martes, 30 de septiembre de 2008

La NASA, una agencia más

Aparte de los temas políticos y económicos que suelo comentar a veces por aquí, estamos asistiendo también, en este 2008 a un auténtico relevo en otro ámbito: la exploración del espacio. Durante décadas, la NASA ha sido el emblema de esta exploración, mientras los rusos competían con ella, a veces un poco por delante (durante los 50 y 60 sobre todo) y a veces un poco por detrás. El resto de organizaciones apenas podían permitirse otros lujos que el de poner algún satélite en órbita, y gracias.

Pero estos días las cosas están cambiando. Recientemente hemos visto que los chinos, a bordo de su Shenzou 7, han podido salir por fin a dar un paseo por el espacio, con un traje de fabricación propia, y regresando a casa sin problemas. No sólo eso, sino que la India está ya a punto de lanzar una misión hacia la Luna, la Chandrayaan 1.

Todo esto, además, coincide con la decadencia del transbordador americano, abocado a desaparecer en dos años como máximo, con lo cual la NASA se quedará sin misiones tripuladas propias hasta el 2015 como mínimo, pero que muy probablemente será 2016 ó 2017. Durante el periodo 2010-2016 seguramente tendremos que acostumbrarnos a ver que el espacio está totalmente dominado por Rusia y China. Las misiones marcianas o a planetas más lejanos, que tampoco son tan numerosas, apenas suponen un incentivo para considerar a la NASA un serio competidor. Si incluso alrededor de la Luna, declarada recientemente objetivo importante de la agencia, ya hay una nave china orbitando, a la que pronto se unirá la mencionada misión india, ¿cuál es el liderazgo de los norteamericanos?

Esta decadencia es algo más que simbólico. La exploración espacial no es sólo un capricho para científicos, es la punta de lanza de la alta tecnología, es el dominio de la industria aeroespacial, es aumentar el potencial científico de una nación... y los norteamericanos llevan algunos años ya quedándose descolgados. Incluso cuando llegue el 2016, ¿qué tendrán? ¿Un Apollo 2.0? ¿Y qué se consigue con eso? Se han dormido en los laureles, y ahora van a estar unos años a remolque de los demás. La NASA es ya sólo una agencia más.

Imagen: http://isidro.ciberblog.es/2007/10/02/si-bebes-no-conduzcas-una-nave-espacial/

miércoles, 24 de septiembre de 2008

El crepúsculo de los ídolos

El año que estamos viviendo no es un año cualquiera. Probablemente no sea un momento histórico menos importante que cualquiera de los que vivieron nuestros padres o abuelos. Yo lo compararía especialmente con la revolución rusa de 1917, que fue la que de algún modo dio comienzo a la expansión del comunismo en el mundo (el comunismo existía desde mucho antes, pero aquella fue la primera puesta en práctica importante). En aquella fecha, igual que en esta, el mundo vio que había vivido en una gran mentira, que era posible hacer las cosas de otra manera, que habían otros sistemas sociales.

Aunque se nos hable mucho de cifras, la crisis actual tiene más importancia por ser una crisis psicológica e ideológica que por ser una crisis económica. La economía siempre sufre crisis periódicas, eso no es nada nuevo. Además, con el esfuerzo que están poniendo determinados gobiernos y bancos centrales, sus efectos parece que se van a atenuar bastante. La auténtica crisis es la de la confianza en el sistema. Desde la caída del bloque comunista a principios de los 90, el mundo había vivido en una especie de "balsa ideológica", caracterizada por el pensamiento único de que la economía capitalista/liberal/globalizada era la panacea, el fin de la evolución. Más allá de ella no había nada, incluso se tachaba de loco a cualquiera que se atreviese a dudar de su verdad absoluta. Los líderes rebeldes, como Evo Morales, eran poco más que unos locos ignorantes que no sabían lo que hacían. Las tímidas críticas al liberalismo, vertidas desde algún sindicato o algún diminuto partido de lo que antes eran "las izquierdas", se veían como los últimos coletazos de una mentalidad rebelde venida a menos y carente de argumentos.

