lunes, 3 de marzo de 2008

¿D'Honde está el problema?

Llevo ya bastantes días leyendo el nombrecito de marras. Por todas partes la gente menciona la "ley" (en realidad es más bien un método) d'Hondt, como si lo conociesen desde el colegio, como si fuese el teorema de Pitágoras o algo así. No sé si es que está de moda o es que queda "guay" presumir de conocerlo y repetir por activa y por pasiva lo malo que es para las minorías. Incluso se ha convertido para algunos en algo así como la causa de la degenaración democrática de nuestra sociedad, o poco menos. Pero ¿de qué va en realidad?

El método d'Hondt es un algoritmo matemático usado comúnmente para calcular los escaños que corresponden a cada lista electoral, no sólo en España, sino en otros muchos países. Como era de esperar, debe su nombre a su creador, el jurista y matemático belga Victor d'Hondt. Básicamente es un método proporcional, que asigna bastante bien los escaños en relación con el número de votos, aunque no sea tan equitativo como otras alternativas (véase el método de Sainte-Laguë, usado en otros países) por lo cual, las acusaciones contra el pobre señor d'Hondt me parecen algo desmesuradas. En realidad, es aspecto negativo que le ha dado tanta mala fama, es una variación posterior del método que añade un punto de corte, por debajo del cual, los partidos son descartados de entrada. En España, por lo que sé, es el 3%. Esto significa que si un partido no reúne en su circunscripción más del 3% de todos los votos que se han realizado, es como si no existiera. Otros países usan un 2% (Israel), un 10% (Turquía), un 5% (Bélgica), etc.

Creo que se habla demasiado de este método sin conocer realmente sus consecuencias y sin reflexionar sobre el fondo de la cuestión. Si nuestra democracia va mal, es por otras razones que por la fórmula que lleva a esta distribución de escaños. Incluso el límite del 3%, aunque debería ser eliminado, no me parece argumento suficiente. En realidad, la base del problema es la repartición por provincias (desde el punto de vista matemático), y la inercia del electorado (desde el punto de vista social). El sistema electoral es absurdo en su mismo concepto, puesto que se escogen dos cámaras (congreso y senado) que teóricamente suponen dos tipos de representación (poblacional y territorial), pero luego resulta que ni el congreso es poblacional (puesto que se escoge por provincias, con evidente desproporción de la cantidad de votos necesaria para lograr un escaños en Madrid y Guadalajara, por ejemplo) ni el senado es territorial (depende también de los habitantes). Pero de esto hablaré cuando aborde el tema del senado, que le tengo ganas porque es de juzgado de guardia...

Y finalmente, el problema principal y básico de todo esto, es la inercia del electorado. Personas que votan para que no salga aquél, o gente que se deja engatusar por las ofertas de última hora de los partidos, que se lanzan al populismo con tal de aumentar su poder... estos son los verdaderos responsables. No hay una conciencia y una educación democráticas que nos hagan revisar las diferentes opciones (¿alguien se ha leído los programas?) y apostar por una, quizás equivocadamente, puesto que todo es opinable, pero al menos con la convicción de estar apostando por lo mejor para nosotros y para el país. Mientras no se corrija esta mala educación, ya podemos tirar lodo sobre el pobre señor d'Hondt, que no vamos a cambiar nada.

Imagen: wikipedia

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