretende controlarlo todo. Comenta que los medios, dominados por esa clase empresarial y política, pretenden ofrecer una visión de la política falsa, amarillista, que sólo aborda la superficie de los problemas, sin entrar en aquellos que, de ser cuestionados por la población, podrían traerle problemas a esa clase dominante. Y pone un ejemplo claro: la sanidad en Estados Unidos, una de las grandes preocupaciones de la población, que querría una asistencia básica gratuita. Sin embargo, ninguno de los famosos políticos propone cambiarla para hacerla semejante a la de los países europeos. Pero es que ni siquiera se trata el tema, se pasa por alto para que quede oculto, a ver si así la gente se olvida de él. Desde este punto de vista, todos los candidatos son iguales, y sus diferencias consisten sólo en detalles del carácter o medidas secundarias.

Realmente, vivimos ante una farsa, ante una aparente diversidad tras la que hay el mismo fondo. ¿Qué diferencia substancial apreciamos entre Schroeder y Merkel? ¿Y entre Blair y Brown? El propio Obama, del que tanto se habla y que tanto presume de representar el cambio, ¿qué propuesta importante ha hecho para que podamos esperar de él algo muy diferente de los últimos cuatro o cinco presidentes de los Estados Unidos (si hasta de retirarse de Irak y no atarcar Irán se está desdiciendo poco a poco o va poniendo matices)? Chomsky lo explica muy bien: es más de lo mismo, pero con una cara más amable; son los mismos abusos de siempre, pero con más educación. Somos los espectadores de una película en la que nos dicen quiénes son los buenos y quiénes son los malos, pero tras esa trama se oculta una realidad bien diferente y que podría verse desde otro punto de vista, como bien ha señalado recientemente Javier Ortiz. Se acallan crímenes que podrían poner en peligro a los que dominan el cotarro, mientras se nos sirve en bandeja la cabeza de algún malvado como Saddam o Karazdic para que nos cebemos en él y nos sintamos más a gusto creyendo que vivimos en una sociedad que persigue a los criminales. Lo malo es que sólo persigue a los criminales que le interesan; a los otros, según como, hasta los ampara.

El sistema intenta desviar nuestra atención ocultándose tras varios rostros, aparentemente diferentes, pero que en el fondo vienen a ser lo mismo. Los medios españoles también forman parte de esa gran farsa. ¿Qué más nos da que las noticias nos vengan filtradas por Polanco o por Pedro J? ¿Que cambiará un poco la "idea de españa"? ¿Que uno estará, aparentemente más cerca de la Iglesia y el otro nos parecerá "más laico"? Pequeñeces. Al final, es lo mismo: un grupo de empresarios que nos dice, a través de su monopolio de los medios, qué es lo que tenemos que percibir como "la realidad". Es como esas grandes empresas químicas que sacan al mercado muchos tipos de detergente, pero da igual, todo es un simple producto, un cambio de nombre: al final, la empresa es la misma. Uno cree que hay una competencia entre marcas y en parte es así, pero resulta que las marcas pertenecen a los mismos dueños, o sea que al final, sigues comprando al monopolio.

Un ejemplo ilustrativo en la política española: En el último congreso del PSOE, Zapatero, después de la típica charla en la que se habla de lo muy socialistas que son, terminó su discurso pidiendo a sus segudores que "consumieran". Ver para creer, un partido socialista preocupado por mantener la sociedad de consumo, para que la rueda siga girando. ¿Qué indica eso? Pues que al final todo viene a ser lo mismo. Y eso por no hablar de la votación de las 65 horas semanales en Europa... Da igual que los partidos socialistas alardeen de ser muy progres o que los conservadores estén siempre hablando de que dan "un giro al centro". Ni giro ni leches, seguimos con la misma mentalidad. La verdad es que nadie ofrece alternativas reales y toda innovación en la política se reduce a cuestiones más bien idealistas o de fachada. Nombrar a una mujer ministra de defensa, inventar una asignatura alternativa a la religión... son todo operaciones de maquillaje tras la que se mantiene la misma mentalidad de siempre, y si el partido vencedor hubiera sido otro, sería igual. No hay aportaciones nuevas, y los grandes desafíos de los países siguen ocultos tras pequeñeces a las que los medios dan toda la publicidad posible para que parezcan importantes.

Imagen: http://otraexpresion.com/2008/04/17/mccain-obama-y-clinton-igualados-en-las-encuestas/sondeo-demuestra-empate-entre-mccain-clinton-y-obama/

martes, 22 de julio de 2008

El Afrikaschiff y otras curiosidades de la Primera Guerra Mundial en África

Como complemento a los dos artículos que escribí sobre la campaña de von Lettow-Vorbeck en África, cuento hoy algunos detalles que también son interesantes, especialmente el increíble viaje del Afrikaschiff.

Ocurrió que a finales de 1917, el alto mando alemán, admirado por la gesta que estaba realizando von Lettow-Vorbeck, pensó que estaría bien darle un poco de apoyo logístico, ya que la campaña de África, aparte de retener una buena parte de los recursos británicos, podía servir como propaganda para elevar la moral de las tropas, puesto que era de admirar que aquel reducido ejército estuviera resistiendo de una manera tan heroica.

