Perdónenme los ultrapacifistas y los “progres” de pacotilla, pero como buen aficionado a lo militar, tarde o temprano tenía que caer una entrada sobre el tema, y aquí está. En realidad, es la primera de una serie de entradas que quiero dedicar a uno de los hechos más increíbles e injustamente olvidados de la Historia. Vamos a ello.
Me he preguntado muchas veces (como cualquiera al que le interese el tema) cuál es el hecho militar (batalla, asedio, campaña, etc.) más increíble y meritorio de la Historia, aquél que debería estudiarse especialmente por la inteligencia, el valor y la capacidad de reacción de quienes participaron en él. En un foro en el que a veces participo, existe ya un hilo sobre ello, y los foreros han votado por muchas de las batallas más famosas de la Historia: Waterloo, Trafalgar, Lepanto, Salamina, Stalingrado... Sin embargo, hace unos días, un forero mencionó un hecho casi olvidado y que me hizo recapacitar sobre el tema: se trata del asedio a Cartagena de Indias, en Colombia, por el ejército inglés, que fracasó ante la defensa del español, en 1741. Este hombre tiene razón, y me llama también la atención que los otros dos hechos militares que considero más meritorios los hayan llevado a cabo también tropas de nuestro país. Son estos:
Como “medalla de bronce” yo escogería la famosa “venjança catalana” de los almogávares, una vez que su jefe, Roger de Flor, fue traidoramente asesinado por los griegos, que le habían contratado como mercenario. La verdad es que la acción de los almogávares fue increíble: siendo tan solo unos pocos centenares, se enfrentaron a miles de griegos, en batallas sucesivas, y les vencieron siempre, e incluso se permitieron el lujo de ir en busca de los mercenarios alanos (que eran quienes habían realizado el asesinato) y perseguirles para darles muerte. Y me parece especialmente meritorio porque se trataba de un ejército muy reducido (muchas de las tropas habían sido asesinadas junto a Roger) y sobre todo sin un mando claro, lo cual es muy importante para un ejército, como cualquiera sabe. Rocafort y Entença, los dos jefes con más prestigio que quedaron, consiguieron conducir la situación bastante bien, a pesar de sus enemistades personales, y llevaron a sus hombres a la victoria en unas circunstancias en las que nadie hubiera dado un duro por ellos.
La “medalla de plata” se la llevaría, en mi opinión, Hernán Cortés. Y es que no ha habido una guerra de conquista más increíble que la suya. Con unos pocos centenares de hombres se lanzó sobre el Imperio Azteca y lo conquistó, y eso sin contar con apoyos desde España, e incluso siendo perseguido por el propio gobernador de Cuba, que mandó un ejército contra él. Cortés no se amedrentó por ello, y le salió al encuentro, venciéndolo y ganándose a los soldados enviados contra él, a los que convenció para unirse a su causa. También tuvo un excelente tacto diplomático con los indios que encontraba a su paso, convenciéndolos para que se unieran a él contra los aztecas, que les tenían avasallados. Habrá quien se pregunte por qué considero que esta acción merece estar por encima de la de los almogávares. La razón es que Cortés y los suyos se internaron en lo desconocido. Se trataba de recorrer centenares de kilómetros hacia en interior de un continente del que no se sabía casi nada (los españoles por entonces apenas habían realizado algunas expediciones de reconocimiento en la costa) y enfrentarse a un imperio completamente ignorado y del que no sabían qué podía esperarse. Por contra, los almogávares conocían perfectamente a los griegos, con los que habían luchado frente a los turcos, y sabían cómo combatirles. A las malas, quizás hubieran podido capturar algunas naves y poner rumbo al Oeste, para volver a dominios catalanes; en cambio Cortés, nada más llegar, dio orden de quemar las naves, para dejar claro que en aquella campaña sólo había dos salidas: la victoria o la muerte.
Alguien se preguntará por qué estas campañas son más meritorias que las conquistas de César, de Alejandro, de Gengis Khan, de Napoleón... La razón por la que estos dos hechos me parecen especialmente destacables es el número casi ridículo de combatientes (entre 100 y 600 aproximadamente) frente a los miles y miles de sus enemigos. Por contra, todos los conquistadores mencionados antes disponían de ejércitos de varios miles de hombres, e incluso cientos de miles. No se puede comparar, por ejemplo, la situación de Wellington en Waterloo o de Nelson en Trafalgar con la de Cortés y Rocafort en sus respectivas luchas. Los primeros disponían de fuerzas casi equivalentes a sus adversarios, y eso ya les da muchas posibilidades. Es cierto que, por ejemplo, Alejando sí se enfrentó a un ejército persa muy numeroso, pero aún así disponía de miles de hombres con los que cubrir el terreno que formaba el campo de batalla, mientras los persas apenas podían maniobrar fácilmente con su enorme concentración de tropas. En cambio, encontrarse con unos pocos centenares de hombres frente a decenas de miles es mucho más complicado, porque ahí sí que es muy difícil evitar ser cercado, y a menos que te refugies en una fortificación, apenas deberías tener posibilidades. Aún hoy resulta increíble que pudieran vencer en batallas a campo abierto.
