martes, 28 de abril de 2009

Unas lineas para Javier

Nunca pensé, al crear este blog, que al cabo de poco tiempo (llevo un par de años con esto) moriría uno de los autores que tengo enlazados. Eso ha ocurrido hoy con Javier Ortiz, cuya página leía prácticamente todos los días. Creo que no está mal dedicarle un pequeño recuerdo. Considero que era de los pocos articulistas españoles que aún merecían la pena. Certero, sensato, e indomable librepensador, con el que raras veces discrepaba, aunque me agobiase un poco su manía de centrarse en el "problema vasco". Por lo menos se apartaba de la linea simplona y políticamente correcta de la gran mayoría de "intelectuales" de este país.

Descanse en paz.

lunes, 27 de abril de 2009

Histerias y alarmas

Llegué ayer a casa tras haber pasado unos excelentes días en Málaga, donde por lo visto se celebraba un festival de cine español. Lógicamente el motivo de mi viaje no era este festival, pero se dio la casualidad de que ambas cosas sucedieran en la misma semana. El caso es que mientras visité la ciudad andaluza, tuve ocasión de comprobar varias veces cómo se agolpaban los curiosos (generalmente jóvenes y casi todo chicas) alrededor de los lugares frecuentados por los "famosos" (supongo que entre ellos algún guapo de turno), ávidos de recoger autógrafos, echar fotos, mostrar públicamente su histeria o simplemenente curiosear. Reconozco que me sorprendió tanto movimiento; no sabía yo que hubiera tanta gran figura en nuestro cine. Creía que lo de pasar largas horas esperando a famosos era para cuando éstos habían despuntado de manera notable o habían conseguido, tras largos años de buen hacer o de dar la nota de alguna manera, acaparar la atención de los aficionados. Y no me parece que los cuatro actorcillos de nuestro mediocre cine hayan conseguido eso, pero mira, hay gente para todo. El que no tiene ídolos es porque no quiere, está claro. Al menos me consuela el haber comprobado que aquella masa de gente sólo sumaba, como mucho, unos pocos centenares de curiosos. Quizás no esté todo perdido para la humanidad.

Al margen de esto, me he quedado alucinado cuando, tras cuatro días de aislamiento vacacional, llego y me encuentro con una impresionante alarma social sobre la gripe porcina, que me recuerda mucho lo que ocurrió con la gripe aviar. Total, que llego de escuchar gritos de chicas histéricas por ver a un actor de series de TV y me encuentro con los medios chillando por una enfermedad. Vaya tela. Pero bueno, supongo que entre tanto chillido, no se habla tanto de la crisis. De momento.

Imagen: http://francjp.files.wordpress.com/2009/02/medium_el-grito-de-los-simpsons.jpg

domingo, 19 de abril de 2009

Otro drama humano olvidado: La guerra de la triple alianza

Los hechos históricos no son siempre recordados por su verdadera importancia, sino por la propaganda que alguno de los bandos implicados se ha esforzado en darles. Por eso muchos conflictos terribles de naciones a las que a menudo se presta poca atención, pasan desapercibidos, mientras se multiplica la información sobre pequeñas escaramuzas, realmente insignificantes, pero que afectaron a naciones importantes del momento.

No es extraño, por tanto, que sepamos tan poco de las guerras ocurridas en Latinoamérica una vez independizadas sus naciones de los dominios español y portugués. Los españoles, ignorantes ya en grado sumo de nuestra propia historia, poco interés íbamos a mostrar en la de Perú, México o Chile, por ejemplo. Y más aún en la de un país tan olvidado como Paraguay. Por eso, la mayoría de nosotros apenas sabemos que en este recóndito país sudamericano se llevó a cabo una de las guerras más horribles del siglo XIX, y un drama humano similar al de muchos genocidios anteriores y posteriores.

Paraguay es un país relativamente olvidado. En todos los años de mi vida, son contadas las ocasiones en las que he escuchado o leído alguna noticia referente a esta nación; y desde luego, muchas menos que de cualquier otro país sudamericano. Igual que otros países como Mongolia, parece situarse en una dimensión aparte. Uno tiene siempre la impresión de que deben ser un lugares en los que nunca pasa nada, porque nunca se oye nada de ellos.

