martes, 1 de octubre de 2013

El penúltimo bache

Ya el 1 de enero escribí sobre la insostenible situación de las finanzas mundiales, y especialmente las de EEUU. Ese día, durante 2 horas, EEUU estuvo de algún modo en situación de suspensión de pagos, aunque finalmente los políticos llegaron a un acuerdo límite. Hoy se confirma lo que ya comenté: que el problema no se soluciona, sino que se desplaza, y que cada supuesto "gran acuerdo" que se produce no es más que una huida hacia delante ante un problema que no se quiere afrontar. El propio Obama ha reconocido que, incluso si accediera a las peticiones republicanas de recortar los nuevos gastos sanitarios, esto apenas daría un par de meses de tiempo más, hasta encontrarse de nuevo en un callejón sin salida.

Hoy se produce una nueva situación de impago, pero esta vez más grave, porque amenaza con durar varios días. Esta vez sí que algunos empleados (especialmente los de la NASA) han sido enviados a sus casas, al no poder pagarles estos días de trabajo. El ridículo de los EEUU es impresionante, y probablemente la agencias de rating se vean obligadas a rebajarles la calificación (si es que estas agencias quieren conservar aún la poca credibilidad que tienen). Bastantes miles de ciudadanos se verán afectados económicamente, y lo peor de todo: si la confianza decrece, puede subir el interés de la deuda, lo cual sería ya un golpe definitivo. Con casi 17 billones de dólares de deuda, un leve incremento del interés significaría que cada nuevo crédito pedido caería como una losa sobre la ya insalvable montaña de dinero a pagar.

Hay quienes dicen que no es para tanto, que ya en otras épocas hubo momentos de cese de la actividad administrativa norteamericana por falta de dinero, la última con Clinton en el 96. Pero hay una diferencia sustancial: la deuda va aumentando exponencialmente, por lo que, cada año e incluso cada mes que pasa, el margen de maniobra es mucho más pequeño. Ahora mismo, el mundo entero (y EEUU en particular) está al límite. Lo que con Clinton era un simple pulso político, hoy es una mirada hacia el abismo. No se puede forzar más la máquina, y cada paso en falso que se da puede provocar el Armagedón.

Probablemente ocurrirá lo siguiente: en las próximas horas o días se resolverá este bache mediante un acuerdo político in extremis, sea a favor del bando que sea (en realidad da igual, porque la lucha política que hay detrás de esto es secundaria, por mucho que algunos digan que es el fondo de la cuestión). El caso es que sólo se salvará el golpe, pero a finales de año volveremos a estar en las mismas, y quizás haya un nuevo periodo de unos cuantos días de inactividad administrativa. Nuevamente se llegará a un acuerdo, y en dos o tres meses volveremos a lo mismo. Así hasta que alguno de estos baches sea el definitivo, y de una vez por todas se acabe esta agonía en la que está inmerso nuestro planeta desde hace cinco años (pero que en realidad tiene su origen en los cambios de finales de los 80).

¿Cuál será el momento clave? No podemos saberlo. Seguramente no será este (aunque ojalá), pero visto lo ocurrido en el último año, presumiblemente sea el año que viene. Los intervalos de tiempo entre crisis son cada vez más cortos y las matemáticas nos señalan que deben ir acortándose más y más. Ya hemos traspasado la frontera del medio año, y en breve entraremos en crisis periódicas de dos o tres meses, algo imposible de aguantar políticamente. Ya no se podrá esconder la situación como una simple "discusión de los presupuestos", sino que habrá que reconocer que es el sistema mismo el que está en fase terminal; que no es que haya que sentarse en una mesa a ver si los impuestos suben o bajan un poco, sino que la civilización tal y como la hemos conocido en los últimos 25 años, no puede continuar.

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