Nuestra época no destaca especialmente por su nobleza ni su educación. La vulgaridad y la bajeza están a la orden del día, e incluso hay quienes se regocijan en ellas y muchos otros que les ríen las gracias a los primeros. ¿Es esto bueno o malo? Depende. En gran parte es malo. A mí, en particular no me gusta vivir entre personas sin educación o que enaltecen la vulgaridad. Sin embargo, tiene sus ventajas, y es que la gente se libera de restricciones a veces demasiado mojigatas en su comportamiento, se acostumbra a decir las cosas claras, y a veces esta franqueza vale más que la nobleza (tan solo aparente muchas veces) que se pierde.
Sin embargo, desde hace agunos años he notado que, además, hay una especie de tendencia exagerada a ser políticamente correcto. Cualquier indicio, por muy sutil que sea, de que se está menospreciando o criticando a tal o cual minoría o grupo social, es tomado por los lectores como una desfachatez inconcebible, y provoca inmediatamente innumerables críticas. Consecuencia de ello es la autocensura: Los propios autores usan eufemismos continuamente o incluso evitan el tema para no buscar problemas, lo cual empobrece la comunicación o bien le quita toda la franqueza, en la que a menudo reside toda su gracia. Esto es especialmente triste en los blogs, ya que es precisamente la espontaneidad la que le da la gracia a estos diarios electrónicos, como el que ahora mismo lees.
Desde mi punto de vista, esta combinación de vulgaridad y corrección política es lo peor que podría ocurrir. Se pierde la nobleza en el arte de expresarse, sin ganar por ello en franqueza. Y ojo, que no es que no esté bien respetar el honor de ciertas personas y colectivos, pero sinceramente, los eufemismos políticos (no poder usar palabras como "un negro" o "un maricón", por poner ejemplos fáciles para la mayoría) me recuerdan mucho aquellos otros que antes se usaban en el sexo (hablar de "fornicar", por ejemplo) y que ahora nos parecen demasiado cuidadosos. Hay que tener en cuenta que en la literatura (y un blog también tiene su toque literario), la coincidencia entre lo que se piensa y lo que se dice es esencial. Los eufemismos nunca ayudan, y empobrecen el estilo. Más vale decir algo que moleste a algunos, pero que sea lo que se sabe que se piensa, a disfrazarlo con bonitas expresiones tras las que se adivinan esas mismas ideas, simplemente camufladas para evitar las críticas.
¿Voy a decir que por ejemplo Acebes es un político "un tanto conservador en sus ideas" cuando puedo decir que es un facha? ¿Voy a callarme que cierto personaje al que vi cierto día es un maricón perdido para decir que "tenía una orientación sexual diferente"? ¿Voy a ahorrarme cierta observación sobre las mujeres en general, aunque sólo sea para hacer un chiste, porque a no sé quién le pueda parecer que hoy en día es inaceptable hacer distición de sexo? No, lo siento. Si tengo que hacer observaciones, intentaré hacerlas con educación y con gracia, pero también respetando la verdad y sobre todo la franqueza. Y si alguien ha de decir algo en lo que yo "pudiera sentirme ofendido", por favor, que haga lo mismo, que lo diga tal y como lo piensa; yo ya usaré mi dialéctica para respoderle con elegancia si soy capaz, como dos judokas que van a pelear, pero que, antes y después de hacerlo, se saludan con sincero respeto. Y me sentiré mucho mejor así que si se calla para no ofender, pero sigue pensando igual.
1 comentario:
Yo creo que tengo algo de política, asi que mi comentario será tan politicamente correcto como siempre. xD
No se trata de ponernos barreras tontas a la hora de expresarnos, sino de intentar no caer en la vulgaridad, pero, ¿qué pasa? que al final acabamos siendo unos pedantes y nos creemos chachi guays por usar palabras "correctas" y esdrújulas.
Casi mejor que cada uno sea como es, y si no gusta a quien lo lee/escucha que lo comente con educación, no? (la misma educación, evidentemente que usó la primera persona) y como esto es taaan relativo...
Ale, a seguir escribiendo tan bien como hasta ahora! ;)
Besis!
Publicar un comentario