miércoles, 8 de julio de 2009

Por qué la Luna (I)

El día 20 se cumplirán 40 años de la llegada del hombre a la Luna. Un gris aniversario empañado por la triste situación de la astronáutica actual y el muy dudoso porvenir de la futura. Los aficionados a la exploración del Espacio miramos con añoranza la dorada época de la pugna entre soviéticos y norteamericanos, cuando aquella sociedad aún en pañales tecnológicamente hablando (pensemos por ejemplo en la capacidad de los ordenadores de 1969) fue capaz de los más increíbles logros en un espacio de tiempo muy pequeño.

Ahora, en cambio, reina la apatía. Mientras los transbordadores norteamericanos realizan sus últimas misiones y la ESA sigue sin decidirse a emprender programas tripulados, Rusia sigue tirando de las fiables pero algo anticuadas Soyuz. Japón, China e India, muy alejados en experiencia y presupuesto, a duras penas pueden ir lanzando algunas sondas o colaborando de manera totalmente secundaria en proyectos como la ISS. Precisamente es la ISS el único gran proyecto reciente de la astronáutica mundial. Con años de retraso sobre la planificación y muchísimas peleas políticas, ya estamos acabándola, pero incluso ella tiene amenazado su futuro a partir del 2020, y sólo muy recientemente se ha podido comenzar a mantener una tripulación permanente de más de tres personas.

Quedan las sondas espaciales, sí, pero incluso los proyectos no tripulados, mucho más fáciles y baratos, caen con cuentagotas. Júpiter no se visita desde hace años, exceptuando el fugaz tránsito de la New Horizons. En Saturno, la excelente Cassini agota sus últimos meses de vida sin un sustituto en el futuro cercano. Los planetas más alejados yacen en el olvido, si no fuera por la singular visita a Plutón de la New Horizons, quizás la única sonda realmente ambiciosa desde la propia Cassini. Marte, la estrella de los objetivos a medio plazo, sigue recibiendo regularmente visitas de sondas y vehículos (sólo faltaría que ni fuésemos a Marte), pero la llegada de astronautas, que en los 80 se veía posible para los primeros años del siglo XXI, parece ahora mismo inviable antes de 2020 como muy pronto.

La crisis mundial agrava las ya tradicionales críticas sobre la utilidad de los programas espaciales, una utilidad que muchos siguen poniendo en duda, mientras miran cada día en TV la predicción del tiempo con fotos del Meteosat o ven las olimpiadas que se celebran al otro lado del globo... evidentemente, vía satélite.

El futuro se plantea gris con un programa Constellation cada vez más discutido, una leeeeenta recuperación de Rusia, que sigue dependiendo de sus diseños de los años 60 y 70, y una casi total apatía de la ESA, que ni siquiera se decide a sacarle todo el partido al ATV. China le está poniendo muchas ganas, pero no puede hacer en diez años, con los presupuestos actuales, lo que Rusia y EEUU han hecho en más de 50 con un enorme presupuesto durante los primeros tiempos. India y el estancado Japón poco pueden aportar a día de hoy.

La alternativa de las empresas privadas como SpaceX sigue sin ofrecer proyectos visiblemente útiles, fiables e importantes. La impresión que dan es que les queda aún mucho camino que recorrer.

En definitiva, la astronáutica ha quedado restringida básicamente a dos actividades: la ISS y los lanzamientos de satélites y sondas a lugares cercanos a la Tierra. Y aún gracias, que muchos aún se cuestionan los gastos de estos programas.

Pero incluso en este clima de apatía, se hace necesario un objetivo importante que impulse la astronáutica mundial, como en su momento lo fue la llegada a la Luna. De hecho, todos los logros parciales (primer satélite, primer cosmonauta en órbita, primer paseo espacial, etc.) fueron en realidad pasos intermedios necesarios para conseguir el objetivo principal: que un ser humano pisase la Luna. Prueba de ello es que las potencias no se detuvieron jamás en los logros parciales, sino que los fueron dejando atrás, mientras que la llegada a la Luna, una vez conseguida, fue algo así como un punto final. Realizada ya la gesta, el programa espacial perdió atractivo y la "carrera" finalizó.

