martes, 9 de septiembre de 2008

La razón estrangulada

No todos los días tiene uno la suerte de leer artículos tan interesantes como este que he encontrado hoy por casualidad. La verdad es que no he leído "La razón estrangulada", ni conocía a su autor, pero la crítica que se hace en esta página me ha gustado mucho y me anima a leerlo.

Ciertamente, los periodistas son uno de los colectivos que más autocrítica deberían hacer y menos hacen. Dada la enorme influencia de la difusión de la información, el periodista asume una responsabilidad que le debería obligar a realizar su labor con una profesionalidad pareja a la que se le exige a un policía, un juez, un médico o un político. O más, porque si los jueces hicieran su trabajo de manera irresponsable, podríamos aún esperar que desde los medios de comunicación se denunciase este hecho; pero si son los periodistas mismos quienes ejercen de manera irresponsable, ¿quién se encargará de sacarles los colores?

La falta de profesionalidad, el amarillismo y el "copiar y pegar" abundan en el periodismo en general, sobre todo en la televisión, solo que en el tema de la ciencia es probablemente donde más lejos llega la incompetencia y la incapacidad de transmitir una descripción correcta de las noticias, y de ahí la importancia de este libro de Carlos Elías.

Las puntualizaciones que hace son certeras, y los hechos que denuncia tristes. La ciencia no es apenas mencionada en los medios, salvo para caer en el amarillismo (como el tema de la búsqueda de extraterrestres cuando sólo se envía una misión a buscar agua en Marte) o incluso el alarmismo sensacionalista (como todo lo que se ha montado con los agujeros negros que se comerían la Tierra, a raíz de la puesta en marcha del LHC). El periodismo, además, colabora en una tradicional actitud despectiva de la sociedad española hacia todo lo que tenga que ver con la ciencia. El detalle de la mención de la muerte de Dirac es suficientemente ilustrativo. Como muy bien señala el artículo, se presenta siempre al científico como una especie de "friki" antisocial y despistado, centrado en fórmulas y encerrado en un laboratorio con su bata blanca y sus probetas, cuando lo cierto es que en numerosos equipos científicos y tecnológicos abunda la gente con una cultura variada, un gran sentido del humor, y por supuesto, muchos de ellos ya casados y con hijos y con tanta vida social como pueda tener un cocinero, un conductor de autobús o un profesor de latín. Y da igual que hayas ganado un premio Nobel o que tus descubrimientos hayan aportado mucho al conocimiento humano: Al final, le dedicarán más lineas al actor de moda o al traspaso de un futbolista.

El problema de fondo (en el que quizás el artículo no entra muy a fondo, por centrarse en la cuestión del periodismo) es que en España siempre se ha visto con mejores ojos ser futbolista o torero que practicar profesiones tan útiles y admirables como la de científico. La sociedad, inconscientemente, se decanta por el glamour y por el dinero, y está claro que lo de ser torero tiene mucho más glamour que ser químico, por ejemplo; y desde luego, se gana mucho más dinero si estás en la élite. Aún los ingenieros tienen un poco de prestigio porque durante un tiempo se consideraba que estudiar informática, telecomunicaciones o ingeniería de caminos era una gran opción en la vida. Hoy sabemos que quienes toman esa decisión acabarán muy probablemente de becarios o se acabarán reciclando como comerciales o como mandos intermedios de alguna empresa. Pero por lo menos ganarán un sueldo que no estará mal, mientras que el científico es casi imposible que acabe ejerciendo el oficio que domina, y acabe haciendo a regañadientes otro que sólo conoce a medias, y por el que, por tanto, cobrará poco. En el país del "que inventen ellos", se ve la ciencia más como una pérdida de recursos que como una manera de avanzar. Y así nos va.

Una última puntualización: Se habla en el artículo de la clásica dualidad letras-ciencias. En mi opinión, tal dualidad es un error. La mayoría de las personas a las que suele denominarse "de ciencias" leen libros (quizás de ciencia ficción preferiblemente, pero ¿acaso no es también literatura?), ven películas, escuchan música, y en general se interesan por el arte tanto como muchas personas "de letras", y en algunos casos más. Por contra, no abundan (aunque existen, afortunadamente) las personas con formación de letras capaces de entender textos científicos y de interesarse por una teoría de la física o un problema de matemáticas. En realidad, sería más correcto decir que hay personas aptas para la ciencia y otras no aptas para la ciencia. Estos últimos son los que propiamente denominamos "de letras". Y muchos de ellos son seguramente quienes tienen que llenar los ya de por sí raros y breves artículos científicos que alguna que otra vez aparecen en algún medio. Así vamos.

