lunes, 17 de febrero de 2014

Por qué me informo en Meneame y no en El País

Muy caliente está el tema del borrador de ley que nuestro amado ministro Wert prepara estos días para subvencionar a los grandes medios luchar contra la piratería y más concretamente para evitar que ciertos agregadores de noticias (el nombre de Google News es el que más se repite por la red) puedan hacer uso "gratuito" de la información que los grandes diarios han obtenido de las agencias de noticias con grandes esfuerzos.

Evidentemente, el origen de todo este problema es el dinero. Los diarios tradicionales (ABC, El Mundo, etc.) ven cómo día a día su modelo de negocio queda atrás y sus exiguos ingresos les impiden seguir adelante, mientras los nuevos pioneros de Internet (Google, Digg y en menor medida algunas webs españolas como Meneame) captan cada vez más la atención y consiguen unos ingresos en ocasiones bastante suculentos.

Habrá quien diga que esto es injusto, y que los segundos se benefician del trabajo de los primeros. Pero antes de desmentir esta idea, a mi juicio totalmente falsa, vale la pena preguntarse por qué los segundos son capaces de generar ingresos allá donde los primeros sólo ven crisis. Algo deben hacer bien que los otros no sepan o no quieran hacer igual.

En mi caso concreto, hace años que me informo básicamente a través de Meneame, y ocasionalmente de una lectura rápida de algún diario extranjero. A las páginas web de El País, ABC y demás, sólo llego por accidente y casi siempre porque desde Meneame me envían a ellas. Y estoy seguro que a mucha otra gente le pasa lo mismo. Por eso voy a enumerar las razones de este comportamiento, a ver si alguno de esos que tanto lloriquean es capaz de captar la idea y aplicarla en su medio, en lugar de pretender que Google (o quien sea) les pague un canon.

Participación

En el siglo XXI, la información unidireccional resulta ya inconcebible. El viejo modelo de "tú calla, que yo ya te informo" no tiene sentido, y no creo que ninguna persona de menos de 40 años, ni una buena parte de los mayores de esa edad, esté dispuesta a aceptarlo. El usuario ya no es sólo "el lector", sino que también escribe. Y replica. Y te lleva la contraria. Y te dice que estás manipulando. Y muchas otras cosas. Eso es algo que los medios tienen que empezar a aceptar. Y si no, que se dediquen a otra cosa.

En cierto modo, casi todos los diarios han acabado cediendo (no me cabe duda de que a regañadientes) y creando una sección de comentarios para las noticias. No les queda más remedio, porque saben que la gente se está acostumbrando a comentar y que, si no le dejan hacerlo, están muertos. Pero estos comentarios se presentan casi siempre como un simple complemento, como algo casi disimulado, al final de todo, que tienes que preocuparte en buscar. No siempre son cómodos de usar ni ofrecen herramientas de navegación (como ver los comentarios mejor valorados). Tampoco suelen permitir "votar" la noticia, como sí ofrecen los agregadores tipo Meneame. Esto parece una tontería, pero no lo es: al usuario le produce satisfacción ver que su opinión se tiene en cuenta en todos los aspectos; que puede, no sólo dejar un comentario, sino valorar los de los demás e incluso la propia noticia.

Variedad

No hay nada más pobre informativamente que un diario generalista. Un 30% de política (en realidad de hablar siempre de los mismos partidos y personas), un 30% de deportes (casi siempre fútbol y casi siempre Barça y Madrid), un 20% de sucesos (muchos de ellos cayendo en el amarillismo más lamentable) y ya para el final, en alguna página apartada, otras noticias.

Si quieres saber cosas sobre nuevas maneras de entender la política o la economía, olvídalo. Si te interesa algún deporte y no es el fútbol, mira en otra parte. Si te interesa la ciencia, no pierdas el tiempo: nunca hablarán de ella y, si lo hacen, peor, porque quien redacte el artículo cometerá montones de errores por no tener ni idea del tema; y si le replicas, te dirá que lo hace por afán divulgativo, que si no lo dice así la gente no lo entiende.

Y así con todo.

Para que me intenten comer la cabeza con el pensamiento único y la desinformación, no pierdo el tiempo: prefiero mirar en otra parte. En Meneame la gente envía noticias de todo tipo, desde la más rabiosa actualidad de portada, hasta curiosidades o, simplemente, cosas graciosas y anécdotas. La variedad de los orígenes de información (es la propia gente la que envía las noticias) garantiza, en la mayoría de casos, una buena distribución de los temas. Sí, claro que algunos me importan un pimiento, pero el balance final es satisfactorio.

Neutralidad

Los medios tradicionales arrastran una larga tradición de manipulación y sectarismo. Nadie cree en ellos ni piensa que puedan dar una información medianamente neutral. Esto se está agravando estos días con los ceses y nuevos nombramientos de diarios como El Mundo o El País por parte de la oligarquía dominante, para situar a hombres de confianza al frente, y lograr así que aparentemente haya libertad de prensa, donde en realidad sólo hay manipulación.