Sin embargo, a principios del siglo XIX, Paraguay era el segundo exportador mundial de algodón, y económicamente no era de las naciones más atrasadas del continente; más bien tenía un futuro prometedor, a pesar de estar bajo la dictadura de Francisco Solano López (del que muestro una foto), un hombre que por lo visto tenía una amplia cultura, pero que era demasiado egocéntrico y ambicioso. Él fue quien, con su torpe política, acabó llevando a la nación a la más terrible desgracia. Vivió, además, en una época propicia para los endiosados como él, puesto que en aquel momento, perdida la autoridad española en aquellos amplios territorios, y sin estar aún muy bien fijadas las fronteras, la ambición de los gobernantes de uno u otro país llevó a varias de aquellas naciones a guerras inútiles y sangrientas.

Las causas de la guerra han sido siempre motivo de polémica y discusión, e incluso hoy lo siguen siendo. En lo que pocos difieren es en que López es el principal culpable, o que por lo menos podía haberla evitado si hubiera tenido algo de sentido común, porque evidentemente, Paraguay difícilmente podía hacer algo contra Brasil, Uruguay y Argentina juntos. No voy a exponer aquí todas las causas del conflicto ni a explicar el desarrollo de la guerra; esos datos se pueden encontrar fácilmente. Más bien voy a explicar cómo terminó.

En 1870 acabó un conflicto que desde 1864 había dejado casi 100.000 muertos en el bando aliado. Por el lado paraguayo, se habla de unas 300.000 bajas. Sin embargo, este no fue el gran drama. Lo terrible es que un país que al inicio de la guerra tenía una población de entre 1'3 y 1'5 millones de habitantes, al acabar sólo tenía entre 200.000 y 300.000. ¿Qué ocurrió con el resto? No sólo cayeron muertos en la guerra, sino que, al ser ocupado el país por los brasileños, una parte de la población fue reducida a la esclavitud, pues Brasil aún practicaba la esclavitud. El 90% de la población masculina había perecido, y fue necesario traer inmigrantes de otros países como Colombia, para repoblarla. Aparte de eso, Paraguy perdió parte de su territorio en beneficio de Brasil y Argentina, y tuvo que pagar una cuantiosa multa. Pero es sin duda el drama humano de más de un millón de personas el que impresiona, no sólo por las cifras absolutas, sino porque suponían aproximadamente el 80% de la población de un país. Sin embargo, de este conflicto apenas se oye hablar; es como si todas estas personas nunca hubieran existido, o como si no importasen.

Imagen: http://en.wikipedia.org/wiki/File:Lopez1870.jpg

domingo, 12 de abril de 2009

Dubai, el espejismo del desierto

En los últimos meses he leído varios artículos muy reveladores sobre la realidad de Dubai, pero ninguno tan jugoso como este al que he llegado a través del blog de Daniel Marín. Vale la pena leerlo (está en inglés, aviso), para tener una visión clara del mayor ejemplo existente de diferencia entre la economía real y la economía especulativa. Creo que Dubai es un lugar muy representativo para entender la crisis actual y el increíble nivel de falsedad en el que vivimos acerca de nuestro nivel de vida, de la justicia social y del buen uso de los recursos. Algo así como un caso exagerado pero que permite comprender lo que, a menor escala, ocurre también en nuestros países occidentales.

jueves, 9 de abril de 2009

Los no-internautas

La red está que echa humo con la noticia del reciente nombramiento de Ángeles González-Sinde como nueva ministra de cultura, que sustituye a César Antonio Molina, cuyo paso por el ministerio no es que pueda calificarse de exitoso precisamente. Al poco rato se han disparado las alarmas de muchos al recordar que el pasado de la ministra no augura una postura muy abierta con la nueva manera de tratar los contenidos de la red, y concretamente con el P2P. Por ello incluso se ha creado un grupo en Facebook contra su nombramiento, al que se han apuntado miles de personas en pocas horas.

