domingo, 15 de junio de 2008

El Gran Hermano europeo

La Unión Europea es uno de los logros políticos más importantes de la historia de la humanidad. Que tantos y tan diferentes países, con lenguas diferentes, con culturas diferentes y que a lo largo de los siglos han mantenido largas y sangrientas guerras, de pronto se junten en una gran comunidad, es algo que debería llenarnos de orgullo a todos los que formamos parte de este proyecto.

Sin embargo, en este proceso a menudo se ven ciertos detalles que nos hacen ver los futuros "Estados Unidos de Europa" (porque a algo así nos encaminamos, nadie lo duda) como una especie de oligarquía de poderosos que han sometido a tantos pueblos históricos como Francia, España o Inglaterra, a la oligarquía de unos cuantos banqueros y burócratas.

Ya tuvimos la primera muestra cuando los políticos de Bruselas (o Estrasburgo, no vamos a ponernos quisquillosos) intentaron colarnos la Constitución Europea. Desgraciadamente, hubiera "cantado" demasiado imponerla sin ningún tipo de consulta, así que dejaron a los países miembros la posibilidad de realizar un referéndum al respecto, con el resultado que todos conocemos: ocurrió que los ciudadanos no pensábamos como ellos, y como en una democracia el poder nos corresponde a nosotros, pues adiós constitución.

Ahora, con el Tratado de Lisboa, aprendida la lección, han intentado pasar por alto la consulta, no vaya a ocurrir que el pueblo, ese molesto elemento de la política, les fastidie sus bonitos planes. Pero, oh, desgracia: resulta que entre tanto país, siempre tiene que haber alguno que cometa el muy democrático error de preguntarle a la gente lo que piensa. En este caso ha sido Irlanda, y la gente lo ha rechazado. Vaya por Dios. Pero no pasa nada, los dirigentes europeos se han apresurado a decir que se avanzará igualmente. ¿Qué quieren decir en el fondo? Que se pasan por el forro de los huevos lo que digan los ciudadanos de Irlanda o de cualquier otro país, que ellos ya tienen sus proyectos en mente y éstos son demasiado importantes como para que los ciudadanos vengan ahora a joderles la marrana. Vamos, hombre, hasta ahí podríamos llegar.

Con razón ha salido luego el presidente de Portugal diciendo que jamás hay que someter los tratados a referéndum. Claro que no hombre. "¿Pa qué? ¿Pa cagarla?" Con lo fácil que es vivir en oligarquía, ¿eh, señor Cavaco Silva? De afirmaciones como esta a imponer un control político férreo, en el que un Gran Hermano nos vigila sin que podamos contrarrestar su poder, hay muy poca distancia. Nos la estamos jugando, pero bien.

Por cierto, que esta declaración no es la excepción, sino la regla en el mundo político, y eso es lo preocupante. No hace mucho Felipe González hizo unas declaraciones parecidas sobre el referéndum de la OTAN. Son políticos que, en el fondo, ya no creen en la democracia, por mucho que se llenen la boca con ella en sus discursos.

No contentos con eso, nuestros queridos burócratas de la UE han tirado adelante una medida tan evidentemente impopular como la de las 65 horas semanales, que evidentemente jamás hubiera podido superar un referéndum. Porque sí, porque ellos lo valen. Si os gusta bien y si no también.

Y lo más cachondo de todo es que, en cierto modo, vivimos en un lugar afortunado del planeta Tierra, una especie de último reducto de una mínima democracia y libertad. A veces me pregunto si los dos últimos siglos de Historia han servido de verdad para algo.

Imagen: http://mundodesconocido.com/imagenes/censura.jpg

1 comentario:

Sonia dijo...

Y cuando la Europa de los 15 empezo a tener problemas nos encasquetaron la de los 25, pa ver si con unos cuantos miembros mas la cosa mejoraba, pero va a ser que no.

Ademas, a pesar de todas las cosas buenas que puede tener pertenecer a la UE, al final, si poco a poco se va incluyendo a las potencias del este acabaremos viviendo bajo sus deseos y ordenes, porque todos sabemos como funcionan y como se alian.
Que pa unas cosas se dan de leches y pa otras son amiguitos de la muerte.

Veremos a ver que nos depara el futuro...