Se planteó entonces la manera de enviarle material, y como era imposible hacerlo por tierra o por mar, se pensó en enviar un dirigible. En ese momento se estaba construyendo uno, el LZ 102, que fue rebautizado como Afrikaschiff y escogido para la misión. Se notificó por radio a las tropas de África el día y lugan en que debían encontrarse con él, pero una tormenta destruyó el aparato, y se tuvo que adaptar a toda pisa un segundo dirigible, el LZ 104, que inició su vuelo el 21 de noviembre de 1917. Partió de una base en el Yambol, al sur de Bulgaria y atravesó el Mediterráneo oriental para entrar en África al oeste del Nilo, intentando esquivar las posiciones británicas. Desgraciadamente, el día 23, cuando estaba a la altura de Khartum, en Sudán, fue informado de que von Lettow-Vorbeck y sus hombres habían tenido que abandonar Tanzania para adentrarse en Mozambique, y no podrían reunirse en el lugar indicado. Se vieron entonces obligados a dar la vuelta y llegaron de nuevo a su base el día 25. En ese momento habían recorrido más de 7000 km en 95 horas seguidas de vuelo. El viaje más largo realizado hasta entonces por un dirigible.

Pero no todos los hechos de la guerra fueron tan románticos como este curioso viaje. Otros detalles resultan escalofriantes, como los de las muertes producidas por la guerra. Resulta además, muy curioso que en la campaña africana no murieron realmente muchos hombres en combate, pero en cambio sí muchísimos por otras causas como las enfermedades. La mortandad fue increíble entre la población negra, que era la que aportaba, no solo la mayoría de los soldados, sino de portadores y recursos humanos de todo tipo. Aunque las cifras de muertos alemanes no sobreparon los 2.000 ni las de británicos los 10.000 (dos tercios de ellos por enfermedades), las de muertos africanos totales se cifran en unos 100.000. También tenemos que recordar el enorme esfuerzo de aquellos territorios, puesto que, aparte de los que murieron, muchos otros fueron desplazados u obligados a servir en la guerra, con lo que se rompió la vida de miles de familias y se sometió a las poblaciones africanas a un enorme esfuerzo, que rara vez ha sido recordado.

Fuentes: http://ca.wikipedia.org/wiki/Teatre_d%27operacions_d%27%C3%80frica_oriental_(Primera_Guerra_Mundial)
http://en.wikipedia.org/wiki/East_African_Campaign_(World_War_I)

Imagen: http://www.sapiensman.com/old_planes/dirigibles.htm

domingo, 20 de julio de 2008

Monsieur le six

Me he percatado de que llevo ya más de un año con este blog y nunca he explicado el porqué de su nombre. Seguramente muchos ya lo sabrán, pero una buena parte de los visitantes no. El nombre se debe al Marqués de Sade, un escritor sobre el que podría llenar páginas y páginas, pero hoy me limitaré a comentar esta curiosidad. Monsieur le six fue un sobrenombre que le pusieron al marqués sus carceleros mientras estuvo encerrado en la prisión de Vincennes, debido a que ocupaba la celda número seis.

"Vaya, hombre, ¿y no había otro autor que el Marqués de Sade que pudiera servir de inspiración al autor del blog?", os preguntaréis. Sí, muchos, pero este es el más adecuado, porque me ha parecido que escribir en un blog es hacer un poco lo mismo que hizo Sade en su celda, mientras comenzaba a escribir sus terribles obras, aislado del mundo, un mundo que estaba en su contra. En cierta manera, muchos "bloggeros", y especialmente los que somos algo políticamente incorrectos en nuestros artículos, hacemos eso. Vemos que pasan cosas que nos llaman la atención (muchas de ellas desfavorablemente) y aunque estemos atados de pies y manos para cambiar el mundo, tenemos la posibilidad de contarlo, gracias a este fantástico invento que es Internet. Y la verdad, es más cómodo un blog que el rollo de papel que usó Sade para redactar, con letra minúscula, Las 120 jornadas de Sodoma.

Imagen: wikipedia

viernes, 18 de julio de 2008

Certera reflexión sobre la corrección política

No puedo resistirme a "copiar y pegar" aquí un texto que Jesús Hernández ha escrito en los comentarios a una entrada de su siempre recomendable blog, ¡Es la guerra! (por supuesto, lo tenéis también en mi lista de enlaces), en la que cuenta los ataques que está sufriendo el conocido líder de los Motörhead, Lemmy, por su ya más que conocida costumbre de aparecer con atuendos nazis. He querido reproducirlo aquí porque explica de manera muy acertada algo que yo también vengo pensando últimamente, y siempre está bien dar algo más de publicidad a estas reflexiones, y más cuando está candente la noticia (o más que notica una más de las polémicas que nos distraen de los problemas de verdad) que ha saltado últimamente con lo de los cuadros del Congreso. En fin, dejo la palabra a Jesús:
Bien, lo que pasa es que desde hace unos pocos años estamos bajo la dictadura de lo políticamente correcto, esa moda que llegó de USA para quedarse.
En los 80 no pasaba eso; el grupo Gabinete Caligari antes de cada actuación decía al público: "hola, somos Gabinete Caligari y somos nazis". Pero era una especie de boutade, destinada a provocar. Hoy eso sería impensable.
Por ejemplo, en El País salía el otro día que habían llegado cartas de queja de padres de niños autistas porque en un editorial se podía leer que "el gobierno sigue una política autista" o algo así. Y sobre el lenguaje supuestamente sexista ya ni hablamos...
Creo que en los 80 había mucha más libertad que ahora en ese sentido, ahora la autocensura es continua y los "ofendidos" crecen como setas en cuanto uno dice algo que se aparte de lo establecido.
Supongo que la ley del péndulo se impondrá pero hasta ese momento tendremos que seguir con noticias de este tipo.
Y aquí otro ejemplo de hoy mismo, sobre una baraja de cartas de personajes históricos y claro, ya han salido los escandalizados porque entre ellos aparece Hitler...

De libro. Un aplauso, Jesús.