Falta la “medalla de oro”, el asedio a Cartagena de Indias, pero de esa hablaré en otra entrada, pues se lo merece. Sólo quiero añadir una reflexión: Se critica a menudo a nuestro ejército y se menosprecia nuestra historia, pero lo cierto es que, bien mirado, no está por debajo de ningún otro. Estas tres acciones que destaco las he escogido sin tener en cuenta para nada la nacionalidad de quienes las llevaron a cabo, y es que a mí se me pueden buscar muchos defectos, pero el patrioterismo, va a ser que no. Ahora bien: igual que no me gusta caer en el patrioterismo, menos me gusta la autoflagelación absurda con la que muchos difaman la historia de su propio país, sin saber darse cuenta de que en ella hay hechos que, de haberlos protagonizado unos soldados ingleses o franceses, serían ahora mismo objeto de loas y alabanzas en todo el mundo. Es bien sabido que los españoles preferimos tener antihéroes antes que héroes. Parece como que nos mola más hacer de bufones y dejar a otros los puestos de mérito, hasta el punto de que ocultamos, como si fueran vergüenzas nacionales, a nuestros propios héroes. Pues yo, con su permiso, voy a hacer de desenterrador de héroes por un día.
Me he preguntado muchas veces (como cualquiera al que le interese el tema) cuál es el hecho militar (batalla, asedio, campaña, etc.) más increíble y meritorio de la Historia, aquél que debería estudiarse especialmente por la inteligencia, el valor y la capacidad de reacción de quienes participaron en él. En un foro en el que a veces participo, existe ya un hilo sobre ello, y los foreros han votado por muchas de las batallas más famosas de la Historia: Waterloo, Trafalgar, Lepanto, Salamina, Stalingrado... Sin embargo, hace unos días, un forero mencionó un hecho casi olvidado y que me hizo recapacitar sobre el tema: se trata del asedio a Cartagena de Indias, en Colombia, por el ejército inglés, que fracasó ante la defensa del español, en 1741. Este hombre tiene razón, y me llama también la atención que los otros dos hechos militares que considero más meritorios los hayan llevado a cabo también tropas de nuestro país. Son estos:
Como “medalla de bronce” yo escogería la famosa “venjança catalana” de los almogávares, una vez que su jefe, Roger de Flor, fue traidoramente asesinado por los griegos, que le habían contratado como mercenario. La verdad es que la acción de los almogávares fue increíble: siendo tan solo unos pocos centenares, se enfrentaron a miles de griegos, en batallas sucesivas, y les vencieron siempre, e incluso se permitieron el lujo de ir en busca de los mercenarios alanos (que eran quienes habían realizado el asesinato) y perseguirles para darles muerte. Y me parece especialmente meritorio porque se trataba de un ejército muy reducido (muchas de las tropas habían sido asesinadas junto a Roger) y sobre todo sin un mando claro, lo cual es muy importante para un ejército, como cualquiera sabe. Rocafort y Entença, los dos jefes con más prestigio que quedaron, consiguieron conducir la situación bastante bien, a pesar de sus enemistades personales, y llevaron a sus hombres a la victoria en unas circunstancias en las que nadie hubiera dado un duro por ellos.
