Ayer leí con cierta sorpresa la noticia sobre el encuentro de Jordi Pujol y Toni Soler en el Centro de Estudios Jordi Pujol, en el que el ex-presidente de la Generalitat discutió con el presentador del programa Polònia (para los no catalanes, decir que se trata de un programa de humor de TV3, básicamente alrededor de los políticos, bastante inteligente y con un gran éxito). Por lo visto al ex-honorable no le ha hecho mucha gracia que se parodie al Papa. ¿Por qué metéis al Papa si queréis hacer una sátira política?, dijo Pujol. La respuesta de Soler, genial: No se pregunte por qué metemos al Papa en el programa, pregúntese por qué el Papa se mete en política.
En primer lugar, el supuesto del que parte Pujol es equivocado. Al igual que pasaba con el guiñol, Polònia es simplemente un espacio de humor sobre la actualidad. Evidentemente, los políticos ocupan la parte central de ese programa, pero no necesariamente la única. ¿O acaso no tienen derecho los guionistas a incluir aquellos personajes que crean que pueden hacer reir a la gente? En segundo lugar, como bien apunta Soler, el papa no es un personaje independiente de la política. De hecho, es el jefe del Estado Vaticano, y además es una persona con influencia, que opina a menudo de política, hace llamamientos e intenta usar su poder mediático para que se hable de tal cosa o tal otra. Es, por tanto, tan político o más que muchos personajes de la política común.
Pero lo curioso del tema es la actitud de Pujol, propia del católico creyente que se siente ofendido por las bromas al santo padre. Hombre, por un lado tenemos que ser comprensivos con una persona mayor como el ex-presidente, que a sus años es lógico que tenga alguna que otra salida poco afortunada, pero creo que este miedo a las bromas, esta poca capacidad a entender que ciertas personas que a nosotros nos parecen respetables son, para una buena parte de la sociedad, francamente risibles, es signo de intolerancia. Por mucho que Pujol sienta por el Papa el afecto propio del buen católico, la realidad es que para muchos (entre quienes me incluyo) es una persona que no inspira la más mínima simpatía, y cuyas declaraciones y actitudes resultan perfectamente risibles (cuando no odiosas) y son perfectamente adecuadas para una caricatura, como lo puede ser la familia real, los futbolistas, los periodistas o, por qué no decirlo, cualquiera de nosotros, yo mismo, por ejemplo. El humor no debería estar vetado para nadie, puesto que todos somos personajes con algún lado cómico, y francamente, resulta sospechoso que se pretenda "proteger" a ciertas personas de las bromas. Intuye uno entonces que se trata de personajes que en el fondo no son nada, que basan su presunta autoridad en una grandeza que no tienen, y que quienes les defienden temen, en el fondo, que en la caricatura la gente contemple claramente la ridiculez que realmente acompaña a su figura.
Imagen: http://www.lacoctelera.com/jasoninternauta/post/2006/08/22/caricaturas-gente-variada
En primer lugar, el supuesto del que parte Pujol es equivocado. Al igual que pasaba con el guiñol, Polònia es simplemente un espacio de humor sobre la actualidad. Evidentemente, los políticos ocupan la parte central de ese programa, pero no necesariamente la única. ¿O acaso no tienen derecho los guionistas a incluir aquellos personajes que crean que pueden hacer reir a la gente? En segundo lugar, como bien apunta Soler, el papa no es un personaje independiente de la política. De hecho, es el jefe del Estado Vaticano, y además es una persona con influencia, que opina a menudo de política, hace llamamientos e intenta usar su poder mediático para que se hable de tal cosa o tal otra. Es, por tanto, tan político o más que muchos personajes de la política común.
Pero lo curioso del tema es la actitud de Pujol, propia del católico creyente que se siente ofendido por las bromas al santo padre. Hombre, por un lado tenemos que ser comprensivos con una persona mayor como el ex-presidente, que a sus años es lógico que tenga alguna que otra salida poco afortunada, pero creo que este miedo a las bromas, esta poca capacidad a entender que ciertas personas que a nosotros nos parecen respetables son, para una buena parte de la sociedad, francamente risibles, es signo de intolerancia. Por mucho que Pujol sienta por el Papa el afecto propio del buen católico, la realidad es que para muchos (entre quienes me incluyo) es una persona que no inspira la más mínima simpatía, y cuyas declaraciones y actitudes resultan perfectamente risibles (cuando no odiosas) y son perfectamente adecuadas para una caricatura, como lo puede ser la familia real, los futbolistas, los periodistas o, por qué no decirlo, cualquiera de nosotros, yo mismo, por ejemplo. El humor no debería estar vetado para nadie, puesto que todos somos personajes con algún lado cómico, y francamente, resulta sospechoso que se pretenda "proteger" a ciertas personas de las bromas. Intuye uno entonces que se trata de personajes que en el fondo no son nada, que basan su presunta autoridad en una grandeza que no tienen, y que quienes les defienden temen, en el fondo, que en la caricatura la gente contemple claramente la ridiculez que realmente acompaña a su figura.
Imagen: http://www.lacoctelera.com/jasoninternauta/post/2006/08/22/caricaturas-gente-variada
2 comentarios:
Con todos mis respetos a Jordi Pujol, mea fuera de tiesto. Una prueba más de la sensación que tienen los políticos de estar por encima del bien y del mal, pensando que pueden dar lecciones de ética y comportamiento al primero que se les ponga por delante.
A mi me ha llamado hoy la atención la noticia del Periódico donde avisan que en Catalunya, los padres adoptivos estarán obligados por Ley a informar a sus hijos adoptados sobre su origen. ¿No pueden dejar en paz a cada familia y de puertas a dentro que cada uno haga lo que le de la gana? Maldita intromisión en todo, absolutamente todo!
Lo que pasa, es que son lideres, politicos o no, eso da igual, pero se caracterizan por influir en un gran numero de personas.
Yo creo que lo que ocurre, es que precisamente esa presión mediatica que tienen les impide disfrutar de las bromas como tales, puesto que podrian desacreditarles.
Siempre hay que tener un espacio para las bromas, no puede tomarse uno todo al pie de la letra siempre.
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