sábado, 10 de enero de 2009

Cama y luz

Ciertos comportamientos humanos tienen su origen, no en la utilidad, sino en la costumbre. La gente comienza haciendo algo de una manera porque no le queda más remedio o porque en ese momento es lo más práctico por diversas circunstancias, y al final se acaba adoptando como la manera estándar de hacerlo, sin pensar que es mucho mejor de otra manera. En mi opinión, dos detalles relacionados con el sexo que se ven afectados por las actividades cotidianas de la gente son la costumbre de hacerlo en la cama y a oscuras, o con muy poca luz.

Pensándolo bien, el sexo es mucho más interesante con luz, a poder ser luz del día, que es más intensa y permite verlo todo más claramente. Privarse de este placer no tiene mucho sentido, a menos que la gente acostumbre a practicarlo de noche, justo cuando se va a dormir, que es precisamente lo que se ha solido hacer, ya que durante el día se trabaja, y a menudo la pareja ni siquiera está junta en casa. Sólo queda el momento del sueño, de manera que, o bien se folla justo antes de dormir, o justo después. De este modo, la cama ha quedado consagrada como el lugar típico para el sexo. Por eso mismo, también la oscuridad de la noche, o la semioscuridad en la que suele encontrarse un dormitorio, han acabado siendo preferidas por muchas personas para el sexo, privándose así del placer de la observación del acto, y también del cuerpo de la otra persona. Quizás, es preciso reconocerlo, sean también el pudor típico de las épocas antiguas o bien simplemente la vergüenza que produzca un físico no muy agraciado, los factores que hayan conducido a algunos a preferir la oscuridad.

En cualquier caso, vale la pena detenerse un momento a examinar las ventajas que ofrecen otros lugares y otras condiciones de luminosidad. ¿Cómo se puede querer prescindir de contemplar el rostro de la otra persona, el rubor que en ella produce la excitación? ¿Cómo se puede restar importancia a poder ver claramente la tensión de los músculos, el temblor de las carnes o el brillo del sudor? De acuerdo, puede haber ciertas prácticas puntuales que puedan estar bien en oscuridad (por ejemplo, un clásico de erotismo como vendar los ojos de la otra persona), pero en general, creo que es desaconsejable. El placer del tacto está bien, y el del oído es no poco importante, pero la vista también es crucial. ¿De qué viviría si no la indústria de la pornografía?

En cuanto a la cama, es cierto que siempre será el lugar más cómodo, y que permite poder dormir tras el acto (porque a menudo apetece), pero no nos ofrece todas las posturas, así que algunas debemos buscarlas necesariamente de otras maneras, estado de pie o bien sentados. Tampoco ofrece la higiene de la ducha o el morbo de otros lugares que, al ser menos típicos, le dan una gracia especial. Y es que a mí que no me digan que, por muy incómodo que pueda resultar, no es más gracioso hacerlo en la mesa del comedor o de la cocina que en la cama. Por Dios, dónde va a parar.

Imagen: http://decoraciona.com/una-breve-historia-del-dormitorio

6 comentarios:

Thimbler dijo...

Ayyyy, tu lo que eres es un tunante!! Todo el mundo se sabe que se folla con la luz apagada, tapado por las sabanas, en la cama de dosel, con calcetines y haciendo el misionero. Todo lo demás son desviaciones.

monsieur le six dijo...

Sobre todo con calcetines, ¿eh? Que no falten nunca XDDD

Thimbler dijo...

Porque no hay nada que nos ponga mas a las tias que unas buenas pelotillas...

Johnny Tastavins dijo...

Sí a la luz, pero no a despreciar la cama, con lo cómoda que essssss.

Además, ¿te imaginas la mesa de la cocina llena de migas de pan?

Thimbler dijo...

Ay dios, me pica todo ahora... no hay cosa que mas rabia me de: Migas de pan, granos de sal o azucar, café, arena de la playa... ayyyyy pampurrias!!

Anónimo dijo...

La concepción del folleteo a oscuras yo creo que parte de nuestros miedos a qué pensará la otra persona de nuestra polla de medida no tan cercana a los 22 cm de rigor o las tetas perfectamente redondeadas, duras y listas para descorchar de la chica de enfrente. Una vez que se supera esto, pues te da lo mismo ocho que ochenta, que diría el otro.

Sobre los lugares alternativos a la cama, haberlos, haylos. Yo no soy el Marqués de Villafollador pero sí que soy firme defensor de cierta variedad de localizaciones. Todas tienen sus pros y sus contras, que van desde migas de pan, como decían por arriba, a tierrecilla, miradas indiscretas, vecinos que debieran estar durmiendo o difíciles situaciones con posturas más propias del Circo del Sol a las cuales no llego (o no me llega, según se mire :o).

Let the sunshine in!