Imagen: http://www.rockandrollarmy.com/magazine/magazine/nazismo-y-rock.html

miércoles, 16 de julio de 2008

Sobre Arturo Pérez-Reverte

Hace tiempo que tenía ganas de decir algo sobre este ex-reportero, y ahora me ha dado por hacerlo después de haber leído una divertidísima (o al menos a mí me lo parece, no creo que a Pérez-Reverte se lo parezca tanto) crítica a su obra Corsarios de Levante, escrita por Mary Luz Bodineau en La fiera literaria. La verdad es que de esa crítica hay cosas en las que coincido bastante y otras en las que no tanto, aparte de que creo que su autora peca de un exceso de celo en sus ataques al escritor, que a veces dan la impresión de ser una manía personal (no digo que así sea, sino que provoca esa impresión), pero igualmente la recomendaría mucho a todos, tanto a quienes leen a este hombre como a quienes no lo leen. Existen otras críticas sobre Pérez-Reverte publicadas en esa misma revista, como ésta, por ejemplo, pero no se centran en textos concretos de una obra y, por tanto, son más discutibles.

A Pérez-Reverte, le conocí, como tantas otras personas, viéndolo por la televisión mientras nos contaba cómo iba la guerra de Bosnia. Me pareció un buen reportero que se adentraba en la situación, no como muchos de los de ahora, que parece que estén ahí sólo para simular que se nos está informando con datos de primera mano, cuando en realidad no hacen mucho más que leer los comunicados de las agencias de información.

Luego desapareció de la TV y me enteré de que escribía artículos en los periódicos y que había sacado una obra titulada Territorio comanche. Me pareció un poco raro porque no confío mucho en que alguien de pronto "se meta" a escritor así como así, pero como nunca se sabe y a mi padre le dio por comprar la obra, pues le eché una ojeada. Me pareció un escrito lamentable, no ya para un escritor, sino incluso para un periodista. Parecía querer dotar de realismo al texto a base de lenguaje soez y mal gusto, como si las guerras se transmitiesen mejor hablando así (Homero también nos contó una guerra y nunca usó ese lenguaje). En fin, pensé que era un fenómeno puntual, pues era también la época en la que algunos personajes de la TV de pronto saltaban al mundo de las letras, no se sabía muy bien cómo. Recuerdo por ejemplo a Ángeles Caso, que pasó de anunciarnos el anticiclón de las Azores a hablarnos de la empreatriz Sisí.

Más tarde, creció su fama gracias a la serie Alatriste, con la que casi se convirtió en el Emilio Salgari de la España del siglo XXI. Pensé que quizás podría darle una oportunidad (aunque sin mucha fe, lo confieso) y le eché una ojeada a alguna de sus obras (siguiendo mi principio de los seis párrafos). Nueva decepción. De acuerdo, la prosa ya no era tan vulgar como la de Territorio comanche, pero se me antojaba pedante, superficial, propia de un escritor que quiere impresionar mucho siendo muy poco... no me convenció, y definitivamente desistí de encontrar en él a un escritor de calidad.

Poco después me enteré, con no poca sorpresa, de que había sido nombrado miembro de la Real Academia. Qué fuerte, pensé. Pero bueno, una vez más hice un acto de fe y confié en que quizás sería un buen académico aunque no fuese un buen novelista (cosa perfectamente posible, y en la que sigo confiando, por cierto). También llegué un día, por casualidad, a un artículo de los que escribe en XLSemanal, y la verdad es que me pareció muy bueno (hablaba de cómo habían querido impedirle en el Escorial que diese explicaciones a sus acompañantes sobre lo que iban viendo).

Desde entonces, leo su página cada semana, y aunque no me parece el mejor articulista del mundo, creo que se desenvuelve bastante bien. Le va mucho más ese género porque hay que ser más breve, más directo que en la novela, y parece que cuadra más con su carácter y su manera de decir las cosas. Cuando escribe artículos literarios no me gusta nada (y cada vez que lo hace me recuerda por qué no me gustan sus novelas), pero cuando son de opinión, me parece una persona que dice lo que piensa sinceramente, valientemente y sin cambiar de chaqueta. Cierto que a veces es un poco cansino con ciertos temas, o que se excede un poco queriendo parecer más directo a base de usar tacos, o que le sale la vena "tradicional" (vamos a dejarlo ahí para no buscar otros adjetivos más polémicos) cuando trata temas como las mujeres o la visión de España, pero aún así, siempre publica algún que otro texto en el que se muestra certero y mordaz. Las críticas a las feminazis, por ejemplo, me divierten muchísimo, porque no es fácil encontrar gente en este país y en estos días que se atreva a decir ciertas cosas políticamente incorrectas. A veces se pasa, de acuerdo, pero no está de más que alguna voz como la suya frene un poco tanta tontería de la que hacen galas algunas ilustres "miembras" de nuestra sociedad.

Como persona, sé muy poco de él; apenas alguna entrevista corta que he leído por la red, más una en video que le hizo Quintero en su programa. Da una imagen muy parecida a la que ofrece en sus artículos: tipo algo duro de carácter, con un cierto toque que puede parecer prepotente, pero también sincero. En cualquier caso espero que su carácter no sea como el que revela en la entrevista que incluyen aquí. Supongo que una mala tarde la tiene cualquiera. A saber.

