sábado, 18 de junio de 2011

Pirámides, nubes y negociación difusa (II)

Voy a tratar ahora de aplicar los conceptos explicados en el artículo anterior, sobre el proceso del 15-M (es conveniente, aunque no imprescindible, haber leído la primera parte para entender ésta). El 15-M se ha comportado desde el principio como una nube, mientras que el poder establecido, y cada uno de los partidos que lo forman, tienen estructura piramidal; de modo que buena parte del desencuentro se debe a que a ambas estructuras les cuesta entenderse, porque siguen métodos de negociación diferentes. Estos son los puntos de conflicto más relevantes.

Las propuestas

Muchas personas han criticado que el 15-M carezca de propuestas concretas. En realidad eso no es del todo cierto (desde el primer día se plantearon unas peticiones mínimas que se han mantenido hasta hoy), pero el caso es que, aunque lo fuera, eso no es ningún problema; más bien, una ventaja, puesto que es algo que da cabida a un amplio sector de la población. Todos los ciudadanos (bueno, siempre habrá alguno que no, pero creo que en este caso es factible generalizar) estamos de acuerdo en que son necesarias medidas como la separación de los tres poderes del Estado, aumentar la participación ciudadana en decisiones concretas (por ejemplo, mediante referendums) o aumentar el control ciudadano sobre los políticos, sin tener que esperar cuatro años a que se celebren nuevas elecciones. También son muy raramente discutidas otras propuestas como las listas abiertas o la reforma de la ley electoral, para que sólo haya una circunscripción en el país, y así no se perjudique a los partidos pequeños. Concretar estas propuestas hasta la última coma, nos llevaría a discusiones bizantinas interminables, en las que la nube que forma el 15-M no tiene por qué entrar, puesto que la sociedad, lo que quiere (y he aquí el núcleo de todo el tema) es un cambio de actitud por parte de los políticos, más que la aprobación o no de tal punto de tal propuesta o de tal párrafo. Y puesto que lo que se quiere es un cambio de actitud (lo cual es una idea algo abierta, pero no por ello menos clara), negociar una lista de puntos sería, en el fondo, tergiversar el debate. Lo que los políticos tienen que hacer no es negociar algo, sino decir pública y claramente si aceptan o no ese cambio de actitud y anunciar alguna medida que demuestre que emprenden ese nuevo camino. No se les pide otra cosa. Si aceptan y demuestran que cambian, las protestas cesarán (pero no definitivamente, si no sólo a medida que se vaya comprobando que el cambio de actitud no es un engaño), y si lo rechazan, seguirán.

De hecho, todos los intentos realizados desde diversos sectores internos del 15-M por elaborar listas de propuestas y peticiones, aunque comprensibles y disculpables, son, a mi juicio, un gran error. No se debe caer en el juego de "negociar puntos", sobre todo cuando estos puntos son, o bien utópicos (algunos son meros deseos), o bien discutibles (muchos pecan de izquierdistas, y no pueden ser aceptados por una parte de la sociedad) o bien, simplemente, entran en detalles que no deberían ser el centro del debate, puesto que el gran problema que se nos plantea como sociedad no es el cómo se llevarán cabo los cambios, sino qué cambios se quieren; y esos cambios no son sobre detalles, sino globales, aunque no por ello menos claros.