Ahora, la actual crisis, y sobre todo la reacción de las administraciones, se han convertido en el argumento. De pronto, los defensores del capitalismo de los últimos años han enmudecido, y la confianza en "el sistema" se ha perdido, no sé si para siempre, pero sí para una buena temporada.

He leído y escuchado por ahí algunos comentarios preguntando qué había hecho el FMI durante todos estos días. También algunos se han preguntado lo mismo acerca de los sindicatos. Yo extendería esta pregunta a prácticamente todas las instituciones más o menos relacionadas con la economía: Banco Mundial, ONU, gobiernos, partidos políticos... En España, por ejemplo, se critica mucho la inactividad del gobierno, pero ¿acaso alguien, desde el partido que fuese, había prevenido de esta crisis? ¿Alguien ha aportado ideas realmente importantes para solucionarla? De pronto es como si todas las instituciones hubiesen enmudecido. En FMI, el BM y muchos de los grandes bancos occidentales, tan acostumbrados a ir por la vida dando consejos a todo el mundo sobre cómo tenían que gestionar su economía, ahora tienen que callarse la boca, porque, como muy bien ha señalado el presidente Lula últimamente, han perdido toda la credibilidad. ¿Quién puede escuchar a unos "expertos" que han sido incapaces de predecir una crisis de estas dimensiones y que tampoco son capaces de ofrecer soluciones?

Todo esto acaba llevando, inevitablemente, a una crisis de confianza; pero no a una crisis de confianza en una determinada institución, un determinado partido, un determinado líder, sino una crisis de confianza global, una desconfianza en el sistema mismo, con todas sus instituciones, sus organizaciones y sus presuntos "expertos". Las pocas medidas adoptadas para "remediarla" aún siembran más desconfianza. No sé si son buenas o malas, pero hacer lo contrario de lo que durante 18 años se ha defendido como doctrina económica indiscutible, no es precisamente la mejor manera de que la gente tenga fe en el sistema.

Por contra, los líderes de países como China, Venezuela, Cuba, Bolivia o Ecuador podrían perfectamente sacar pecho y burlarse de la prepotencia liberal, como ha hecho Lula. A lo que asistimos, en definitiva, es al fin de una época, al fin de una mentalidad. 2008 será una fecha recordada en los libros de Historia, pero no porque se perdiesen cien mil millones o un billón de dólares, sino porque, como 1789, como 1898, como 1492, como 1945, es un año de esos en los que uno tiene la sensación de que ya nada volverá a ser igual. La gran pregunta que yo me hago (y supongo que muchos se la hacen también) es: ¿Qué ocurrirá ahora? ¿Hacia dónde nos dirigiremos? Vale, supongamos que en unos meses la situación más o menos se estabiliza. ¿Qué tipo de doctrina económica se pretenderá defender cuando se plantee un dilema sobre la actuación de los gobiernos sobre el mercado? No lo sé, pero lo que está claro es que ya nadie mirará la economía con los mismos ojos que en estos últimos 18 años. De pronto se le han visto las garras al lobo, y tras las bonitas equitetas de "liberal" o "globalización" ha aparecido el entramado económico-político de unos empresarios demasiado poderosos y unos políticos demasiado ligados a los primeros y demasiado atados por las circunstancias. Todo el sistema financiero se nos muestra ahora como una gran estafa, y la bolsa como un simple casino. Los gobiernos son, de pronto, una oligarquía que recauda nuestro dinero para ayudar a ese entramado cuando le hace falta, no para ayudarnos a nosotros, que somos a quienes debería cuidar; y todo el sistema económico mundial no parece distar mucho del que se tenía en la época del feudalismo, cuando unos pocos grandes señores dominaban todo, y la mayor parte de la población estaba simplemente a su servicio, e incluso los reyes tenían que doblegarse a sus voluntades.