Para calmar un poco los ánimos, y siguiendo el guión de la política moderna (en la que hay que aparentar que respetas y entiendes a quienes no piensan como tú, aunque ni les entiendas ni les respetes), la ministra se ha apresurado a aclarar que defiende el diálogo con los internautas. Supongo que habrá que darle unos días de crédito, si bien en la reciente ceremonia de los Goya (de la que alguna vez ya he hablado ligeramente en este mismo blog) no se mostró precisamente muy receptiva que digamos.

Pero lo que me ha llamado la atención es el uso del concepto internauta como si se tratase de una clase especial de persona. Por mucho que la propia ministra haya dicho que "hoy en día todos somos internautas", parece que sigue habiendo una especie de división de la sociedad. Por un lado están los internautas, que supongo que se ven por parte de algunos como una especie de frikis que están todo el día delante de un PC. Ahora bien, para que la sociedad se divida en dos, es necesario que exista también la otra parte, es decir, los no-internautas. ¿Y qué es un no-internauta? Ya de entrada me preguntaría yo si eso existe ahora mismo entre las personas menores de 30 años y una buena parte de las que pasan de esta edad; porque vamos a ver: interactuar con el entorno en la sociedad del 2009 sin recurrir, auque sea de vez en cuando, a Internet, es poco menos que imposible. Lógicamente hay niveles, desde el que tiene cuenta en todas las redes sociales, dedica horas a chatear y no para de bajar contenidos con programas P2P, hasta el que sólo entra para mirar el correo y de vez en cuando realizar una consulta o mirar una dirección en Google Maps. Pero entra. Y de alguna manera es internauta, como el resto. Quizás, en lugar de haberse descargado 40 GB de mp3 en los últimos dos años, se haya limitado a ver unos cuantos videos por YouTube, pero los ha visto.

Sinceramente, salvo las personas de más edad y con pocas ganas de ponerse a estas alturas a aprender como funcionan esos misteriosos cacharros llamados ordenadores, el resto de la sociedad difícilmente pueda ser estrictamente no-internauta. Sin embargo, existe una diferenciación entre quienes usan internet, que sí nos podría dejar más claro lo que es un no-internauta, porque lo que hay no es un grupo que use Internet y otro que no, lo que hay es un grupo que entiende Internet y otro que no la entiende. Estos últimos son los no-internautas; personas que, sí, tienen cuentas de correo, navegan de vez en cuando, e incluso se pasan por YouTube o por Facebook, pero para las cuales Internet es, como la TV, la radio o los periódicos, una herramienta que una serie de empresas te proporcionan, a cambio de un precio o de mostrarte publicidad. Algo así como una TV con millones de canales. Y he aquí el error.

Internet plantea una nueva mentalidad. No es sólo una herramienta más o menos útil para consultar la cartelera el domingo por la tarde o para leer la edición on-line de El País. Supone una democratización de la cultura y del saber de la humanidad, una plataforma en la que los que deciden no son un pequeño grupo de oligarcas (políticos, directores generales de grandes empresas...) sino los ciudadanos. En este contexto, la compartición de archivos P2P es la gran demostración de que para que se difundan con éxito contenidos no hace falta ninguna gran empresa que mantenga potentes servidores, basta con que los propios usuarios compartan lo que tienen en sus discos. Los blogs y los foros, por su parte, contribuyen a que la gente comparta sus ideas y dialogue, como nunca antes podía haberse imaginado.

Lógicamente, este nuevo mundo resulta atractivo para todos... excepto para algunos. ¿Y quienes son esos "algunos"? Pues básicamente aquellos que manajeban el cotarro antes. Evidentemente, a los grandes medios de comunicación, acostumbrados a dirigir la opinión pública en un sentido u otro, no les puede hacer mucha gracia que la gente se informe en la red, contrastando otros puntos de vista y atreviéndose a poner en duda los de los medios "oficiales". Lo mismo ocurre con las grandes compañías discográficas y cinematográficas, acostumbradas a crear estrellas a base de publicidad en los medios y a cobrar un dineral por un mísero CD, y que ahora ven cómo la gente comparte libremente y descubre nuevos artistas aparte de los que ellos promocionan. A éstos, sumémosles aquellos que por simple ignorancia, se tragan esas historias de que Internet es un nido de pederastas, terroristas, crackers y gente de mal vivir. No lo es, por mucho que insistan.