Pero todo esto son simples apreciaciones personales, vamos a lo que importa. La señora Bodineau, autora de la crítica, acusa a Pérez-Reverte de practicar el pastiche, es decir la simple repetición de fórmulas ya conocidas, sin aportar realmente un estilo novedoso, y además cayendo a menudo en una presunta erudicción con la que no ayuda a hacer más amenas sus novelas, sino, al contrario, confundir y aburrir al lector. Bien, esto seguramente es opinable, aunque yo le doy la razón. Pero desde luego, en lo que creo que sí la tiene es en la indignación que muestra respecto a que se le haya elevado al puesto de escritor estandarte de nuestra literatura:
Personalmente, no creo justificado, en el momento presente, este tipo de relato (que no novela). Pero, ya que existe, y que a un gran sector de los españoles –entre los que en manera alguna me cuento- les gusta, como les gusta tirar cabras vivas desde los campanarios, désele su lugar en los quioscos. Pero que profesores de Literatura y críticos como José Belmonte, Pozuelo Yvancos, Francisco Rico, Ángel Basanta, Ayala Dip, Ignacio Echevarría, Rafael Conte, García Posada, Víctor García de la Concha, Gregorio Salvador, Jordi Gracia, Santos Sanz Villanueva, Darío Villanueva- consideren su práctica una renovación de la novela, organicen congresos en torno al obsoleto autor y hagan a éste académico de la RAE, es como para renegar de este país y largarse a otro más civilizado.
La verdad es que creo que la indignación, aunque algo exagerada, está justificada. En efecto, nada tiene de malo que surjan escritores de relatos de aventuras para entretener a la gente en sus ratos libres. Incluso es aceptable que sus lectores devoren estas obras plagadas de palabrejas raras que nadie entiende y cuyos personajes no hacen sino repetir estereotipos ya demasiado tratados. Lo que ya no es tan de recibo es que a gente como esta se la eleve a la categoría de estandartes de nuestra literatura; porque una cosa es aceptar que literatura más bien mediocre se venda y se lea como entretenimiento (que es algo que también está muy bien en según qué contexto) y otra muy distinta encumbrar a estos autores de medio pelo como si fuesen el espejo en el que han de mirarse los jóvenes que aspiran a dominar el arte de la literatura. A este respecto recomiendo un acertado artículo de María José Hernández que señala este error; pero de eso no tienen la culpa ellos, sino los demás, los que tragamos y aceptamos que las cosas sea así, ante el temor que nos acusen de elitistas o de querer imponer nuestros gustos al conjunto de los lectores. Perdido ya el Norte, aniquilada ya la crítica por el relativismo del gusto, todo vale, y cualquiera, hasta Pérez-Reverte, pasa por ser el novelista del siglo.

Imagen: wikipedia

lunes, 14 de julio de 2008

La prueba de los seis párrafos

Soy bastante perezoso para leer un libro, especialmente si veo que la letra es pequeña y el tocho sobrepasa las 300 páginas. Tiene que parecerme muy valiosa la lectura para adentrarme en él como hacía cuando tenía veintidós años (más o menos) y me atrevía a leer el Wilhem Meister o la Crítica de la Razón Pura. Hoy quizás no tendría moral para tanto. De hecho, aquella época en la que leí grandes tochos fue breve, pues ni de adolescente ni ahora he tenido nunca ganas de tragarme historias muy largas; y menos ahora, que ya no me sobra tanto tiempo como entonces. Por eso siempre he practicado una inspección superficial de los libros antes de comprarlos. Yo la llamo la prueba de los seis párrafos.

Evidentemente, no se puede saber si una obra es buena o no hasta que no se ha leído de cabo a rabo. Leer unos pocos párrafos salteados no nos puede demostrar que sea buena; sin embargo, sí nos puede hacer ver que es mala. En efecto, si los párrafos no nos convencen mucho pero no nos decepcionan del todo, podemos tener una esperanza de que la obra en su conjunto esté bien, e igualmente, si los párrafos nos encantan, podría ser que luego la obra globalmente no nos gustase; pero si escogiendo varios párrafos al azar, vemos que están escritos con un estilo que nos repele, creo que sí se puede concluir que la obra no nos va a gustar.

Todos los escritores, por muy geniales que sean, resultan a veces un poco aburridos o mediocres en algún momento de sus obras, pero muy rara vez escribirán párrafos enteros que nos resulten malos o muy malos, e incluso aunque esto ocurriera, es muy improbable que en una obra muy buena, escogiendo varios al azar, acertásemos a encontrar precisamente los que son fatales. Por eso confío en esta prueba y la pongo en práctica siempre. Cada vez que una obra me parece potencialmente interesante, abro el libro y leo unos seis párrafos (uno de los cuales siempre es el primero del libro, porque los buenos libros rara vez empiezan mal). Si en general me dan una impresión desagradable y propia de la literatura pedante que tanto abunda, lo dejo; si no, es posible que le dé una oportunidad.

Recuerdo, por ejemplo, cuando sin conocer aún la prosa de Stendhal (al que quise leer animado por los consejos de Nietzsche), se me ocurrió ojear simplemente el primer párrafo de La Cartuja de Parma. Bastó ese momento para darme cuenta de que aquello prometía, y efectivamente, no me defraudó. Y es que los escritores realmente grandes no se andan con medias tintas, en cuanto abren la boca ya sientes que están varios peldaños por encima de los demás.

Imagen: http://www.abueling.com/arbol_genealogico_antepasados.htm

sábado, 12 de julio de 2008

La extraordinaria hazaña de Paul von Lettow-Vorbeck y sus hombres (II)

En 1918, los afro-alemanes llevaron a cabo su última acción de guerra: conquistaron la ciudad de Kasama, en Zambia, pero en seguida se les notificó que hacía ya dos días que Alemania se había rendido y la guerra había terminado. Cuando esta noticia fue confirmada, von Lettow-Vorbeck se dirigió con su ejército a la ciudad de Abercorn, donde entregaron las armas a los británicos.

Su contingente fue el último en rendirse de toda la guerra, puesto que sólo se entregaron dos semanas después de que en Europa se hubieron detenido las hostilidades. De hecho, habían estado luchando incluso tras la rendición de Alemania.

