Via filmaffinity he acabado dedicando parte de esta tarde a ver esta película alemana de 1931 (antes de que Hitler alcanzase el poder), y la verdad es que vale la pena. Excelente obra de su director Fritz Lang, que borda una película llena de planos interesantes, con un guión inteligente y muy bien estudiado, unos sonidos perfectamente escogidos y una fotografía muy cuidada. Curioso, por ejemplo, el uso que se hace del humo (creo que esta es la película de la historia en la que más se fuma) para crear un ambiente de intranquilidad e incertidumbre hacia la mitad de la película, cuando diversos grupos de hombres están planeando cómo cazar al asesino.
Los actores en algún momento exageran sus interpretaciones, pero esto es algo bastante común en el cine de aquella época. En general hacen un buen trabajo.
¿Y por qué hablo de esta película? Bueno, aparte de porque es francamente recomendable, creo que es interesante por la reflexión que plantea sobre el contraste entre la locura del criminal asesino de niñas y la irracionalidad de la sociedad, que a veces actúa de manera instintiva, egoísta e irresponsable para castigarlo. De hecho, una de las carácterísticas más encomiables de esta obra es que, al contrario de las películas actuales, no trata al espectador como un idiota al que ya hay que dar mascado quién es el bueno y quién el malo, sino que plantea la situación con todos sus matices y luego ya sabrá uno extraer sus propias conclusiones. La verdad es que se agradece una visión tan abierta entre tanta simplicidad que nos invade en estos tiempos oscuros. Incluso da vergüenza pensar que en 1931 la sociedad podía plantearse estos temas de una manera más filosófica que en 2008.
Especialmente original es que los delincuentes mismos intenten cazar al vampiro por su cuenta, en paralelo con la policía, pero no por bondad, sino porque les está fastidiando el negocio, ya que la policía realiza frecuentes redadas que les hacen perder dinero. También es interesante la magistral escena final del juicio de los criminales, donde se pretende condenar al asesino sin tener en cuenta su enfermedad, mientras el que hace de abogado defensor declara que es más criminal aún condenar a alguien que no es dueño de sus actos. Fritz Lang consigue hacernos ver en muchos momentos al asesino como víctima de sí mismo y de las circunstancias, mientras que las organizaciones que intentan apresarlo nos resultan frías y represoras. Un contraste que invita a la reflexión sobre un tema nada sencillo.
Esta reflexión es necesaria precisamente en días como los que vivimos. Unas entradas atrás ya hablé del tema de la portada de Scorpions, estúpidamente criminalizada después de tantos años, y no hace ni media hora que he visto por televisión que los McCann siguen alargando el culebrón de su hija, convertido ya en fenómeno mediático más que en otra cosa. Y hace falta, creo, detenerse un poco y pensar si no estamos cayendo en una psicosis excesiva. La película de Lang lo retrata muy bien en varias escenas, pero sobre todo en una en la que una niña pregunta a un transeúnte y éste la ayuda para que pueda volver a casa, despertando las sospechas de los ciudadanos, ya muy susceptibles ante las noticias de asesinatos; le rodean y le acusan infundadamente de ser el asesino, mientras el hombre intenta hacerles entrar en razón. Excelente plasmación de la irracional psicosis que vive la población, influenciada por los medios; algo que hace pensar en la exagerada sensibilidad de nuestra sociedad hacia ciertos temas que se ponen de moda y acaban desatando un excesivo celo que resulta contraproducente, porque no disminuye el daño de los crímenes, y en cambio crea problemas a personas inocentes.
En definitiva, una película que, pese a sus años, sigue estando de actualidad, y que me parece mucho más interesante que la mayoría de lo que se estrena hoy en día.
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Los actores en algún momento exageran sus interpretaciones, pero esto es algo bastante común en el cine de aquella época. En general hacen un buen trabajo.
¿Y por qué hablo de esta película? Bueno, aparte de porque es francamente recomendable, creo que es interesante por la reflexión que plantea sobre el contraste entre la locura del criminal asesino de niñas y la irracionalidad de la sociedad, que a veces actúa de manera instintiva, egoísta e irresponsable para castigarlo. De hecho, una de las carácterísticas más encomiables de esta obra es que, al contrario de las películas actuales, no trata al espectador como un idiota al que ya hay que dar mascado quién es el bueno y quién el malo, sino que plantea la situación con todos sus matices y luego ya sabrá uno extraer sus propias conclusiones. La verdad es que se agradece una visión tan abierta entre tanta simplicidad que nos invade en estos tiempos oscuros. Incluso da vergüenza pensar que en 1931 la sociedad podía plantearse estos temas de una manera más filosófica que en 2008.
Especialmente original es que los delincuentes mismos intenten cazar al vampiro por su cuenta, en paralelo con la policía, pero no por bondad, sino porque les está fastidiando el negocio, ya que la policía realiza frecuentes redadas que les hacen perder dinero. También es interesante la magistral escena final del juicio de los criminales, donde se pretende condenar al asesino sin tener en cuenta su enfermedad, mientras el que hace de abogado defensor declara que es más criminal aún condenar a alguien que no es dueño de sus actos. Fritz Lang consigue hacernos ver en muchos momentos al asesino como víctima de sí mismo y de las circunstancias, mientras que las organizaciones que intentan apresarlo nos resultan frías y represoras. Un contraste que invita a la reflexión sobre un tema nada sencillo.
Esta reflexión es necesaria precisamente en días como los que vivimos. Unas entradas atrás ya hablé del tema de la portada de Scorpions, estúpidamente criminalizada después de tantos años, y no hace ni media hora que he visto por televisión que los McCann siguen alargando el culebrón de su hija, convertido ya en fenómeno mediático más que en otra cosa. Y hace falta, creo, detenerse un poco y pensar si no estamos cayendo en una psicosis excesiva. La película de Lang lo retrata muy bien en varias escenas, pero sobre todo en una en la que una niña pregunta a un transeúnte y éste la ayuda para que pueda volver a casa, despertando las sospechas de los ciudadanos, ya muy susceptibles ante las noticias de asesinatos; le rodean y le acusan infundadamente de ser el asesino, mientras el hombre intenta hacerles entrar en razón. Excelente plasmación de la irracional psicosis que vive la población, influenciada por los medios; algo que hace pensar en la exagerada sensibilidad de nuestra sociedad hacia ciertos temas que se ponen de moda y acaban desatando un excesivo celo que resulta contraproducente, porque no disminuye el daño de los crímenes, y en cambio crea problemas a personas inocentes.
En definitiva, una película que, pese a sus años, sigue estando de actualidad, y que me parece mucho más interesante que la mayoría de lo que se estrena hoy en día.
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