miércoles, 25 de marzo de 2009

Los superficiales profundos

Parece contradictorio, pero existen. Son personas capaces de aparentar una profundidad abismal y ser, al mismo tiempo, despreocupados, indolentes, caprichosos, mudables y superficiales. Siempre han existido (por ejemplo, supongo que los antiguos sofistas se podrían considerar ejemplares de esta especie), pero en estos tiempos que corren, con herramientas como los blogs, y todavía más con páginas del estilo fotolog, su falsa profundidad se hace más visible y más desvergonzada que nunca, al hacerse también más pública que nunca. Afortunadamente no suelo encontrar muchos casos (entre otras cosas porque rara vez me paso por fotolog, y en las páginas como blogger y similares no abundan tanto), pero cuando por alguna razón acabo encontrando a uno de ellos, mi fe en la especie humana se derrumba de golpe. Y sí, algunos son conocidos míos, para más inri; y algunos hasta me caen bien. A fin de cuentas, ser un superficial profundo no significa que en otros aspectos no seas una fantástica persona, mejor incluso que yo mismo, quizá. No es más que un defecto como cualquier otro, y todos tenemos alguno.

Los superficiales profundos son individuos que, cuando se ya se han cansado de decir tonterías para parecer graciosos e ingeniosos, o de colgar en su página las fotos del último fin de semana en el que eran tan divertidos, tan borrachos, tan sociables, tan guays y tenían tantos amigos, o de escribir frases absurdas llenas de "emoticons" para demostrar lo desenfadados y alocados que son, cambian de tercio bruscamente y nos sorprenden con un texto aparentemente profundísimo, o una cita de algún autor complicado (y a poder ser un tanto pesimista o "alternativo"), o con un aforismo copiado de alguna parte, cuya idea de este modo predican, pero nunca aplican en su vida diaria. También valen letras de canciones, sobre todo si son de esas que parecen difíciles de entender. Las que tienen un toque de poesía bohemia, a lo Bunbury, son ideales, especialmente si van acompañadas de una foto con el individuo en cuestión tocando la guitarra con cara de concentración mística, aunque apenas sepa tres acordes, o incluso no sepa tocar la guitarra en absoluto.

Es precisamente este contraste, entre el desenfado de unos días y el misticismo de otros, uno de sus aspectos más curiosos, pero no el único. Otro bastante divertido es que, para parecer profundos, se dedican a atacar la superficialidad, considerándola un mal común y muy extendido del que ellos, por supuesto, se creen totalmente libres. De hecho, no creo que haya ni uno solo de estos personajes que en algún momento no haya escrito un artículo en el que se queje de que casi nadie de su entorno le llena, porque él es tan profundo que las pequeñeces de quienes le rodean están muy por debajo de su elevado espíritu. Vamos, que todos (menos ellos, claro) somos unos superficiales. Es entonces, al leer estas cosas, cuando viene a mi mente aquel viejo dicho: Habló de putas la Tacones. Porque no nos confundamos: Aparentan ser muy profundos cuando escriben estas cosas y luego, cuando los conoces en persona, no ves en ellos nada especial, y muy rara vez entablan una conversación interesante. Son los gajes del directo, que no puedes copiar fragmentos de libros o letras de canciones para parecer lo que no eres.

En general, es como si quisieran huir de su propia personalidad y buscar dentro de sí mismos un lado profundo, pero al no tenerlo realmente, acaban exagerando y aparentando lo que no son (lo cual es un error, y luego explicaré por qué).

A menudo llenan sus entradas con textos de ese tipo de autores que he mencionado. Baudelaire, por ejemplo, sería ideal; o Schopenhauer, por decir alguien. Si ya es un caso crónico, es posible que acabe citando incluso a Kierkegaard, por ejemplo, pero la mayoría no llega tan lejos. Interesa sobre todo que el texto sea un tanto fatalista y melancólico. También vale sacar de una novela un diálogo entre dos personajes lleno de preguntas, o un párrafo en el que el narrador recuerde remotos hechos que le atormentan o le provocan añoranza. En ocasiones se decantan por autores con un lado más irónico aunque igualmente pesimista, como Oscar Wilde, pero no es tan típico. Difícilmente les verás, en cambio, citar a Voltaire, a Tucídides, a Montaigne o a Plutarco, por ejemplo; autores tanto o más profundos que los anteriores, pero con un estilo sencillo y desprovistos de ese modernismo y esa aura de pesimismo existencialista.

Pero se les vería demasiado el plumero si se limitasen a copiar párrafos de grandes autores, y lo saben, porque podrán ser superficiales, pero no tontos; de modo que, si ese día están inspirados, escriben sus propios textos de autoanálisis en los que se hacen preguntas a sí mismos (dejando las respuestas en el aire, claro), con una foto de adorno que típicamente será un atardecer (preferiblemente en el que se vea el mar) o quizás un bosque nevado (esto es especialmente característico si les gusta el black metal). También es extraordinariamente típico recurrir a cuadros como El Grito, de Skrik, o alguno de Caspar David Friedrich. Eso mola mucho porque, aparte de ser existencialista, queda culto que te cagas.

Aparentan estar evolucionando como personas y mencionan presuntos errores del pasado como algo que ya quedó atrás. Sin embargo, cuando les conoces en persona ves que de eso nada, siguen siendo como siempre y además carecen de una capacidad de autocrítica real; siempre hablan de mejorarse, pero en el fondo no lo desean, se sienten bien así, autocomplaciéndose en sus errores y su pose pseudo-intelectual. Les ocurre un poco como a aquellos antiguos artistas del romanticismo que se regodeaban en la melancolía y la sensiblería.