Los dioses a los que muchos adoraban, se nos muestran ahora como simples ídolos, y no parece haber otra religión a la que seguir. ¿A quién rezaremos ahora?

Pero estamos sólo en los primeros metros de ese camino hacia una nueva época. Simplemente estamos despertando del sueño (aunque algunos la verdad es que nunca llegamos a creer mucho en él), y todavía quedan cosas por descubrir y acontencimientos ante los que asustarse o alegrarse. Veremos qué nos deparan los próximos años.

Imagen: http://cgredan.blogspot.com/2008/01/la-estatua-de-la-libertad-como-icono.html

martes, 23 de septiembre de 2008

La pascua geek

Hace unos días mi padre me preguntó si era posible prever la fecha en la que caerá la semana santa. Naturalmente, la respuesta es que sí: esa fecha no la decide nadie arbitrariamente, sino que sigue unas reglas. Ahora bien, las reglas concretas son poco conocidas; yo recordaba que tenía algo que ver con la llegada de la primavera y con la luna llena, pero no sabía los detalles. Esta tarde me ha dado por mirarlo, cómo no, en la Wikipedia. Aquí tenéis el enlace al artículo.

Bien, aparentemente es un artículo normal. Durante las primeras lineas te explican por qué es variable, que si no puede coincidir con la pascua judía, etc. Luego vienen a decir que consiste en que el domingo de pascua ha de ser el siguiente al primer plenilunio de la primavera. En realidad hay algunos detalles más, pero básicamente es esto.

Satisfecho ya con la explicación, sigo leyendo para ver qué más tienen que contarme, esperando una simple tabla de días por año o una fórmula relativamente sencilla. Pues no. Comienzo a alucinar cuando me explican que antiguamente se desarrollaron diferentes fórmulas que usaban el número áureo, pero que más tarde Gauss desarrolló un algoritmo que es el que finalmente se suele utilizar. Mira que el bueno de Gauss hizo cosas, pero jamás se me hubiera ocurrido que también se dedicase a esto. ¿Le faltó algo por calcular a este hombre?

Por otro lado, el algoritmo tiene su miga, al tener que definir tantas variables en tantos pasos distintos. Pero bueno, la cosa no queda ahí. El autor de la página tiene la gentileza de ofrecernos el código Java que implementa el algorimo de Gauss. Hombre es un detalle; un detalle geek, pero un detalle a fin de cuentas. Lo cachondo viene cuando sigues leyendo y te encuentras también la implementación para Phyton y para PHP; y ya no digamos la de Perl...

Pero es que ahí no queda la cosa. Para rizar el rizo, se nos añade la implementación en lenguajes tan "exóticos" ya como el Turbo Pascal (Dios, qué recuerdos de la facultad de Informática), PowerBuilder e incluso en PL/SQL, pl/pgsql y SQL Anywhere (¿cuánta gente necesita calcularlo directamente en la Base de Datos?). En fin, ha sido la anécdota graciosa de la tarde.

"¿Y cuál es la gracia de todo esto?", diréis algunos. Bueno, si os hacéis esta pregunta, probablemente es que no habéis estudiado Informática ;-)

Imagen: http://buscaideas.files.wordpress.com/2008/02/geek-inside-1280.jpg

lunes, 15 de septiembre de 2008

¿Dónde están los filósofos?

Aunque últimamente intento evitar las cuestiones políticas y económicas (más que nada porque es más divertido tocar otros temas), no puedo dejar de decir algo sobre las últimas noticias económicas. "Privatizar los beneficios, socializar las pérdidas", se ha convertido en una de las frases más repetidas en la red para hablar de el tema. Se acusa de hipocresía a los gobiernos, especialmente a los que, como el de EE.UU., siempre han presumido de liberales. Se clama que con nuestros impuestos se están reflotando empresas que sencillamente han sido imprudentes y que lo que se está realizando estos días no es otra cosa que una enorme estafa, de miles de millones de euros, a todos los ciudadanos del mundo, por parte del entramado político y económico.

