sábado, 31 de marzo de 2007

Los apodos y los romanos

Si vamos a casi cualquier pueblo (e incluso ciudad) de España, comprobaremos la típica costumbre de poner apodos a las personas, muchos de ellos irónicos, y otros basados simplemente en una costumbre de la persona, o en una particularidad que a alguna gente, por lo que sea, le ha llamado la atención. En el pueblo de mi madre hay mil. A uno, por ejemplo, que es muy feo y al que apodan "el guapo". Eso significa que si el hombre en cuestión se llamase "José Martínez", su descripción completa sería "José Martínez, 'el guapo'". Vemos, pues, la clásica secuencia nombre-apellido-apodo. Esta secuencia es muy antigua, y no sólo se usa en los pueblos, sino que los antiguos romanos se llamaban unos a otros siguiendo este mismo convenio, sólo que en su caso queda como más fino, más noble, y a estos nombres los llamaban: praenomen-nomen-cognomen.

El praenomen correspondería al nombre de pila (que hoy sería Pablo, Francisco, Andrés... y entonces era Cayo, Publio, etc.). En nomen correspondería al primer apellido, y es el que indica a qué familia pertenecemos (hoy sería la familia de los Martínez, de los Pérez, de los Rodríguez, y entonces era la de los Julios, la de los Claudios, la de los Cornelios...), y por tanto se hereda de una generación a otra. Por último viene el cognomen, del cual deriva la palabra catalana cognom ("apellido").

Hoy en día se usan dos apellidos en España; en otros países como EEUU se usa un apellido intermedio, normalmente abreviado, etc. Pero en Roma era inicialmente una apodo, que más tarde pasaba a convertirse en un segundo apellido que indicaba la rama de la familia. Por ejemplo, Escipión (el Africano) se llamaba en realidad Publio Cornelio, y pertenecía por tanto a la familia de los Cornelios, pero dentro de ella, pertenecía a la rama de los Escipiones, debido a que alguien de su familia fue apodado escipión, que significa "bastón", ya que ayudaba a su anciano padre a caminar, cuando éste tenía dificultades. También es conocido que a Marco Tulio, su sobrenombre de Cicerón se lo pusieron por una verruga muy visible que tenía en la cara, puesto que "cicerón" significa "garbanzo" en latín; o por ejemplo a Gayo Julio le pusieron irónicamente César (que significa "peludo") precisamente porque estaba bastante calvo.

Esta costumbre romana es a menudo desconocida, y la gente habla de los Césares, los Escipiones, y otras familias como si se tratase de nombres antiquísimos y respetabilísimos, cuando en realidad eran en su mayoría apodos de pueblo, burlas entre conciudadanos y sobrenombres más o menos ingeniosos.

2 comentarios:

Sonia dijo...

Es cierto, normalmente pensamos que la gente se llamaba asi de verdad y resulta que no!! (yo no lo sabia, eh?)

Pasaran nuestros apodos a la historia??Estaria curioso ver en un futuro a gente que piense que yo no me llamo Sonia, si no Verdurita xD xD (nombre respetadisimo!!!)

Besotes!!

Anónimo dijo...

JEEJE THANK U 4 THE INFO..!
LA ESTAMOS USANDO EN U TRABAJO DE CULTURA CLASICA JjJajJJJJjjJA
BYE