En la época de emigración masiva desde Argentina a España, es decir, hace pocos años, como consecuencia del famoso corralito, tuve una sensación extraña respecto hacia la visión que los argentinos que venían aquí transmitían sobre su país. Me parecía exagerado que dijeran que allá no había futuro, que era un país en el que ya no se podía hacer nada. Yo veía a Argentina como una nación con grandes recursos de todo tipo, y una población formada y emprendedora, no entendía por qué no podían salir adelante solos. Pensaba que eran demasiado pesimistas respecto a su país.
Ahora, a medida que España se hunde más y más en la crisis actual, voy entendiéndoles. Lógicamente, cada país es diferente, pero cada vez percibo más claramente el problema real de España, e intuyo que es el mismo que los argentinos intentaban hacernos ver sobre su país: un problema cultural. No es un problema económico. Ninguna de las dos naciones está falta de recursos. España no tendría por qué estar por debajo de ningún otro país si sus habitantes realmente quisiéramos avanzar. De hecho, la situación hace pocos años era, aparentemente, esperanzadora. ¿Por qué ahora vuelve a dar la sensación de que somos la cola de Europa?
La razón está en la mente de los españoles, y no en su bolsillo ni, como algunos quieren hacer creer, en el gobierno de turno. Ningún gobierno pasado pudo hacer gran cosa, ni puede hacerla el presente, ni probablemente ningún gobierno futuro. Quienes tenemos que cambiar somos nosotros mismos.
Este país se ha pasado la vida viviendo del turismo y de la construcción, todos lo sabemos. A eso, sumémosle algunas empresas multinacionales que se instalaron aquí cuando salía barato fabricar en España (y que ahora se están largando, claro). Si quitamos todo esto, lo que queda es ya sólo una débil fuerza económica, incapaz de sostener al resto del país, con su enorme y anquilosado funcionariado, y mucho menos de conseguir que estemos a la par de franceses, suecos, etc. Mucho menos cuando la construcción se derrumba por culpa de la irracional burbuja de los últimos años, y cuando el turismo sobrevive como puede en un mundo en crisis donde ya no hay tantos extranjeros que puedan venir por aquí o, si vienen, no pueden gastar tanto como antes.
El español, en general, no es emprendedor. Somos malos empresarios, y como trabajadores nos cuesta ver las cosas de manera diferente a la del típico "currito" que va cada día a hacer lo que le dice su jefe. Somos individualistas, nos cuesta trabajar en grupo, coordinarnos, hacer reuniones (útiles), planificar, ver a largo plazo, investigar el mercado en lugar de ir a salto de mata, etc.
Vemos el I+D como un gasto, no como la fuerza creativa de la empresa; vemos el control de calidad como algo que nos quita recursos, no como lo que consigue que podamos dar una buena imagen en el mercado; en general, lo orientamos todo al beneficio a corto plazo, y cosas como crear una bolsa de dinero para tiempos difíciles (algo que a más de una empresa quizás le hubiera venido bien ahora), sencillamente nos parece de ciencia-ficción. Luego, cuando vienen las vacas flacas, nos quejamos de los políticos (a los que nosotros mismos hemos votado) y exigimos soluciones.
Todas estas cosas no las resuelve un gobierno ni una ley, porque a los españoles el gobierno no les puede hacer un trasplante de cerebro. Esto va a seguir siendo así durante generaciones. Por eso cada vez entiendo más a quienes recientemente emigraban a Gran Bretaña e Irlanda en busca, no sólo de mejor sueldo, sino de mejor entorno laboral. No se trata ya de ir a un sitio donde haya recursos, sino de ir a un sito donde la gente intenta que las cosas funcionen.
Imagen: http://tono7.files.wordpress.com/2007/07/homer_cerebro.jpg
Ahora, a medida que España se hunde más y más en la crisis actual, voy entendiéndoles. Lógicamente, cada país es diferente, pero cada vez percibo más claramente el problema real de España, e intuyo que es el mismo que los argentinos intentaban hacernos ver sobre su país: un problema cultural. No es un problema económico. Ninguna de las dos naciones está falta de recursos. España no tendría por qué estar por debajo de ningún otro país si sus habitantes realmente quisiéramos avanzar. De hecho, la situación hace pocos años era, aparentemente, esperanzadora. ¿Por qué ahora vuelve a dar la sensación de que somos la cola de Europa?
