domingo, 16 de febrero de 2014

Seguimos sin entenderlo

Veo con tristeza que en nuestra época no se entiende bien cómo debe comportarse uno en democracia. No es de extrañar, puesto que nuestro país arrastra una larga tradición de caciquismo, de ignorancia y de enfrentamientos. No sabemos discutir civilizadamente porque las generaciones anteriores tampoco lo hicieron. Y es una tarea lenta ir adquiriendo esa cultura.

En los 70 nos creímos muy democráticos porque ya podíamos votar (de higos a brevas). Pero era un error. La democracia está en la actitud de uno mismo, del pueblo mismo, no en la urna. Ni en la Constitución, por mucho que la alaben.

Seguimos creyendo que el debate democrático es una lucha de bandos, como el fútbol. Seguimos pensando en "gobierno y oposición", como si se tratara de un Barça-Madrid. No importan las ideas, sólo de qué color es la bandera de cada uno. Y eso es un error, porque la Democracia no es un partido de fútbol, ni una guerra. La misma palabra "oposición" ya denota una falta total de cultura democrática, puesto que los partidos que no están en el gobierno no tienen por qué "oponerse" a él; habrá temas en los que estarán de acuerdo con el partido gobernante y temas en los que no. Si se limitan a oponerse sistemáticamente, estamos ante una democracia enferma.

El demócrata se posiciona, sí, pero en ideas concretas, no en bandos. Defender un bando es cosa de la guerra, no de la vida democrática. Tú puedes estar de acuerdo con tu vecino en una cosa y discrepar cuando se debate otra. No se trata de bandos, sino de reflexionar sobre cada tema, por separado. Eso no lo hemos entendido nunca, y no parece que vayamos a hacerlo en los próximos años.

La misma existencia de la "disciplina de voto" de los partidos es un insulto al verdadero debate enriquecedor, y una invitación a la oposición beligerante. En una verdadera sociedad libre, el individuo piensa por sí mismo, a veces incluso en contra de la opinión de aquellos con los que en otros temas sí coincide. Si no aceptamos esto, todo está perdido.

Incluso los temas por los que discutimos están pasados de moda. No hay más que ver la reforma de la ley del aborto. Un tema que ya estaba aparcado, olvidado en la memoria de la inmensa mayoría de los ciudadanos, y que ahora vuelve a resonar por todas partes porque a un ministro trasnochado y con afán de protagonismo le ha dado por contentar a cuatro fanáticos cristianos.

No deberíamos ni estar discutiéndolo.

El mismo debate "izquierda-derecha" está pasado de moda. Es cosa del siglo XX, como el debate entre las cintas VHS y las Betamax. Algo que directamente no tiene ya sentido.
Veo a jóvenes casi adolescentes odiándose e insultándose por cuestiones que pertenecen a otra época, en lugar de intentar conseguir un punto de vista acorde con los tiempos que les va a tocar vivir.

Si verdaderamente les preocupa su futuro, que se molesten menos en desempolvar las teorías de los años 30, y que piensen en qué grave riesgo está nuestra sociedad si no conseguimos, en un plazo relativamente corto, que el poder vuelva a las personas y deje de estar en manos de los partidos y de ciertas oligarquías. Porque la verdadera amenaza no es que gane "la izquierda" o "la derecha", sino que el poder de los nuevos señores feudales que dominan el mundo llegue a ser tan grande que ya no haya vuelta atrás, y directamente nos encontremos en la misma situación que nuestros antepasados de la Edad Media.

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