En los últimos 20 años, la ISS ha sido ese objetivo importante, ese proyecto abanderado ("flagship", como dirían los norteamericanos) que ha impulsado el esfuerzo global, hasta el punto de que diferentes naciones han olvidado parcialmente sus diferencias para lograrlo. Prueba de ello es que ahora que ya está casi acabadas han aparecido, una vez más, las diferencias y la apatía. Se hace necesario, por tanto, un nuevo "abanderado" que motive a los políticos a dar dinero a las agencias, puesto que, mientras el negocio privado no esté claro, sólo pueden ser las agencias nacionales las que impulsen la astronáutica. Pero como los políticos sólo se mueven por efectos mediáticos, necesitan también un proyecto muy mediático que les motive.

A día de hoy, se hace cada vez más evidente que sólo hay dos proyectos con esta capacidad: un viaje tripulado a Marte y una base espacial permanente en la Luna. Cualquier otro objetivo, aunque quizás más práctico y más interesante desde el punto de vista científico, jamás podrá motivar a los responsables políticos.

En el caso de EEUU, parecía claro que el proyecto Constellation de George W. Bush había decantado la balanza por la opción lunar, a pesar de que son muchos quienes prefieren la opción marciana. Rusia y la ESA siguen sin decantarse y, al no haber planes conjuntos claros, es evidente que por ellas mismas no van a embarcarse en ninguno de los dos proyectos.

Por hoy ya vale. En la siguiente entrada analizaré cuál de las dos opciones me parece preferible y por qué. En cualquier caso, una de las dos al menos se hace necesaria en estos días.

Imagen: http://ciecia-ficcion.blogspot.com/2008/09/apolo-11-el-hombre-en-la-luna-20-de.html

3 comentarios:

Johnny Tastavins dijo...

Imagino que te decantarás por la luna, ya lo dices en el título. Es desolador efectivamente ver la dejadez en la que han caído los programas espaciales, donde se ha desarrollado lo mejor de la tecnología de los últimos 30/40 años.

Concuerdo contigo en todo el post, simplemente apuntarte un par de detalles.

El primero es que efectivamente llegar a la Luna fue una meta, un punto final y una vez alcanzado ya se paró. Pero nunca entenderé que los soviéticos, después de una carrera de casi 15 años tiraran la toalla cuando llegaron los norteamericanos. Una de dos, o su tecnología era un desastre y la presunta carrera era muy desigual, o todo fue un fraude como apuntan algunos y llegó primero el que supo simular mejor el engaño.

El segundo apunte es que no somos conscientes de la maravilla tecnológica que supuso alcanzar la Luna en 1969. En tiempos donde el 600, el 850 y el 1500 eran los reyes de la carretera, los yanquis metieron en la Luna a tres tíos en una cáscara de chatarra. Tuve el privilegio de visitar hace años el Museo de la NASA en Washington y pasé a través del interior de una de las cápsulas del Apolo (esas curiosas naves cónicas) y no se puede hablar de ordenadores. Todo eran diales analógicos, palancas, interruptores, todo muy en plan Tintín en la Luna. Prodigioso. Si es que fue verdad ...

monsieur le six dijo...

Hombre, a mí no me gusta ser conspiranoico. Pensemos que no hubo una, sino varias misiones Apolo (para tomarle el pelo a la gente hubiera bastado una), y que otros logros similares se consiguieron no mucho después (por ejemplo la llegada de las Viking a Marte), así como hitos previos casi igual de difíciles (misiones Gemini, etc.).

Los rusos se retiraron por la misma razón por la que los norteamericanos lo hicieros tras unas pocas visitas: no tenía sentido gastar tanto dinero en ir allá una vez puesta la banderita.

Ahora, en cambio, sí lo tiene, y en próximas entregas explicaré por qué.

Johnny Tastavins dijo...

Cierto, pero lo que no entiendo es que los rusos se contentaran con dar 4 óribtas a la Luna y volver. Joder, aparte de la carrera espacial el aterrizaje suponía algo más, era la culminación de un proyecto brutal. Sigo sin entender por qué no continuaron hasta alunizar.

Lo de la conspiración, je je, no sé, nos han engañado tantas veces que una más ... Seamos positivos, quedémonos en que llegaron y que parece un milagro, visto que hoy en día no somos capaces de hacerlo. Me gustaría ver cómo volvemos, o llegamos a Marte, reforzaría mi fe en el género humano.