viernes, 15 de junio de 2007

Pedir perdón

Pocas virtudes humanas son tan hermosas como saber pedir perdón. Es algo que requiera muchas buenas cualidades.

Humildad, para reconocer los errores propios.
Coherencia, para no echar las culpas a otros.
Sinceridad, para no poner excusas.
Madurez, para no atormentarse con la culpa, sino usar los errores como un aprendizaje para el futuro.
Valor, para acercarse a quien está enfadado con notros.
Franqueza, para decirle las cosas sin miedo.
Grandeza, para aceptar su nueva amistad sin rencores.
Bondad, para querer hacerlo de un modo puro, que surja del corazón, y no por interés o por miedo.

Pedir perdón no es, como creen algunos, una humillación que uno deba sufrir. Si alguien nos obliga a humillarnos para pedirle perdón, es que no merece que se lo pidamos. No es necesario ponernos de rodillas, enrojecer de vergüenza y ver cómo nos señalan con el dedo. Es simplemente demostrar que reconocemos nuestro error y que tenemos buena voluntad para con la otra persona. Nada más.

Afortunadamente, no hay muchas personas que me deban pedir perdón por algo (un par me vienen a la memoria solamente, quizás tres), ni tampoco yo me siento en deuda con nadie (espero que eso no sea una consecuencia de mi inconsciencia o mi falta de memoria). Esto me alivia: no me gusta estar en deuda ni que lo estén conmigo.

Hace casi un año, cuando Berzo estaba por aquí, una persona que me debía una explicación me encontró una noche por casualidad y me dijo que sentía lo que había pasado unos meses atrás. Para mí fue suficiente así, sin humillaciones, simplemente una muestra de buena voluntad. Nunca volverá a ser amiga mía, pero al menos ya no tendremos que mirar a otro lado si nos encontramos. Y la verdad es que sólo eso ya sirvió para alegrarme aquella noche.

7 comentarios:

Sonia dijo...

Perdonar y aceptar las disculpas es algo muy bonito que poca gente sabe hacer.
Normalmente nos encerramos en nuestra idea y no queremos reconocer que estamos equivocados o incluso, si lo reconocemos, tenemos demasiado orgullo como para pedir disculpas.

Yo perdono pero no olvido, y encima me cuesta mucho pedir disculpas...soy demasiado orgullosa (algún defecto tenia que tener, no?)

por cierto....espero no ser yo una de las personas que te vienen a la cabeza hablando de este tema :P

monsieur le six dijo...

No lo eres, pero conoces a una de ellas...

Sonia dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
monsieur le six dijo...

Sonia, lo siento, pero no me gusta que pongas en público cosas privadas, te borro el comentario.

El artículo está ahí para que cada uno reflexione sobre él y saque sus conclusiones sobre su propia situación, no para que juguemos a adivinar quién es quién.

Pero te lo digo con cariño :*

Anónimo dijo...

Estás en lo cierto, es una bella virtud. Creo que todos la tenemos, pero no todos sabemos usarla, lo que es una pena cuando el orgullo supera a todas esas capacidades que has mencionado. No todos somos iguales. Pero la verdad es que es una pena perder a alguien por orgullo.

Anónimo dijo...

Lo que más puede doler cuando uno vaa pedir perdón, auqnue solo sea porque el m ismo se siento mejor de ese modo, es que la otra persona te miren con ascos.
Lo se por propia experiencia.

Krv. dijo...

A mi pocas veces me han pedido perdón y de esas pocas veces aun mas pocas me he sentido que me pedían perdón de verdad, no se quizás es que soy desconfiado, quien sabe.
Respecto a mi, pues si realmente lo siento si que pido perdón, pero a mi no me convence pedir perdón solo para quedar bien o algo del estilo.