La razón está en la mente de los españoles, y no en su bolsillo ni, como algunos quieren hacer creer, en el gobierno de turno. Ningún gobierno pasado pudo hacer gran cosa, ni puede hacerla el presente, ni probablemente ningún gobierno futuro. Quienes tenemos que cambiar somos nosotros mismos.
Este país se ha pasado la vida viviendo del turismo y de la construcción, todos lo sabemos. A eso, sumémosle algunas empresas multinacionales que se instalaron aquí cuando salía barato fabricar en España (y que ahora se están largando, claro). Si quitamos todo esto, lo que queda es ya sólo una débil fuerza económica, incapaz de sostener al resto del país, con su enorme y anquilosado funcionariado, y mucho menos de conseguir que estemos a la par de franceses, suecos, etc. Mucho menos cuando la construcción se derrumba por culpa de la irracional burbuja de los últimos años, y cuando el turismo sobrevive como puede en un mundo en crisis donde ya no hay tantos extranjeros que puedan venir por aquí o, si vienen, no pueden gastar tanto como antes.
El español, en general, no es emprendedor. Somos malos empresarios, y como trabajadores nos cuesta ver las cosas de manera diferente a la del típico "currito" que va cada día a hacer lo que le dice su jefe. Somos individualistas, nos cuesta trabajar en grupo, coordinarnos, hacer reuniones (útiles), planificar, ver a largo plazo, investigar el mercado en lugar de ir a salto de mata, etc.
Vemos el I+D como un gasto, no como la fuerza creativa de la empresa; vemos el control de calidad como algo que nos quita recursos, no como lo que consigue que podamos dar una buena imagen en el mercado; en general, lo orientamos todo al beneficio a corto plazo, y cosas como crear una bolsa de dinero para tiempos difíciles (algo que a más de una empresa quizás le hubiera venido bien ahora), sencillamente nos parece de ciencia-ficción. Luego, cuando vienen las vacas flacas, nos quejamos de los políticos (a los que nosotros mismos hemos votado) y exigimos soluciones.
Todas estas cosas no las resuelve un gobierno ni una ley, porque a los españoles el gobierno no les puede hacer un trasplante de cerebro. Esto va a seguir siendo así durante generaciones. Por eso cada vez entiendo más a quienes recientemente emigraban a Gran Bretaña e Irlanda en busca, no sólo de mejor sueldo, sino de mejor entorno laboral. No se trata ya de ir a un sitio donde haya recursos, sino de ir a un sito donde la gente intenta que las cosas funcionen.
Imagen: http://tono7.files.wordpress.com/2007/07/homer_cerebro.jpg
1 comentario:
Cierto todo, o casi todo. Desgraciadamente la gente joven aspira al funcionariado. Somos un país comodón, con aversión al riesgo y muy apalancados. Y esto no viene de ahora. Recuerdo que hace ya 20 años, un alto ejecutivo de HP decía que le costaba más mover a un Ingeniero de Madrid a Barcelona o viceversa, que traerlo a una de las dos ciudades desde Gran Bretaña. Aquí no se muda ni Dios, se alquila cuando no hay más remedio y se compra vivienda para toda la vida.
Será el clima, será la cultura, serán los genes, será lo que sea pero es. Recuerda que el "que inventen ellos" ya viene de los tiempos de Franco y los chistes fáciles donde el español es el listo, y el alemán, o inglés o ruso de turno son caricaturizados como los tontos.
Los 90 fueron el paradigma de España : cultura del pelotazo, ganancia fácil, reirse de quien se esforzaba, palmotear al que cobraba el paro mientras trabajaba en negro.
Efectivamente no será fácil salir de esto. Lo haremos, porque el entorno CE empuja y obliga, pero será tarde y a enorme coste. No estaría mal que todos y cada uno de nosotros hiciéramos votos por poner nuestro grano de arena. Yo, por lo menos, lo intento. Buen post!
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