Formar un partido

Muchos han criticado, desde dentro del propio movimiento incluso, que éste no se constituya en partido político. A mi juicio, esa crítica es un error. Convertirse en un partido político significaría, con casi toda probabilidad, adoptar una estructura piramidal, con los defectos que esto supone (se perdería dinamismo, flexibilidad y democracia interna, como ya expliqué en el artículo anterior). Pero eso no es lo peor, sino que probablemente se entraría en la dinámica de las negociaciones cerradas, en lugar de aceptar una negociación difusa como única manera de solucionar el problema que parece nuestra sociedad. Se nombrarían entonces unos representantes (lo cual no dejaría de ser paradójico en un movimiento que duda de la democracia representativa) y, en definitiva, "se jugaría con sus reglas". Con estas reglas, el "partido" acabaría en realidad dividido en muchos partidos, puesto que al intentar plasmar las propuestas en una serie de puntos, y al intentar aceptar o rechazar los ofrecimientos del poder político durante las negociaciones, siempre habría detalles que parte de la sociedad aceptaría, y otra parte no, con lo que se fragmentaría el movimiento, y acabaríamos teniendo muchos pequeños partidos, en parte relacionados, pero que piden cosas diferentes.

Además, eso ya existe hoy en día. Muchos partidos minoritarios defienden ideas compatibles con la filosofía del 15-M, más algún añadido propio de su ideología. ¿Qué necesidad hay de reinventar lo que ya está inventado? Por poner sólo dos ejemplos, en Cataluña, iniciativas como Pirata.cat o EsconsEnBlanc, basadas en filosofías muy próximas a todo este movimiento, llegaron a conseguir concejales en estas últimas elecciones. Si alguien desea mover las cosas desde dentro, sólo tiene que sumarse a partidos como estos, que ya existen; la lista es muy larga. Basta con investigar, informarse, y escoger el que a uno más le guste. De hecho, el movimiento 15-M nunca ha promovido la abstención y el rechazo a las votaciones de la democracia parlamentaria, sino que, precisamente, pide a los ciudadanos que voten a estos partidos minoritarios, para refrescar la vida política del país.

La negociación debe ser difusa

Yo creo que es importante darse cuenta que el proceso del 15-M no supone sólo una reivindicación política y económica de ciertos aspectos, sino un cambio completo de las ideas y valores que siempre han rodeado las negociaciones políticas, en un auténtico cambio de mentalidad, que no puede darse en ningún caso, aceptando adaptarse a esa mentalidad antigua que, justamente, se está intentando cambiar. No. La nube debe seguir siendo una nube. Dinámica, cambiante, democrática y abierta a todos. Por una vez se ha formado una nube en la que puede actuar directamente la sociedad, sin intermediarios, en lugar de partidos de estructura piramidal que pretenden representarla. Es el poder establecido quien debe aceptar una negociación difusa, mostrando una voluntad e inspirando una confianza que no caben en una lista de "puntos negociables". No deben nombrarse representantes del 15-M, ni formar un partido, del mismo modo que no se puede aceptar habar sólo con las puntas de las pirámides (porque, por ejemplo, ¿qué papel juegan aquí las bases del PSOE o el PP? ¿Alguien les ha preguntado?).

El poder establecido tiene la obligación de informarse (la red está ahí para todos, y las discusiones del 15-M son abiertas, ellos mismos pueden participar) y, a partir de aquí, actuar en uno u otro sentido. A medida que vayan actuando, la nube irá reaccionando en consecuencia. ¿Que reaccionan positivamente y dan muestras de que se adaptan a los requerimientos de la sociedad? La nube se calmará y se mantendrá a la espera. ¿Que no lo hacen? La nube reaccionará y convocará nuevas acciones. ¿Que dan indicios de que cambian y luego vuelven a las andadas? La nube se reactivará de nuevo. Nada estará atado por un "contrato", sino que será una negociación difusa, como por otro lado no puede ser de otra manera, puesto que el pueblo jamás en la Historia les ha pedido a sus gobernantes una serie de puntos, sino unos principios y unas actitudes. En cierto modo no se trata de una negociación, sino de una dinámica de acción y reacción, como ocurre habitualmente en las relaciones personales. Si tú me tratas bien, yo estaré contento; si me tratas mal, me enfadaré. Si me enfado y te pido que me trates bien, trátame bien, no me vengas diciendo que quieres negociar unos puntos. Sabes lo que quiero, sabes lo que tienes que hacer; hazlo, o atente a las consecuencias.


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