La campaña de von Lettow-Vorbeck y sus hombres es una de las hazañas más increíbles de la historia, pues resistieron toda la Primera Guerra Mundial en un territorio aislado, frente a ejércitos muy superiores y sin ser vencidos nunca, sólo entregándose cuando la guerra acabó, no por haber sido derrotados. Por eso de vuelta a Alemania, y ascendido ya a general, von Lettow-Vorbeck fue tratado como un héroe y su unidad fue la única que recibió el homenaje de desfilar por la puerta de Brandemburgo.

Posteriormente pasó unos años grises en Alemania, participando ocasionalmente de la política. Hitler, al llegar al poder, intentó captarle para la causa nazi, pero von Lettow-Vorbeck difícilmente podía simpatizar con la mentalidad racista de los nazis tras haber luchado hombro con hombro junto a sus soldados negros en África. Cuentan que el viejo general mandó a Hitler literalmente "a tomar por culo", y ante el enorme prestigio que le reodeaba, Hitler no se atrevió a hacer nada contra él. Pasó la guerra con total discreción y dos de sus hijos murieron en el frente. Acabada ésta, apenas tenía recursos económicos, pero aquí se puede observar otro detalle propio de la generación que aún vivió el siglo XIX: el general Jan Smuts, que había luchado contra él en África en 1916, consiguió para él una pensión a cargo del estado británico. Smuts incluso le animó a volver a África para visitarle en Ciudad del Cabo, y el viejo general marchó para allá en 1953. Durante su trayecto, fue recibido por sus veteranos askari en Tanzania, que le rindieron honores mientras cantaban para él su vieja canción de marcha en swahili: Haya Safari!

En 1964 murió Paul Emil von Lettow-Vorbeck, pero aún queda una anécdota de sus hazañas que nos vuelve a recordar la mentalidad de aquellos hombres. A su muerte, el estado alemán decidió recompensar a los supervivientes de la milicia africana por sus pasados servicios, así que un funcionario se trasladó a Tanzania para intentar encontrar a los veteranos que aún quedasen, y entregarles el dinero. Unos trescientos ancianos se presentaron y dijeron haber luchado junto a von Lettow-Vorbeck. Pero claro, existía la duda de que todos los que se presentasen fuesen realmente antiguos askari, los guerreros negros del ejército colonial. Entonces, a alguien se le ocurrió una manera de comprobarlo. Cada hombre debía tomar un bastón, mientras el funcionario daba órdenes de firmes, apunten, etc. en alemán. Si eran los auténticos veteranos de von Lettow-Vorbeck, debían saber seguir las instrucciones. Así fue. Ni uno sólo había olvidado la instrucción, ni tampoco nadie se había hecho pasar por quien no era. Las pagas se entregaron, y así acabó la historia de aquella gran aventura.

Fuentes:
http://www.elgrancapitan.org/portal/historia-militar/la-leyenda-de-von-lettow-y-los-askaris-16.html
http://es.wikipedia.org/wiki/Paul_von_Lettow-Vorbeck

Imagen: wikipedia

jueves, 10 de julio de 2008

El dichoso manifiesto

Una de las cosas más tristes de la sociedad española es que tiene tal afición a estar dividida, enfrentada y amargada por culpa de discusiones eternas y a menudo algo idealistas y románticas, que la actualidad, las noticias, la vida política y cultural, acaban envenenadas por esa marea de mala leche y enfrentamiento que sacude a este país desde prácticamente sus inicios, cuando Isabel y Fernando se casaron.

Todos hemos oído hablar estos días hasta la saciedad del dichoso manifiesto al que el diario El Mundo (quién si no) se ha encargado de dar publicidad, para contento y felicidad de Rosa Díez, que se muere de ganas por que se hable de ella, aunque sea mal. Lo han firmado algunas personas (bastante pocas, por cierto, lo último que he leído es que eran unas cien mil), y no pocos hemos expresado nuestro rechazo cuando ha salido la conversación sobre el tema (por ejemplo, en el blog de Thimbler he comentado algunas cosas).

Personalmente, esta discusión me parece sólo un episodio más de la inacabable (y cansina) batalla ideológica entre españolistas y catalanistas (el manifiesto no nombra explícitamente a Cataluña, pero evidentemente se refiere a ella, puesto que la Generalitat es quien ha llevado a cabo una política lingüística más agresiva). La verdad es que proseguir esta batalla (que se arrastra desde hace muchos años) es muy fácil; mañana mismo podría salir otro manifiesto en defensa del catalán, y el año que viene algún artículo sobre la riqueza cultural del plurilingïsmo... En el fondo, este manifiesto no es nada nuevo. La sociedad española, eternamente fracturada, y aparentemente ávida de enfrentamiento, en seguida se repartirá en los dos bandos y empezará a lanzarse tomates. Como ha hecho ahora. Como ha hecho siempre.

De hecho, la politización de la lengua ya ha acabado hartando a algunas personas que despistadamente firmaron el manifiesto, como Luz Casal o Gamoneda, que se han desmarcado posteriormente para poder quedar al margen de la lucha ideológica. Y es que hay ciudadanos que simplemente preferiríamos que unos y otros nos dejasen tranquilos.

En fin, no creo que valga la pena darle más bombo a este panfleto partidista y provocador, pero sí me gustaría comentar un detalle, porque veo que mucha gente defiende el texto basándose en un argumento que creen indiscutiblemente cierto y que, en mi opinión, no lo es tanto. Y este argumento enlaza con otras polémicas que hubo no hace mucho con determinada asignatura que el gobierno se había sacado de la manga.