Pero lo que más llama la atención es la falta de alternativas. Aunque desde algún medio, algunos comentaristas aislados comienzan a preguntarse (ya era hora) si en el fondo no es el propio sistema el que está mal. Empiezan a pensar algunos ese pensamento prohibido: si la pretendida "victoria" sobre el comunismo no fue otra cosa que la casualidad, que hizo que un sistema cayera antes que el otro, cuando ambos están destinados al fracaso, y simplemente ocurrió que a la fuerza tenía que fracasar uno antes que el otro. Para muchos, pensar esto nos conduciría a poco menos que al vacío de ideas (nihilismo lo llamaban antes, si no recuerdo mal; la verdad es que es divertida la palabreja). No existe para ellos alternativa alguna: el capitalismo, ahora llamado eufemísticamente economía liberal es la única verdad absoluta, y si piensas otra cosa eres un hereje y te pudrirás en el infierno.

Desde la clase política, esa que se supone que tendría que aportar soluciones, esa que se supone que tiene que dirigirnos, no llegan voces de renovación. Quizás porque realmente están convencidos de que no hay alternativa; quizás porque no se atreven siquiera a sugerir que pueda llegar a haberla, a riesgo de que les comparen con Evo Morales, o con Hugo Chávez. Pero tiene que haberla, porque lo que está claro es que no se puede permitir que se mantenga un sistema en el que sea posible una tomadura de pelo de las dimensiones que estamos viendo. Vamos, yo no comulgo con eso.

Durante la Historia de la Humanidad, los filósofos han sido siempre esos seres extraños que a menudo morían olvidados, pero cuyas enseñanzas servían para que más tarde la sociedad encontrase su camino. Los filósofos de la Ilustración no cambiaron el mundo, pero sus ideas, convenientemente recogidas por los hombres influyentes del siglo XIX, sí lo hicieron. Sin embargo, tras Karl Marx, el último gran filósofo inlfuyente, parece como si un vacío se hubiera adueñado del pensamiento humano, y de nuevo el "pensamiento único", enemigo del progreso, se hubiera adueñado de la sociedad. En momentos como este, nada nos es más necesario que alguien que nos ilumine el camino, porque si no, caemos en la impotencia: sabemos que habría que cambiar algo, pero no sabemos cómo, y este bloqueo en nuestra actividad es aprovechado por quienes nos explotan para seguir robando, mientras repiten, encogiéndose de hombros que "no se puede hacer otra cosa".

Sé que tiene que haber otros caminos, pero nos falta esa mente iluminada que nos los enseñe.

Imagen: http://www.biografiasyvidas.com/monografia/marx/fotos/marx340a.jpg

viernes, 12 de septiembre de 2008

¿Qué es el porno?

Hace tiempo que no pongo nada "caliente" por aquí, y como esta noche tengo tiempo, voy a hablar un poco sobre el tema del porno. No voy a soltar un rollo comentando detalles porque el tema da para mucho, pero sí discutir la esencia misma del concepto (joder, últimamente hablo que parezco un filósofo alemán).