En ocasiones, en lugar de la vena filosófica, les sale la vena literaria; entonces sí que la hemos cagado, porque si ya son insoportables cuando se autocompadecen y se las quieren dar de filósofos existencialistas, mucho más aún lo son cuando se ponen sensibleros e intentan imitar a los escritores importantes. Aunque sólo estén contando sus chiquilladas de los últimos meses, dirías que son el príncipe Hamlet recitando su discurso con la calavera en la mano. A modo de ejemplo, copio un texto real de una página que he encontrando (no me pidáis la url porque no la guardé antes de copiar) y cuya autora ni siquiera conozco, ni tengo nada especial contra ella; en realidad es fácil encontrar muestras similares:
Siento estar y no estar, quiero estar y me es imposible y a veces pienso que pienso demasiado. A veces recuerdo y me hiero, a veces padezco y me confundo, a veces alcanzo la locura y decaigo, a veces sufro en silencio y nadie me ve. Estoy aquí, pero no estoy... ¿soy efímera? Atadme a un árbol... no quiero volar, cortadme aún más las alas, no quiero las nubes tocar.

Por Dios, que alguien invente una bomba-H digital que extermine todas esas cosas de la red. No me digáis que no es repulsivo. La autocompasión, el toque dramático exagerado... todo rezuma pedantería y ganas de hacerse el profundo y el importante, como queriendo parecer un artista que se ve asaltado por el éxtasis de la inspiración, o un filósofo en el momento de la intuición de la idea fundamental de su sistema, cuando en realidad está hablando desordenadamente de cosas que no se acaban de explicar bien, y que tampoco pueden, por tanto, entenderse bien; es decir, que está divagando.

Lo peor de todo es que se realimentan ellos mismos, es decir, que en los comentarios de esos artículos aparecen siempre los amiguetes lanzando alabanzas para satisfacer el ego del autor. Pasa como con las chicas que publican fotos haciéndose las "sexys" sin serlo, pero que siempre reciben alabanzas de sus amigas pelotas y de algún que otro chico que quiere ganar puntos. Al final, es todo un gran círculo de superficiales profundos que se alaban unos a otros para animarse.

Bueno, me ha quedado un texto que parece un video de loquendo metiéndose con los canis, pero ahora en serio: Señores, aceptémoslo, no hay nada de malo en no ser profundo. Es más, yo me preguntaría qué ventaja real tiene ser una persona muy profunda. Yo creo que es más bien un inconveniente. La profundidad de nuestros pensamientos y nuestros sentimientos es una cualidad como cualquier otra, y su exceso resulta tan perjudicial como su falta. A menudo, la persona muy profunda se atormenta inútilmente y cae en la melancolía. Otras veces, su interés por los problemas le hace pasar por la vida sin disfrutar de las cosas sencillas, y le convierte en un ser en cierto modo apartado de la realidad. Del mismo modo, ser superficial en extremo no es bueno, pero a veces sí está bien tomarse las cosas despreocupadamente y relajarse. Cada cosa a su tiempo y en su justa medida. La superficialidad también es sana en las ocasiones en las que toca practicarla.

No ser profundo no es ningún defecto. En cambio, querer parecer profundo sin serlo sí lo es. Supone una falta de honestidad con nosotros mismos y con los demás; y la experiencia demuestra que quien no es honesto suele tener un carácter débil y adolecer de otros muchos defectos. ¿Por qué algunos hacen entonces estas cosas? Pues no lo sé, pero a veces intuyo que es todo para aparentar. En ocasiones se centran en lo superficial para parecer desenfadados, y en ocasiones intentan dárselas de profundos para aparentar inteligencia, seriedad y cultura. Temerosos (digo yo) de mostrarse tal como son, faltos de confianza en sí mismos, intentan poder alcanzar los extremos para impresionar, sin darse cuenta de que lo que consiguen es impresionarnos, en efecto, pero negativamente. Quizás haya otra explicación, pero no se me ocurre.

Imagen: http://www.metro.co.uk/fame/article.html?in_article_id=252391&in_page_id=7

2 comentarios:

Sonia dijo...

Virgen del camino seco menuda parrafada!!!
Te habrás quedado agusto, no????

La verdad es que tienes razón en lo que comentas, que hay mucho que va de profundo/listo/guay/.../ y al final, cuando hay que "demostrar" lo que se es solo resulta ser una máscara, pero no se puede pedir que todo el mundo sea chachi...hay mucho hipócrita suelto.

el_Caido dijo...

Yo solo le pido una cosa a las personas que me rodean: que, independientemente de su forma de ser, sean honestas consigo mismas y conmigo. Ser superficial o ser un tipo cultivado (eres tan cultivado, papi Homer) no es ni bueno ni malo. El problema es, en mi opinión, y tirando de refranero, que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo.

Por eso mismo un servidor no suele mentir nunca, además de porque se le da muy mal, porque tampoco tiene necesidad de crear ningún tipo de personaje. Además, qué coño, yo soy cultérrimo y podría ganarle borracho una guerra de citas a Dragó (o tal vez no tanto), por lo que no necesito escribir textos rebuscados ni ingeniosos para sentirme realizado.

(Lo de arriba era irónico).

Honestidad, no hace falta mucho más aunque, por suerte o por desgracia, no conozco a ninguna persona que responda al perfil de tu entrada.

Pero bueno, aquí había escrito una parrafada, pero me he dado cuenta de que para lo único que le había dado al botón de Responder era para dejar claro que Friedrich es la polla, lo mente quien lo mente. Et point xD

Saludos.