La mayor parte de quienes defienden este panfleto lo hacen basándose en la idea de que yo tengo derecho a escoger en qué lengua se educa a mis hijos. Dicho así, todos tenemos instintivamente la tendencia a darles la razón, puesto que eso de tener derechos está muy bien. Sin embargo, preguntémonos si realmente tenemos ese derecho, y veremos que no es así. A lo que sí tenemos derecho los ciudadanos es a escoger el colegio al que apuntamos a nuestros hijos (si es que quedan plazas, claro), pero una vez escogido el colegio, los estudios que reciba el niño dependerán del plan de estudios que aplique ese colegio, que a su vez depende de ciertas condiciones que impone el Estado (y la Generalitat también es Estado). Por ejemplo, yo no puedo llegar y decir que a mi hijo no le enseñen matemáticas. No, no estoy en mi derecho. Como tampoco lo estoy en decir que no le enseñen "educación para la ciudadanía", por mucho que algunos dijeran recientemente que se iban a hacer "objetores" de esa asignatura. Pues no: los estudios los decide la Administración, que está formada por partidos elegidos democráticamente, y tus hijos tienen que estudiar lo que ella decide. Puede parecer riguroso, pero es así, y siempre ha sido así (bien lo sabemos quienes tuvimos que estudiar religión en el pasado, pese a no profesar ninguna simpatía por el Catolicismo). De hecho, ni siquiera tenemos derecho a no llevar al colegio a nuestros hijos: es obligatorio llevarlos y que reciban la misma educación que los demás. Y es así porque todos los ciudadanos tienen que crecer en un ambiente de igualdad, sin guetos, todos siguiendo una formación parecida, no que unos crezcan en un mundo y otros en otro.

Pongamos un ejemplo: recientemente, el PP ha sugerido que una de las asignaturas no lingüísticas se dé en inglés, para que así los niños salgan de la escuela con una buena práctica de esta lengua. No he visto a nadie llevándose las manos a la cabeza por esta propuesta. De hecho, es legal llevarla a cabo. Supongamos que Esperanza Aguirre la llevase a cabo en la Comunidad de Madrid. Mucha gente diría que eso está genial. Bien, ahora supongamos que en lugar de una asignatura en inglés son dos... o tres... supongamos que son todas menos menos lengua española. ¿Podrían ser todas? Pues claro, porque igual que se puede hacer que una asignatura se dé en inglés, se pueden dar siete. Mientras se mantenga la de lengua española en castellano, no se está vulnerando ninguna ley ni derecho. Es más: esto es algo que ocurre en las escuelas extranjeras. Cuento una historia ilustrativa: mi propio padre, por manías de mi abuelo, estudió en las Escuelas Francesas de Barcelona, donde la educación era íntegramente en francés (para algo son escuelas francesas) excepto, claro está, la de lengua española, que era obligatoria. ¿Salió mi padre de allí sin saber hablar español? Claro que no, porque una lengua de la que se aprenden las reglas en el colegio y que luego se practica continuamente en la vida social (puesto que los niños no están metidos todo el día en el aula, y fuera de ella hablan español), evidentemente se acaba dominando perfectamente. Jamás se vulneró, por tanto, el derecho de mi padre a aprender su lengua materna, incluso a pesar de estar en una escuela francesa. Tampoco es defendible, por tanto, que la actual enseñanza que reciben los niños en Cataluña, vulnere sus derechos. Podremos estar en desacuerdo con esa enseñanza (de hecho, yo lo estoy en parte), pero decir que vulnera derechos es una falsedad.

Los ciudadanos de Cataluña, por tanto, no tienen derecho a decidir que sus hijos estudien en castellano. Como tampoco lo tienen a decidir que estudien en catalán. Ni en francés, si se tercia. Sencillamente no tienen derecho a nada de eso: es la Administración quien lo decidirá. A lo único a lo que tienen derecho es a que haya una asignatura de lengua castellana, puesto que la Constitución obliga a conocer esta lengua, y quizás, aunque más discutiblemente, a la asignatura de lengua catalana, puesto que la Constitución recoge, en el apartado 3 de su artículo tercero, que las lenguas autonómicas merecen protección como patrimonio cultural de España. Nada más. A partir de ahí, si los políticos deciden que las demás asignaturas se den en swahili, pues se darán en swahili, aunque nadie lo hable en España. Y no, no tendríamos derecho a impedirlo, por extraño que parezca. Podemos votar en las elecciones para que la Administración esté dominada por un partido u otro, pero una vez celebradas le corresponde a ella decidir, no a cada ciudadano montarse el plan de estudios como le da la gana.

En fin, podría pasarme horas comentando qué aspectos de la política lingüística de la Generalitat me gustan más y cuáles me gustan menos, o enumerando las falsedades en las que cae el manifiesto de marras, pero sería un tema muy largo y no de mis preferidos. Mejor voy a seguir escribiendo sobre las aventuras de los alemanes en África en 1918, que es más entretenido y menos previsible.

Imagen: http://www.salvadorbiedma.com/blog/2007/07/30/la-meitat-dels-catalans-volen-que-catalunya-sigui-un-estat/

La extraordinaria hazaña de Paul von Lettow-Vorbeck y sus hombres (I)

Una vez más me veo en la obligación de rescatar del olvido una de las hazañas militares más increíbles de la historia. Se trata de la extraordinaria campaña de Paul von Lettow-Vorbeck en el África Oriental durante la Primera Guerra Mundial. Generalmente se recuerda este conflicto por la guerra de trincheras o por alguna batalla como la de los Dardanelos o la de Tannenberg. Sin embargo, quizás sea la campaña de von Lettow-Vorbeck la más meritoria y digna de recuerdo.

