Hoy, leyendo sobre la Primera República, he encontrado esta cita del presidente Pi i Maragall, que muestra el carácter político de nuestro país y explica en parte la dificultad para crear una verdadera actitud democrática. Su eco, quiero pensar que atenuado, sigue resonando en estos días en los que vivimos actitudes parecidas:
El presidente anterior, Estanislao Figueras, (barcelonés, igual que Pi i Maragall), acabó gritando un día: Senyors, ja no aguanto més. Vaig a ser-los franc: estic fins als collons de tots nosaltres! ("Señores, ya no aguanto más. Voy a serles franco: estoy hasta los cojones de todos nosotros"). Poco después, mientras daba un paseo por el Retiro, se subió a un tren sin avisar, y no se bajó hasta llegar a París.
El presidente posterior fue el almeriense Nicolás Salmerón, un hombre tan íntegro y fiel a sus ideas que, ante las presiones de los militares para poder fusilar a los soldados desertores, prefirió dimitir antes que firmar una sentencia de muerte.
Tras esto se entró en un periodo de gobiernos "de unidad" cuya máxima prioridad fue que el país no se hundiera bajo la Tercera Guerra Carlista, y poco después, en vista de que la monarquía era casi lo único que podía imponer una cierta unidad y cohesión a este extraño país, llegó el reinado de Alfonso XII.
Y aquí seguimos, más de un siglo después, con un jefe de estado descendiente de aquel rey, con más de 100 imputados en las listas de las próximas elecciones, y con líderes (por así llamarlos) mucho menos íntegros que Pi, Figueras o Salmerón.
Imagen: Wikipedia
Han sido tantas mis amarguras en el poder, que no puedo codiciarlo. He perdido en el gobierno mi tranquilidad, mi reposo, mis ilusiones, mi confianza en los hombres, que constituía el fondo de mi carácter. Por cada hombre agradecido, cien ingratos; por cada hombre desinteresado y patriótico, cientos que no buscaban en la política sino la satisfacción de sus apetitos. He recibido mal por bien...Como puede imaginarse, Pi i Maragall no duró mucho en el gobierno y acabó dimitiendo. No menos triste fue el destino de los otros dos presidentes de aquel breve periodo republicano, ambos hombres honrados e íntegros.
El presidente anterior, Estanislao Figueras, (barcelonés, igual que Pi i Maragall), acabó gritando un día: Senyors, ja no aguanto més. Vaig a ser-los franc: estic fins als collons de tots nosaltres! ("Señores, ya no aguanto más. Voy a serles franco: estoy hasta los cojones de todos nosotros"). Poco después, mientras daba un paseo por el Retiro, se subió a un tren sin avisar, y no se bajó hasta llegar a París.
El presidente posterior fue el almeriense Nicolás Salmerón, un hombre tan íntegro y fiel a sus ideas que, ante las presiones de los militares para poder fusilar a los soldados desertores, prefirió dimitir antes que firmar una sentencia de muerte.
Tras esto se entró en un periodo de gobiernos "de unidad" cuya máxima prioridad fue que el país no se hundiera bajo la Tercera Guerra Carlista, y poco después, en vista de que la monarquía era casi lo único que podía imponer una cierta unidad y cohesión a este extraño país, llegó el reinado de Alfonso XII.
Y aquí seguimos, más de un siglo después, con un jefe de estado descendiente de aquel rey, con más de 100 imputados en las listas de las próximas elecciones, y con líderes (por así llamarlos) mucho menos íntegros que Pi, Figueras o Salmerón.
Imagen: Wikipedia
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