Pues bien, todos estos tipos de personas forman ese curioso colectivo de los no-internautas. Supongo que ellos son los que se sentarán a esa mesa de negociaciones que, por lo visto, la ministra quiere formar junto a los internautas (que no somos más que las personas que entendemos de qué va esto) y ella misma. De producirse tal diálogo (del que me permito dudar) será algo así como la confrontación entre el pasado y el presente, entre los que quieren seguir viviendo de rentas y los que no queremos que nos estafen, entre los que sólo llaman cultura a lo que les da dinero y quienes llamamos cultura a algo que es previo a todo ese dinero. Veremos qué pasa después de Semana Santa.

Imagen: http://trajesdenovia.blogspot.com/2007/10/novios-norteamericanos-finales-del.html

jueves, 2 de abril de 2009

El puzzle

Supongo que ahora tocaría hablar de esa curiosa cumbre del G20, pero para qué. Ya sabemos de qué van, ya sabemos lo que van a decir y ya sabemos lo que van a hacer. Qué gente más poco interesante. Pero sobre todo, sabemos lo que van a cambiar: Nada. O por lo menos nada que suponga un cambio de verdad, porque, como ya dijo alguien hace poco, ellos no van a solucionar el problema porque ellos son el problema.

En fin, ante el poco interés filosófico de esa reunión, he pensado que estaría bien comentar detalles más cotidianos, como lo difícil que es cuadrar nuestros intereses con los de los demás. Otro día ya hablaré de temas "importantes".

Últimamente no paro de vivir situaciones de choque entre personas. Hoy mismo: Fulanita estaba de mal humor porque no le confirman unas vacaciones puesto que Menganita (compañera de trabajo, claro) las querrá reservar los mismos días; o no, pero de entrada no sabe si las podrá hacer, con todos los problemas que comporta de reservas, coordinación con su pareja, etc. Yo mismo me había reservado unos días libres, para estar tranquilo, y ahora resulta que los planes de la gente que me rodean van a hacer que no pueda aprovecharlos tanto, mientras otros días en los que sí los podría aprovechar, estaré trabajando y no me servirán de nada.

Y más: que si pretendo descansar una tarde para estar a tope el día siguiente y de pronto surge a última hora una opción interesante que sería lamentable rechazar, con lo que te rompe todos tus planes; que si tengo que pensar un viaje sin saber si a otras personas les vendrá bien e ir descubriendo (estos próximos días lo sabré) si podré verles o no... Qué complicada es la vida. Pero no hay que traumatizarse ni deprimirse, simplemente las cosas son así. Es como la guerra: aunque ganes, seguro que habrás tenido bajas que lamentar.

En este extraño puzzle que son los intereses de todos, la nuestra es una pieza que a veces podrá encajar con otras, y otras veces no. Es así.

Aunque soy organizado para casi todo, la observación de los hechos me ha enseñado mucho, y me he vuelto más pragmático. Ha llegado un momento en que mi rutina mensual es ir esquivando inconvenientes y aprovechando oportunidades, siempre a salto de mata, sin apenas planificar nada (que es lo que querría) y arriesgándome siempre a que todo el plan, o al menos una parte, acabe en fracaso. Pero al final te acabas dando cuenta de que la vida es así, de modo que mañana aprovecharé la situación de la que me enteré ayer a última hora, pasado rezaré porque no falle nada de lo que planifiqué hace una semana, y dentro de una semana espero que suene la flauta y pueda aprovechar unos días, lo cual me hará aprovechar aún más otros que vendrán más tarde. Sin duda alguno de estos planes fallará, pero con el 50% o 60% me conformo. Es un nivel aceptable de suerte, si nos atenemos a lo que nos dicta la experiencia. A fin de cuentas, para que nosotros ganemos una parte, quizás otros tengan que perder parte de la suya; y eso no sería justo.

Imagen: http://www.bazarfrancia.com/images/puzzle2.jpg