lunes, 8 de junio de 2009

Luz al final del túnel

Bueno, damas y caballeros, no sólo lo bueno, también todo lo malo se acaba, y por fin acabó una de las campaña electorales más tristes y lamentables que recuerdo, así como las elecciones que la siguen, cuyos resultados pueden verse aquí. No mucho nuevo bajo el Sol, y lo poco que hay, evidentemente, no en España, pero vale la pena echarle un ojo.

Lo primero a resaltar no es si tal partido "ha ganado" o "ha perdido". Esa es la lectura simplista que quieren hacer los que desean que todo se reduzca al bipartidismo. Eso se lo dejamos a las Sáez, Pajín y compañía. Hablemos de cosas serias. Lo importante es que existen voces discordantes, aún minoritarias, pero cuya simple existencia demuestra que se puede hacer algo, si se quiere. En Francia, el Partido Anticapitalista ha estado rozando conseguir un escaño, y en Suecia, el Partido Pirata ha conseguido (como ya se preveía, por otro lado) un representante, y no a mucha distancia de haber optado por un segundo. ¿Por qué resalto estas opciones y no la de los xenófobos del Partido Nacional Británico? Porque de partidos fascistas, comunistas, socialdemócratas, liberales y otras mil etiquetas ya muy sobadas, tenemos amplia experiencia. Son partidos que, ya sean mayoritarios o minoritarios, aportan poco a la mentalidad actual de la política, heredera de las ideas del siglo XX, que enfrentaban a capitalistas vs. comunistas y a fascistas vs. demócratas. Partidos como estos plantean las cosas de un modo que, al menos para mí, es más moderno, más del siglo XIX. Incluso suponiendo que estén equivocados o que no sean las personas adecuadas para representarnos, al menos dicen cosas diferentes e intentan mirar el mundo actual con una mentalidad actual, no hablando como si aún estuviéramos en 1980, 1960 o incluso en 1930. Desde luego el Pirat-Partiet es todo menos un partido típico. Y ahora mismo es esa luz al final del oscuro túnel de la política actual; o al menos parte de ella.

La otra conclusión es que basta echar una ojeada a las gráficas de los resultados para ver que, mientras en España prácticamente no hay alternativas al bipartidismo, en casi todos los demás países de Europa, la diferencia entre los dos primeros y las tres o cuatro siguientes opciones políticas no es tan pronunciada. Al menos no lo es tanto como para que éstas últimas no tengan una representación que les permita una cierta maniobra. Y además, qué alternativas: en Alemania los Verdes son nada menos que la tercera fuerza más votada, y han conseguido 14 diputados. En Francia exactamente lo mismo, sólo que aún es más impresionante por el hecho de que la segunda fuerza, el Partido Socialista, tiene justo los mismos representantes: 14.

Compárese esto con España, donde la tercera fuerza más votada es una coalición de los principales grupos nacionalistas (nacionalistas periféricos, se entiende; UPyD va por otro lado), que sólo tiene 2 escaños, frente a los 21 del PSOE, que es la segunda fuerza más votada y los 23 del PP. Todas las demás formaciones sólo suman 5. Lejos quedan países como Finlandia, con un pluralismo ideológico francamente llamativo, o la tan criticada Holanda, que pese al alarmismo de algunos frente al auge de un partido anti-islamista (¿Cuál es el problema? ¿Acaso los partidos cristianos como el PP no son anti-ateos e intentan imponernos sus creencias?), muestra también una diversidad que sólo puede surgir de la madurez democrática. Y es que madurez democrática no significa no votar a partidos no-políticamente-correctos; significa que la gente piense por sí misma, y que esta libertad de pensamiento dé origen a la inevitable discrepancia y diversidad democrática, plasmada en una variedad de opciones (sí, los fascistas también) que represente el pensamiento (correcto o no) de los ciudadanos.

En España no hay esa madurez, aquí lo que mola es criticar a los políticos en las conversaciones de bar, mientras nos ponen una tapa y una cerveza, pero luego, cuando llega la hora de la verdad, pasar olímpicamente de buscar qué opciones hay y tomarse la pequeña molestia de acercarse a votar a una de ellas (seguro que al menos una nos puede parecer útil, por mucho que no compartamos todo su ideario). Aquí no existe lo que no sale por la tele, aquí no se concibe votar a quien no participa en los debates de TVE, aquí no se piensa, aquí se apuesta, como quien apuesta al caballo ganador en las carreras. Seguimos viendo la política como vemos la porra antes del Barça-Real Madrid. Y así nos luce el pelo. Luego dirán que la culpa es de los políticos que tenemos. Pues no: es nuestra, joda a quien joda.

Imagen: http://pensamientosmicro.blogspot.com/2008/11/luces-tneles_03.html

1 comentario:

Sonia dijo...

Efectivamente, la culpa de los resultados es de los electores, no de los partidos políticos.

Cada cul hace su campaña con más o menos medios,pero los electores son los que deberían decidir, no al buen tun tun, sino con cabeza y pensando en lo que sería mejor para ellos.

Como bien dices, muchas conversaciones de bar y poca actuación.