En este contexto, agregadores como Meneame son un soplo de aire fresco y democrático. Al ser las propias personas las que envían, votan y comentan las noticias, el balance final es bastante neutral. Por mucho que algunos hagan broma llamándola "progréame", por mucho que algunos meneantes "a sueldo" entren a tumbar determinadas noticias o a votar otras, la enorme cantidad de votos de los miles de usuarios, acaba imponiéndose casi siempre, y dejando una muestra bastante representativa, creo, de lo que la sociedad opina.

Conclusión

La conclusión es sencilla: señores de El País, de El Mundo, del ABC o del diario que sea. Dejen de lloriquear diciendo que otros se enriquecen a su costa, saben perfectamente que es mentira, y no sólo eso: saben que el poco dinero que aún ingresan mediante Internet se lo deben precisamente a esos agregadores, que son los que redirigen hacia ustedes una buena parte del poco tráfico que tienen. Si sus páginas no apareciesen en esas listas, ustedes sencillamente serían invisibles. No existirían.

¿Quieren ustedes vivir de su trabajo? ¿Quieren que yo y otras personas como yo les leamos? ¿Quieren ver cómo su negocio genera ingresos sin tener que envidiar a Google News? ¿Quieren volver a ser el referente informativo que fueron en los tiempos en los que los diarios se imprimían en papel (sí, niños, ese tiempo existió, antes de que naciérais, creedme)? Pues es sencillo: dennos todo eso que enumero más arriba. Déjennos participar. Ofrézcannos una variedad de temas que pueda interesarnos. Sean neutrales y no manipulen tanto. Si son capaces de hacerlo, les aseguro que visitaré su página tanto o más que las de Meneame o Reddit. Si no... bueno, entonces entenderé que presionen al ministro para ver si consiguen esa subvención medida compensatoria.

domingo, 16 de febrero de 2014

Seguimos sin entenderlo

Veo con tristeza que en nuestra época no se entiende bien cómo debe comportarse uno en democracia. No es de extrañar, puesto que nuestro país arrastra una larga tradición de caciquismo, de ignorancia y de enfrentamientos. No sabemos discutir civilizadamente porque las generaciones anteriores tampoco lo hicieron. Y es una tarea lenta ir adquiriendo esa cultura.

En los 70 nos creímos muy democráticos porque ya podíamos votar (de higos a brevas). Pero era un error. La democracia está en la actitud de uno mismo, del pueblo mismo, no en la urna. Ni en la Constitución, por mucho que la alaben.

Seguimos creyendo que el debate democrático es una lucha de bandos, como el fútbol. Seguimos pensando en "gobierno y oposición", como si se tratara de un Barça-Madrid. No importan las ideas, sólo de qué color es la bandera de cada uno. Y eso es un error, porque la Democracia no es un partido de fútbol, ni una guerra. La misma palabra "oposición" ya denota una falta total de cultura democrática, puesto que los partidos que no están en el gobierno no tienen por qué "oponerse" a él; habrá temas en los que estarán de acuerdo con el partido gobernante y temas en los que no. Si se limitan a oponerse sistemáticamente, estamos ante una democracia enferma.

El demócrata se posiciona, sí, pero en ideas concretas, no en bandos. Defender un bando es cosa de la guerra, no de la vida democrática. Tú puedes estar de acuerdo con tu vecino en una cosa y discrepar cuando se debate otra. No se trata de bandos, sino de reflexionar sobre cada tema, por separado. Eso no lo hemos entendido nunca, y no parece que vayamos a hacerlo en los próximos años.

La misma existencia de la "disciplina de voto" de los partidos es un insulto al verdadero debate enriquecedor, y una invitación a la oposición beligerante. En una verdadera sociedad libre, el individuo piensa por sí mismo, a veces incluso en contra de la opinión de aquellos con los que en otros temas sí coincide. Si no aceptamos esto, todo está perdido.

Incluso los temas por los que discutimos están pasados de moda. No hay más que ver la reforma de la ley del aborto. Un tema que ya estaba aparcado, olvidado en la memoria de la inmensa mayoría de los ciudadanos, y que ahora vuelve a resonar por todas partes porque a un ministro trasnochado y con afán de protagonismo le ha dado por contentar a cuatro fanáticos cristianos.

No deberíamos ni estar discutiéndolo.

El mismo debate "izquierda-derecha" está pasado de moda. Es cosa del siglo XX, como el debate entre las cintas VHS y las Betamax. Algo que directamente no tiene ya sentido.
Veo a jóvenes casi adolescentes odiándose e insultándose por cuestiones que pertenecen a otra época, en lugar de intentar conseguir un punto de vista acorde con los tiempos que les va a tocar vivir.

Si verdaderamente les preocupa su futuro, que se molesten menos en desempolvar las teorías de los años 30, y que piensen en qué grave riesgo está nuestra sociedad si no conseguimos, en un plazo relativamente corto, que el poder vuelva a las personas y deje de estar en manos de los partidos y de ciertas oligarquías. Porque la verdadera amenaza no es que gane "la izquierda" o "la derecha", sino que el poder de los nuevos señores feudales que dominan el mundo llegue a ser tan grande que ya no haya vuelta atrás, y directamente nos encontremos en la misma situación que nuestros antepasados de la Edad Media.