La “medalla de plata” se la llevaría, en mi opinión, Hernán Cortés. Y es que no ha habido una guerra de conquista más increíble que la suya. Con unos pocos centenares de hombres se lanzó sobre el Imperio Azteca y lo conquistó, y eso sin contar con apoyos desde España, e incluso siendo perseguido por el propio gobernador de Cuba, que mandó un ejército contra él. Cortés no se amedrentó por ello, y le salió al encuentro, venciéndolo y ganándose a los soldados enviados contra él, a los que convenció para unirse a su causa. También tuvo un excelente tacto diplomático con los indios que encontraba a su paso, convenciéndolos para que se unieran a él contra los aztecas, que les tenían avasallados. Habrá quien se pregunte por qué considero que esta acción merece estar por encima de la de los almogávares. La razón es que Cortés y los suyos se internaron en lo desconocido. Se trataba de recorrer centenares de kilómetros hacia en interior de un continente del que no se sabía casi nada (los españoles por entonces apenas habían realizado algunas expediciones de reconocimiento en la costa) y enfrentarse a un imperio completamente ignorado y del que no sabían qué podía esperarse. Por contra, los almogávares conocían perfectamente a los griegos, con los que habían luchado frente a los turcos, y sabían cómo combatirles. A las malas, quizás hubieran podido capturar algunas naves y poner rumbo al Oeste, para volver a dominios catalanes; en cambio Cortés, nada más llegar, dio orden de quemar las naves, para dejar claro que en aquella campaña sólo había dos salidas: la victoria o la muerte.
Alguien se preguntará por qué estas campañas son más meritorias que las conquistas de César, de Alejandro, de Gengis Khan, de Napoleón... La razón por la que estos dos hechos me parecen especialmente destacables es el número casi ridículo de combatientes (entre 100 y 600 aproximadamente) frente a los miles y miles de sus enemigos. Por contra, todos los conquistadores mencionados antes disponían de ejércitos de varios miles de hombres, e incluso cientos de miles. No se puede comparar, por ejemplo, la situación de Wellington en Waterloo o de Nelson en Trafalgar con la de Cortés y Rocafort en sus respectivas luchas. Los primeros disponían de fuerzas casi equivalentes a sus adversarios, y eso ya les da muchas posibilidades. Es cierto que, por ejemplo, Alejando sí se enfrentó a un ejército persa muy numeroso, pero aún así disponía de miles de hombres con los que cubrir el terreno que formaba el campo de batalla, mientras los persas apenas podían maniobrar fácilmente con su enorme concentración de tropas. En cambio, encontrarse con unos pocos centenares de hombres frente a decenas de miles es mucho más complicado, porque ahí sí que es muy difícil evitar ser cercado, y a menos que te refugies en una fortificación, apenas deberías tener posibilidades. Aún hoy resulta increíble que pudieran vencer en batallas a campo abierto.
Falta la “medalla de oro”, el asedio a Cartagena de Indias, pero de esa hablaré en otra entrada, pues se lo merece. Sólo quiero añadir una reflexión: Se critica a menudo a nuestro ejército y se menosprecia nuestra historia, pero lo cierto es que, bien mirado, no está por debajo de ningún otro. Estas tres acciones que destaco las he escogido sin tener en cuenta para nada la nacionalidad de quienes las llevaron a cabo, y es que a mí se me pueden buscar muchos defectos, pero el patrioterismo, va a ser que no. Ahora bien: igual que no me gusta caer en el patrioterismo, menos me gusta la autoflagelación absurda con la que muchos difaman la historia de su propio país, sin saber darse cuenta de que en ella hay hechos que, de haberlos protagonizado unos soldados ingleses o franceses, serían ahora mismo objeto de loas y alabanzas en todo el mundo. Es bien sabido que los españoles preferimos tener antihéroes antes que héroes. Parece como que nos mola más hacer de bufones y dejar a otros los puestos de mérito, hasta el punto de que ocultamos, como si fueran vergüenzas nacionales, a nuestros propios héroes. Pues yo, con su permiso, voy a hacer de desenterrador de héroes por un día.
3 comentarios:
Curioso que no hayas mencionado la batalla que esta de moda ultimamente debido a la pelicula de 300.
Y esa también cumple lo de que eran muy pocos contra muchos.
Saludos
Sin duda las Termópilas fue increíble, y también la mencionó mucha gente entre las mejores, pero tiene un problema y es que, por muy heróica que fuese, se trataba de una acción suicida y, como tal, terminó en derrota. Algo parecido a los kamikazes japoneses, aunque en el caso de los griegos tenía más sentido, pues ayudó a la victoria posterior.
Si tio. Entre que no tengo tiempo, ni el poco que tengo se lo dedico al ordenador ni a nada relacionado con él, estoy super perro para buscar un estilo para el blog de cine que tengo ya preparado. Y ponerme con el html me da un palo HORRIBLE, pero weno.. poco a poco.
Y lo del viaje, es algo suicida, pero weno. A los 4 dias de tener el carnet me fui a benidorm y estuve dando vueltas por ahí, y le he hecho en total unos 2000 km en 15 dias al coche, así que por unos 2000 km más que le haga en un finde...
un abrazo tio!!!
tranqui, para el leyendas estaré por aquí q tenemos muchas cosas q contarnos ;D
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