lunes, 18 de junio de 2007

Tócate los productos

Recuerdo haber leído hace tiempo un comentario (creo que de Jorge Cortell) sobre el uso excesivamente "capitalista" del lenguaje en determinados contextos. Iba referido a que médicos y compañías de viajes hablaban ya de clientes, en lugar de pacientes y viajeros respectivamente. Hoy, paseando por la web de Renfe en busca de un viaje, trayecto e incluso servicio que uniera Zaragoza con Barcelona, he caído finalmente en la cuenta de que el enlace correcto era uno que decía "Productos". Ah. O sea, que ahora los viajes en tren son productos (y supongo que los de avión para Iberia, por ejemplo, también). La verdad es que la primera vez me costó darme cuenta, y conozco más personas a las que nunca se les hubiera ocurrido buscar en ese enlace... Por qué será.

Está claro: Al final parece que todos nosotros ya no somos personas sino consumidores y clientes, y lo que consumimos son productos. Ya puestos a extender esta costumbre, me imagino a las discográficas ofreciendo su catálogo de música con el título "nuestros productos" en lugar de "nuestra música" (ya van en camino, tal y como enfocan el tema últimamente), al pintor que ofrece una exposición hablando de sus productos, en lugar de sus obras o su arte, o simplemente de sus cuadros. Me imagino al cine, al teatro, a la escultura, a la literatura y, en definitiva, a todas las actividades humanas, sean del tipo que sean, convertidas en un simple intercambio comercial, despojado de cualquier valor ajeno a la actividad empresarial, como una simple transacción en la que sólo hay un producto que pasa de proveedor a cliente.

Y es que mira que somos tontos. Cómo se nos había ocurrido pensar que en cualquiera de estas situaciones había alguna traza de actividad humana o de servicio social, algún nexo entre las personas que no fuese puramente el dinero, alguna condición de quien interviene que no fuese la de simple consumidor. No, hombre, no, qué mentalidad tan anticuada. Ahora unos iluminados nos han descubierto que al principio Dios no creó la luz, creó las empresas, y de ahí siguieron todos los demás seres y cosas, a los que se llamó consumidores y productos. Si es que hay que leer más, hombre.

Yo lo siento mucho si soy anticuado, pero para mí los viajes en tren seguirán siendo viajes. "Productos"... sí, hombre, sí.

4 comentarios:

Sonia dijo...

Cierto, más de una vez me he tenido que "pegar" con la página de RENFE y con sus "productos".

Lo más grave no es esto, sino que algún día las personas sean consideradas "productos"...y seguro que ese día llegará...

Johnny Tastavins dijo...

Bravo, me has hecho recordar también a los buitres banqueros y sus "productos". Sus malditas hipotecas, sus puñeteros créditos, sus leasings, rentings, depósitos crecientes y decrecientes, hipotecas inversas y demás parafernalia incomprensible.

A las técnicas para sacar dinero al cliente le llaman ahora producto. El producto lo genera un productor, no un chorizo.

Peluche de Felpa dijo...

Al final todo se reduce al dinero. Está claro.


Al menos para el que tiene el negocio. Yo al menos mantengo ese "nexo" humano :)

Anónimo dijo...

Gracias por pasarte Pablo! Y gracias tambien por ser pedante, a mi es que el latín nunca se ma ha dado NADA bien, creo que en selectividad saqué un 4!





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