domingo, 3 de febrero de 2008

Glamour sin pies ni cabeza

Los medios se están poniendo tan pesaditos que hace falta estar muy apartado del mundo para no enterarse de que hoy se entregan los premios Goya. Nos lo recuerdan a todas horas, por activa y por pasiva, hasta el punto de que incluso ha sobrepasado al tradicional bombardeo de pseudonoticias relacionadas sobre Zapatero y Rajoy. Pero no sólo es que insistan una y otra vez en decirnos la fecha de la ceremonia, y en recordarnos que Alfredo Landa va a recibir un premio a toda su carrera; es que nos lo intentan vender como unos Oscar a la española. Hoy en el telediario he escuchado la palabra glamour repetida dos veces en menos de diez minutos. ¿Glamour?, me pregunto yo. ¿Qué glamour? ¿Alfredo Landa tiene glamour? Nuestros actores, protagonistas normalmente de películas mediocres y de presupuestos ínfimos comparadas con las norteamericanas, y que incluso lo tienen difícil para triunfar en España (no digamos ya exportarlas), ¿tienen glamour? ¿Se reduce el glamour a poner una alfombra (verde en este caso, para que no cante demasiado la copia) a la entrada de la sala? ¿Consiste en que las actrices vengan luciendo vestidos carísimos que nadie lleva nunca?

En los últimos años, casi siempre que he llegado a leer en la red artículos de cinéfilos hablando sobre el cine español, encuentro una conclusión parecida: nuestro ciene es mediocre, y no merece la subvención y protección que se le da. Todas esas obligaciones que impone la administración para que haya una cuota de cine español en la cartelera o para financiar películas (con tu dinero y el mío, entre el de muchos otros), no es más que un vano esfuerzo por intentar ocultar que la mayor parte (siempre hay honrosas excepciones) del cine español aburre. Esta es la conclusión general que uno percibe. Sin embargo, el mundillo pretende seguir aparentando que no, que todo marcha bien, que somos tan glamourosos y tan guays como las estrellas de Hollywood. Pues no. No somos glamourosos; lo siento pero para mí gente como Juan Echanove, Alfredo Landa o Antonio Resines tienen menos glamour que un botijo. Podrán ser muy buenos profesionales, podrán ser muy trabajadores... ahí ya no entro; pero glamour... va a ser que no, ¿eh?

Es que vamos a ver: el glamour no se consigue poniéndose guapo para un día y paseando sobre una alfombra verde. Uno tiene que crear ese glamour en sus películas. Un actor yankee que interpreta a reyes, guerreros y superhéroes en sus películas, si que inspira un cierto glamour. Y la actriz que interpreta a reinas o heroínas, no resulta extraña cuando se presenta toda despampanante pisando la alfombra de los Oscar. Pero claro, te llega la típica actriz española que siempre has visto haciendo de maruja o de niña pija o vete tú a saber qué otro estereotipo cotidiano, y qué quieres que te diga, o tiene una belleza divina (que no suele ser el caso) o te quedas con una sensación de que algo no cuadra. Para crear glamour, las propias películas deben ser glamourosas, y las españolas, en general, no lo son. Nos acostumbramos a ver a nuestros actores haciendo papeles de ciuadano mediocre, y eso hace que luego sea imposible verlos con otros ojos. Y no es que esté mal que nuestras películas se basen en la vida cotidiana, pero entonces luego no intentéis copiar a los americanos, porque no pega. Si se quiere hacer de otro modo, pues bien, cambiemos de cine, hagamos otras películas que rodeen a nuestros actores de esa aureola que sólo tienen las grandes producciones, y entonces sí, ya podremos hacer estos derroches de glamour, pero no antes.

Creo que quedaría mucho mejor y más acertada una ceremonia más sobria, menos presuntuosa, más acorde con nuestro propio cine. Por lo menos tendría personalidad propia. Ahora en cambio, sólo se da un penoso espectáculo, al intentar copiar a los americanos, sin base para ello.

Imagen: http://blogs.20minutos.es/quemepongo/post/2008/01/28/al-fin-alfombra-roja

3 comentarios:

Sonia dijo...

Una cosa es que la ceremonia quede algo presuntuosa en relacion con el nivel de la cartelera española (siendo una entrega de premios no se que quieres, por otra parte) y otra muy diferente que los actores/actrices españoles no tengan glamour.

A ver si ahora para ser grlamouroso solo va a valer hacer pelis de guerreros, dioses y mierdas cimilares a las que se hacian hace la torta de años donde todos era divinisimos y parecian sacados de la Grecia clasica.
Una actriz que sabe meterse en el papel de una maruja tiene muchisima mas categoria que la chati de tuno que va siempre requetedivina y que llevar un Dior o un Chanel es como ponerse el pijama.

O a ver si es que resulta que la española media no tiene glamour porque no es n clon de la Gardner, eh????

...mira que te doy...(te miro mu requetemal)

monsieur le six dijo...

Tranqui, no me pegues :P

No hace falta protagonizar Ben-Hur, pero sí hacer películas que ofrezcan una imagen de ti que impresione, puesto que el glamour de un actor no se debe tanto a él mismo como a sus personajes. Hay excelentes actores y directores (americanos también) que no tienen glamour. Por ejemplo, Woody Allen, seguramente más genial que muchos de los que se pasean por la alfombra roja (con razón pasa de ellos y se va a tocar el clarinete en lugar de asistir a la ceremonia), no es especialmente glamouroso que digamos.

De todas formas, yo no veo el glamour como algo positivo. Glamour no es lo mismo que categoría; de hecho, la propia ceremonia de los Oscars me parece una paparruchada pueblerina; lo que pasa es que si ya los Oscars son penosos, mucho más aún es intentar imitarlos sin base para ello.

¿Que algún actor/actriz español pueda tener glamour? Seguro. No sé, imagino que por ejemplo Penélope Cruz lo tenía, al menos antes de soltar aquello de "¡Peeeedrooo!" (creo que en ese momento lo perdió todo de golpe XDD), pero a su manera lo tenía, lo cual no quiere decir que sea mejor ni peor que otras actrices, ni que tenga más categoría, es como tener el pelo moreno o las uñas largas, una cualidad más.

Isabel Burriel dijo...

Vaya, alguien que ha pensado exactamente lo mismo que yo.
Para mi, nuestros actores y actrices rezuman tan poco glamour que no me puedo reír de su imagen patética cuando llegan, como disfrazados a esa gala.
Tenemos la manía de hacerlo todo como los americanos y qué coño, para eso somos distintos, hacemos distinto tipo de películas, tenemos otra forma de ver la realidad, pues hombre, que no sean tan ridículos en las ceremonias de entrega de premios.