
Los comentarios al artículo anterior me llevan a seguir hablando de lo mismo. En vista de lo amplio que resulta el tema y de lo precisas que deben ser las opiniones para que no den lugar a confusión, creo que vale la pena detallar más.
En primer lugar, un par de puntualizaciones: No pretendo discutir el tema de la legalidad. En ningún momento digo si los porros (o cualquier otra cosa) deben ser legales; ahí no entro ni salgo (aunque en el caso del tabaco, me alegro de que por fin se pueda estar en los locales de Barcelona sin tragar humo, cosa que echo mucho de menos cuando voy a Madrid). Tampoco entro mucho en si son perjudiciales o no. Prefiero dejar esa cuestión un poco abierta, como ya apunté en el arftículo anterior. Desde luego, buenas no creo que sean; pero no sólo los porros, sino el tabaco, o el alcohol mismo, a menos que se consuman muy, muy esporádicamente. Ahora bien, en el fondo esa tampoco es la cuestión para mí.
La única intención del artículo anterior (y de éste) era dar mi opinión (personal e intransferible, como siempre, y posiblemente errónea, como no pocas veces) al tiempo que especulaba (fijaos que varias frases empezaban por la palara "supongo") sobre las posibles causas del consumo. Nada más. ¿Que cada cual es libre de practicarlo? Por supuesto, por eso al final del segundo párrafo digo "Yo no comparto su afición, pero tampoco me meto con ellos". No pongo en duda el tema de la libertad personal, ni es ese el debate que planteo.
A fin de cuentas, lo que yo me planteo es:
¿Qué lleva a una persona a consumir ciertas sustancias que alteran su estado de ánimo, pese a los posibles inconvenientes que le puedan suponer (gasto económico, posible efecto sobre la salud, posibles problemas legales)? No es una cuestión exclusiva de la marihuana; lo mismo podría decirse de cualquier otra cosa, el tabaco mismo. Me he centrado en los porros porque veo que el debate alrededor de ese tema es mucho más reducido; sobre el tabaco y el alcohol se ha hablado hasta la extenuación, mientras que los porros parecen un tema medio tabú sobre el que apenas se opina, no sé por qué razón. Pero el debate es exactamente igual.
¿Que una persona puede consumir alguna sustancia de este tipo por múltiples razones? Sin duda. Igual que por un lado hay quien se toma una pequeña cantidad de whiskey selecto en su casa, de higos a brevas, y por otro lado hay borrachos que acaban por el suelo vomitando, también habrá, digo yo, el mismo contraste con cualquier otra sustancia. No pretendo hacer ninguna cruzada contra nadie ni quitarle a nadie ningún derecho, como puede verse si se lee la segunda mitad del segundo párrafo del artículo anterior; ahora bien, por mucho que uno tenga derecho a hacer ciertas cosas, no por ello no vamos a poder dejar de preguntarnos sobre las causas de esas acciones. Uno tiene perfecto derecho a emborracharse, y yo mismo he ido a veces algo "cargado", pero ¿por qué no iba a preguntarme sobre las razones de ello? El filósofo debe enfrentarse a todas las cuestiones, y nuestros vicios son, seguramente, la más interesante de todas. No podemos dejarla de lado por temor a sentirnos criticados o a que parezca que se pone en duda nuestra libertad; al contrario: reflexionar sobre nuestros hábitos nos hace ser más conscientes de lo que hacemos y, por tanto, más libres de verdad.
Se dice (y algunos comentarios anteriores lo corroboran) que se hacen muchas de estas cosas para
lograr estados alterados de conciencia. Otros dicen que
porque les gusta el sabor. Ahora bien, esto ya nos hace distinguir dos tendencias: la primera es la de quien simplemente consume la sustancia como cualquier comida o bebida; por ejemplo, quien bebe whiskey sólo porque le gusta el sabor, igual que come turrón o helado de vainilla. La segunda es la de quien busca algo que va más allá del sabor, y pretende sentir unos efectos especiales que produce esa sustancia, para los cuales quizás haya que consumirla en una cierta cantidad (es el caso de las borracheras).
Uno podría, por tanto, querer ir más lejos y centrarse en el segundo caso, para preguntarse por qué tiende el ser humano a buscar estos estados alterados de conciencia. No quiere esto decir que sea bueno ni malo, es simplemente una pregunta. La primera respuesta que se me ocurre a esa pregunta es la misma que para el sabor: resulta agradable a los sentidos, o sencillamente es divertido. Pero este caso no es interesante (sería el caso de quien, por ejemplo, pilla una pequeña borrachera cada varios meses o cada año; un capricho parecido, supongo, al de subirse a la montaña rusa alguna vez); el interesante es segundo caso, el de la persona que lo practica como una costumbre, y ese caso es el que nos lleva a otra cuestión que era la que motivaba el artículo anterior: Si en ocasiones se buscan estos estados alterados con tanto interés como para gastarse mucho dinero, tomarse muchas molestias y arriesgarse a tener problemas, significa que la búsqueda de estos estados no es un simple
divertimento, sino una necesidad, un vicio o al menos un capricho bastante fuerte. Porque claro, no supone el mismo follón entrar en un bar y pedir un chupito que tener que molestarse en buscar contactos para conseguir "chocolate", pagarlo (a un precio nada barato, por lo general) y luego ojito con lo que haces para que no te pillen con él antes de haberlo consumido. Como esta tendencia a buscar imperiosamente el consumo de estas sustancias (el alcohol mismo para emborracharse) es común en nuestra sociedad, es aquí donde aparece la siguiente pregunta:
¿Por qué en tantas personas acaba surgiendo el vicio de recurrir a estos estados alterados? Y la única respuesta que yo encuentro (lo siento, pero nadie me da una alternativa
creíble) es la de que la gente necesita evadirse un poco de los problemas y los aspectos más tristes de la vida. Eso no quiere decir que estas personas sean despreciables ni que sus vidas sean absolutamente grises y vacías de sentido; hasta el más pintado tiene problemas que necesita olvidar, no es nada por lo que haya que avergonzarse, la vida es así de jodida para casi todos. Por eso repito una vez más, como ya hice en algún comentario, en que el texto anterior no pretende ser despreciativo; sólo busca respuestas a una pregunta.
Insisto: las personas a las que afecta esta pregunta no son
todas las que consumen las sustancias. Quien se toma un vasito de whiskey en su casa una tarde, o le da una calada a un porro cada seis meses, y porque se lo pasan, evidentemente no están tomándose una molestia tan grande como para que veamos en ellos una
necesidad. Hablo de quienes se emborrachan y de quienes disfrutan yendo "fumaos". Yo creo que esas personas necesitan calmar muchos males; y ver que una persona necesita calmar muchos males, no me hace sentir bien, esa es la verdad. Como ya dije en un comentario del artículo anterior, eso no quiere decir que no haya personas fantásticas que, a pesar de todo, busquen habitualmente estos "estados alterados". Aparte de todos los simpáticos "borrachines" que conozco, una de mis amigas, que es de las personas más fantásticas y extraordinarias que conozco, es fumadora casi diaria de porros, y la aprecio un montón. Pero desde luego, no aprecio su costumbre. Lo siento, qué le vamos a hacer.
Imagen: http://notcompliant.blogspot.com/2007/09/no-soy-un-alcoholico.html