Pongámonos en situación: 1914. Acaba de estallar la Primera Guerra Mundial. Mientras en Europa la batalla se prevé dura y equilibrada, en las colonias todo parece visto para sentencia. Los alemanes, que apenas disponen de unos pocos territorios en África y Oceanía, no tienen, parece, la más mínima posibilidad de resistir ante la inmensidad de las posesiones británicas, francesas, belgas y portuguesas. Como mucho, pueden intentar molestar a los ingleses un tiempo, para retener recursos en África, y evitar así que refuercen sus efectivos en Europa, pero no mucho más.

Al comenzar la guerra, prácticamente todas las posesiones alemanas cayeron bajo el control aliado excepto Tanzania, cuyo jefe militar era el coronel Paul von Lettow-Vorbeck. Éste disponía tan sólo de unos 200 oficiales alemanes, 1700 soldados alemanes y 2500 askari, guerreros nativos que formaban una excelente milicia.

Ante esta perspectiva, los británicos decidieron enviar una expedición desde la India, donde disponían de numerosas tropas, para que desembarcase cerca de la ciudad de Tanga y atacase a los alemanes. La dirigía el general Aitken, al mando de 8000 hombres, la mayoría indios, excepto algunos oficiales británicos. En teoría, una operación sencilla, pero fatalmente dirigida por Aitken, cuyas tropas, continuamente hostigadas por los askari, nunca supieron reaccionar adecuadamente. Se cuenta que, para colmo, los indios fueron atacados por abejas, como si la selva misma estuviera de parte de los alemanes, por lo que a veces a la batalla de Tanga se la conoce como la batalla de las abejas. Finalmente, las tropas del Imperio Británico tuvieron que reembarcar como pudieron, dejando atrás abundante material, que a von Lettow-Vorbeck le vino de maravilla para equipar a su ejército.

Hubo una anécdota caballeresca del final de esta batalla que merece ser recordada. Mientras las tropas británicas reembarcaban a toda prisa, von Lettow-Vorbeck se acercó con una bandera blanca para conversar con el general Aitken, y le ofreció un poco de brandy mientras discutía con él detalles de la batalla. Una manera de ver la guerra que sólo se entiende desde la mentalidad de aquella época.

Justo tras el desastre de Tanga, los británicos intentaron un ataque de caballería sobre el Kilimanjaro, creyendo que estaría desprotegido, pero fueron igualmente rechazados, perdiendo el triple de hombres que los alemanes. De este modo la campaña se calmó momentáneamente.

En 1915, los británicos y los belgas intentaron un ataque naval en el lago Tanganyika, pero fracasaron estrepitosamente. Los alemanes, ante la imposibilidad de imponerse a la flota británica en el Índico, habían desmontado un cañón de su buque de guerra SMS Königsberg, para armar al buque civil Graf von Götzen, que venció a sus rivales y quedó convertido así en el dueño del lago Tanganika. Nuevamente los aliados hacían el ridículo frente a unas tropas alemanas muy inferiores en número.

Ya en 1916, el general Smuts, al frente de 7000 indios y 13000 africanos y británicos, y apoyado también por los belgas, lanzó una operación desde todos los frentes que, en teoría, debía eliminar del mapa al pequeño ejército afro-alemán. También von Lettow-Vorbeck había reforzado sus tropas, pero estaba en demasiada inferioridad, así que practicó la guerra de guerrillas para no ser cazado mientras los británicos recorrían el territorio de Tanzania sufriendo enormemente por culpa de las enfermedades. Los alemanes incluso aprovechaban para refugiarse en Mozambique, débilmente defendido por los portugueses, y así despistar a los aliados.

Por fin, en 1917 se produce un encuentro entre ambos ejércitos: la batalla de Mahiwa, donde los británicos sufrieron enormes pérdidas, si bien las de los alemanes, pese a ser muy inferiores, eran importantes dado el reducido número de su ejército. Aún así, fue una gran victoria que les permitió sobrevivir durante bastante tiempo.

Fuentes:
http://www.elgrancapitan.org/portal/historia-militar/la-leyenda-de-von-lettow-y-los-askaris-16.html
http://es.wikipedia.org/wiki/Paul_von_Lettow-Vorbeck

Imagen:
http://commons.wikimedia.org/wiki/Image:Askari.jpeg

martes, 8 de julio de 2008

Los posos del carácter

Quienes hayan comprado alguna vez una garrafa de buen aceite, natural, recién salido del molino, habrán advertido que en ella hay unos posos de impurezas, que quedan depositados en el fondo, por lo cual hay que escanciar el aceite con cuidado e incluso filtrarlo cuando ya queda muy poco. Es normal: se trata de un producto natural, y esos posos son en cierta manera una garantía de que lo que estamos consumiendo no es un aceite excesivamente tratado y filtrado, sino zumo de oliva, tal cual. ¿Nos preocupamos? No, simplemente deshechamos los posos, y disfrutamos del resto.

Con el carácter de las personas suele ocurrir algo parecido. No conozco a nadie, por muy perfecto que sea, al que no se le puedan achacar al menos una o dos manías, defectos o vicios de su carácter. Es natural: somos humanos, y lo extraño sería que no apareciesen esos detalles desagradables. Además, las personas a menudo arrastramos algún que otro trauma personal, alguna que otra desgracia que nos persigue y nos provoca malestar ante según qué personas o en según qué circunstancias.

Pero esos detalles desagradables no hacen que uno sea indigno ni que debamos apartarnos de él; muchas veces son sólo los posos naturales del mejor aceite. Basar nuestro aprecio o desprecio por alguien en esos detalles es una estupidez; debemos mirar al conjunto de la persona y ver si vale le pena o no. Unos posos no hacen que toda la garrafa sea mala.