Imagen: http://www2.uca.es/grup-invest/corrosion/integrado/alquimista.GIF

4 comentarios:

Johnny Tastavins dijo...

Grande y profundo post, LeSix. Vivimos en un país superficial, fascinado por lo superficial, y lo que es peor, despreciador de la profundiad, el análisis o el trabajo. ¿Sabes? Yo soy ingeniero, de telecomunicación, por más señas. Cuandop estudié la carrera esperaba aventuras, trabajos fascinantes y viajes a lugares exóticos. La cruda realidad es muy diferente, parecida a la que retratas en tu brillante exposición.

Aquí mola más Nadal, o la Roja, o los ciclistas aunque vayan hasta las cejas de EPO. Al currante, al estudioso, al científico, al emprendedor en suma, que le den.

Es lamentable, pero tengo que confesarte que me acabo de enterar por tu post de la muerte de Paul Dirac, a saber quizá uno de los más grandes físicos de la historia, al que le debemos en parte muchos de los avances que disfrutamos hoy en día, incluído internet. No me considero persona mal informada, y sin embargo, esa basura de periódicos que leemos cada día, y esa basura de emisoras de radio y TV que escuchamos y venos, han sido incapaces de poner esa noticia en un modesto titular. Porque te aseguro que si se hubiera publictado lo más mínimo, yo me hubiera enterado. ¡Qué pena! Muchas veces pienso que equivoqué el rumbo, que debía haberme dedicado a cursar un master MBA, colocarme en Arthur Andersen (tuve la oportunidad y me dió asco aceptarla) y a ganar pasta larga. Sin embargo, me fuí a la industria y hoy sufro como muchos la deslocalización, con viajes frecuentes a China para importar lo que ya pronto dejaremos de fabricar aquí. ¿Que inventen ellos? Claro, y que fabriquen ellos! Así nos va.

Insisto LeSix, te leo siempre a gusto, pero hoy me has tocado el fondo. Un saludo. Te sigo leyendo, y por cierto, reabrí mi blog.

monsieur le six dijo...

Muchísimas gracias, como siempre :)

Me ha hecho gracia lo de Arthur Andersen, a mí me pasó igual ;)
Como informático, entiendo también la situación de los telecos, pero sin duda la de los científicos es aún peor que la nuestra. Los ingenieros aún estamos medio aceptados en la sociedad.

No sabes cómo me alegra saber que has reabierto tu blog. Creo que es necesario, en un mundo y una red en la que no es tan fácil encontrar voces discordantes con la mentalidad global.
Un saludo.

Johnny Tastavins dijo...

Joder, la inmediatez me puede. Después de comentar me he ido a leer el enlace que pones sobre el libro de Elías y veo que Dirac murió en el 84, ahora entiendo por qué no me enteré. Aunque bien visto, creo que su clímax científico fue sobre el año 30, por lo que tendría unos 25 a 30, y por lo tanto ahora debería tener sobre los 100. Imposible. Bah, tonterías mías, no me hagáis caso. Pero que no quitan la base de lo que te dije antes.

Anónimo dijo...

Creo que no hay mejor ejemplo de incultura o inexactitud científica que los titulares de la puesta en marcha hoy del LHC, con periodistas comentando que el haz de partículas, viajando a la velocidad de la luz, había tardado alrededor de cincuenta minutos en recorrer el anillo (una velocidad de la luz similar a la que tengo yo montando en monociclo).

Pero creo que esa falta de rigor informativo tampoco es algo exclusivo de las informaciones 'científicas', suele ser extensible al resto, ya que la mayoría de periodistas (no pondré todos, por aquello de no generalizar a tope) son la clase de gente que piensan que pueden opinar de cualquier cosa, yendo su opinión a misa; el resultado es que en algunos campos demuestran una ignorancia tal que no sé cómo no se les cae la cara de vergüenza, véase el accidente de Spanair y la cantidad de expertos periodistas en seguridad aérea que salieron de hasta debajo de las piedras.

Resumiendo, que pedir rigor informativo a personas que manejan dicha información únicamente por haber estudiado x años en una facultad, es bastante utópico. Eso sin entrar en el tema de que los medios de comunicación, más que comunicar, opinan.

Un saludo.