Imagen: http://www.oleoguta.com/fabricacion.htm

domingo, 6 de julio de 2008

La gente honrada, esos incómodos aguafiestas

Intento aislarme en lo posible de las pequeñeces de los partidos políticos españoles, que no nos dejan ver el bosque de la verdadera política. Sin embargo, a veces ocurren hechos o aparecen en escena personajes que merecen una mención especial. Hoy ese personaje es la señora Montserrat Nebrera.

Todos hemos podido contemplar cómo hace muy poco, el PP, en su reunión celebrada en Valencia por todo lo alto, intentó dar una imagen de apertura y de democracia, de la mano de un Rajoy aparentemente más centrista que nadie. En estos últimos días, en cambio, las elecciones internas del Partido Popular de Cataluña nos han mostrado claramente cómo todo es una nueva cortina de humo para ocultar que el PP sigue siendo un partido oligárquico y cerrado. Existían tres candidatos a la presidencia, y esta pluralidad amenazaba a los señores de la calle Génova, en Madrid, con encontrarse con algún incómodo personaje al frente del PPC, que no les dijese "sí a todo". Ante tal desafío, la opción de Rajoy ha sido la de un perfecto cacique gallego (caciques hay en todas partes, pero lo de Galicia es proverbial): sacarse de la manga un candidato elegido a dedo (una señora que ni tan sólo se había presentado) y forzar a los otros candidatos a unirse a él (en este caso ella) a cambio (nadie lo duda) de favores en forma de poder o dinero.

Hasta aquí, todo sigue el camino tradicional de la política moderna, que pretende ocultar, tras una máscara de democracia, la oligarquía probablemente más perfecta de la historia. Pero, ah, qué cosas tiene la vida: Resulta que la tercera en discordia, una tal Montserrat Nebrera, tiene la extraña tozudez de ser coherente con sus ideas y valiente a la hora de expresarlas. Total, que no ha aceptado la oferta y ha preferido el honor al poder. Qué aguafiestas, con lo fácil que es aceptar un caramelo a cambio de no molestar... El caso es que ha mantenido su candidatura, ha conseguido buena parte del apoyo que inicialmente tenían otros candidatos, y por poco no gana (43% contra 56%), pero incluso habiendo perdido, ha sido la vencedora moral, y sus seguidores la han sacado a hombros, prometiendo que a la próxima será la vencida.

No voy a entrar en detalle sobre el proceso, que está mejor explicado desde dentro por otras personas, pero sí quiero hacer una reflexión:

Al igual que en todas partes hay gente corrupta y detestable, en todas partes hay también gente honrada y coherente, que se da cuenta de que la vida no es sólo acaparar puestos y lamer culos. La señora Nebrera ha demostrado ser una de ellas, para satisfacción de quienes aún creemos en el género humano pero nos cuesta encontrar ejemplos que nos suban la moral. Desgraciadamente, esta mujer se mueve en un terreno impracticable: el PPC nunca ha sido nada, ni es nada, ni será nunca nada, por su propia naturaleza. Está condenado a ser un títere de Génova (con la consiguiente ruptura con la sociedad catalana, que siempre le arrinconará) o intentar representar a la sociedad de su país (Cataluña) y estar cada día a la greña con el resto del PP. No hay salida. En cualquier caso, mis felicitaciones por su esfuerzo, y mis ánimos para el futuro, por mucho que vea poco probable que consiga lo que quiere: cambiar las cosas.

Todo esto es una muestra más de cómo el propio sistema se autoprotege para eliminar elementos discordantes (y esto no va sólo por el PP, es todo el entramado político). Las voces que discrepan se ven amenazadas por ocultas fuerzas que dificultan su éxito, de tal modo que cualquier cambio requiere enormes esfuerzos y mucha, muchísima suerte. Y así nos va, con incompetentes en las cúpulas de los partidos mientras quienes de verdad quieren mejorar las cosas son silenciados y apartados para que no les desmonten el tinglado a quienes ya están instalados en él. Y mientras nosotros a callar, al tiempo que contemplamos todo esto. Pues yo al menos le dedico unas lineas, para que conste que no está sola.

Imagen: http://mvergesros.files.wordpress.com

viernes, 4 de julio de 2008

Humores buenos y malos

Si me preguntasen qué tienen que cumplir dos personas para convivir juntas, una de las primeras cosas que diría es: que les hagan reír las mismas cosas.

Pocos aspectos hay tan característicos de la cultura de un pueblo o del carácter de una persona como el sentido del humor. Cosas que a unos les hacen reír, a otros les parecen vergonzosas, insultantes o asquerosas. A menudo, chistes o bromas acaban siendo motivo de disputas o de malentendidos que acaban generando enemistades. Inversamente, un sentido del humor común favorece la convivencia. Estas divergencias se notan mucho cambiando de un país a otro. No todas las naciones nos reímos de lo mismo.

Contaba Heródoto que en cierto pueblo del Norte de África existía la siguiente costumbre cuando una joven buscaba novio: Su familia celebraba una cena a la que estaban invitados todos los pretendientes. Allá, entre conversaciones, se veía hasta qué punto cuadraban los caracteres de las personas. Pues bien, el que se quedaba con la novia era el que conseguía hacerla reír más. Me parece una costumbre encantadora y bastante acertada, aunque reconozco que si se extendiera, yo me quedaba soltero seguro.

Es muy triste que dos personas no puedan compartir los ratos de alegría, por mucho que luego se ayuden en los momentos difíciles. Quienes congenian de esta manera podran ser nobles amigos y de gran utilidad mútua, pero difícilmente podrán amarse, ni como amantes ni como amigos del alma. A veces incluso creo que para poder saber si grupos de personas pueden congeniar, bastaría con clasificarlas por los chistes y acciones que les hacen gracia. Sería un método bastante infalible.

Imagen: http://www.planetacurioso.com