No sé si alguna vez os habéis preguntado la diferencia entre pornografía y erotismo (erotismo referido a películas, imágenes, etc., claro está). Yo sí, y sigo sin encontrarla. Alguna gente argumenta que la diferencia es que mientras la primera es vulgar, explícita y cutre, el segundo es refinado, juega con la insinuación y aporta calidad al tema del sexo. Tales afirmaciones me parecen rotundamente falsas, puesto que, hasta donde yo he podido ver, hay muchas películas clasificadas con la X que no son especialmente vulgares, sólo son explícitas lo justo para que las clasifiquen como pornográficas, y desde luego no son nada cutres. Veáse, como un ejemplo, las películas de Andrew Blake, pero se pueden buscar otros ejemplos como el de Viv Thomas y algunos más. Por contra, muchas películas denominadas y clasificadas como "eróticas" son malas a rabiar, cutres hasta límites insospechados y además se nota descaradamente que no buscan ningún objetivo artístico, sino que sólo son una excusa para que la actriz principal enseñe las tetas. Muchas de las películas eróticas italianas de finales de los 70 y principios de los 80, por ejemplo, lo muestran claramente. Son basura, que pretende ser erótica y más bien nos da la sensación de estar perdiendo el tiempo.

No, la distinción entre pornografía y erotismo es puramente moral, o más exactamente administrativa, puesto que es la administración quien crea esas clasificaciones para que luego los puritanos (en adelante, gilipollas) no levanten la voz. Porque claro, según los gilipollas, no hay ningún problema en que Rambo masacre un campamento entero de vietnamitas, sembrando la muerte y la destrucción por doquier; pero eso de que se vea una polla, es como una señal de que se acaba el mundo, por lo visto. Esto nos lleva a que películas de calidad y que nos sumergen en un ambiente erótico refinado e interesante, se vean relegadas al mismo saco que cualquier producto de gonzo o de sexo amateur, por ejemplo. Por contra, bodrios y peliculillas de serie B totalmente deleznables que deberían ser quemados, comparten estantería en cualquier videoclub con las películas simplemente clasificadas como "para mayores de 18", cuando en realidad esos engendros no deberían verlos ni los menores ni los mayores.

Lo curioso es que la existencia misma de la etiqueta hace que surja realmente un género diferente. En efecto, al crear un mercado apartado, tradicionalmente restringido a las sex-shop y cines X (hoy pasados de moda y desplazados por Internet), las propias productoras y directores crean productos dirigidos a un determinado público y enmarcados en unos determinados estándares. En realidad, lo lógico sería que simplemente hubiera películas eróticas. Mejores o peores, más o menos explícitas, más o menos cutres, pero eróticas sin más. Porque por mucho que digan los gilipollas, una película erótica explícita puede ser mucho más moral, mucho más elevada artísticamente y mucho más educativa que una que no lo sea. Pensar lo contrario nos llevaría a estupideces como las de los japoneses, que aplican a las películas una censura sobre los genitales que se ha hecho famosa en el mundo entero por su ridiculez, ya que no hace otra cosa que molestar.

En el otro lado también se sufren las consecuencias. Los directores de películas eróticas, temiendo que clasifiquen su obra con la X, se autocensuran, decepcionando al público y ofreciendo obras descafeinadas, que difícilmente se justifican con la ya gastada excusa de que "es más erótico insinuar que enseñar". Ya no cuela.

Al final, todo esto redunda en una menor calidad de las películas, una estandarización insoportable con clichés ya más que gastados, y una mojigatería extraña acerca de uno de los géneros (el erótico) que por simple sentido común, debería ser de los de más éxito del cine, en lugar de estar arrinconado misteriosamente.

Imagen: Por hoy, la imagen la pongo yo. Total, para pintar tres equis...

martes, 9 de septiembre de 2008

La razón estrangulada

No todos los días tiene uno la suerte de leer artículos tan interesantes como este que he encontrado hoy por casualidad. La verdad es que no he leído "La razón estrangulada", ni conocía a su autor, pero la crítica que se hace en esta página me ha gustado mucho y me anima a leerlo.

Ciertamente, los periodistas son uno de los colectivos que más autocrítica deberían hacer y menos hacen. Dada la enorme influencia de la difusión de la información, el periodista asume una responsabilidad que le debería obligar a realizar su labor con una profesionalidad pareja a la que se le exige a un policía, un juez, un médico o un político. O más, porque si los jueces hicieran su trabajo de manera irresponsable, podríamos aún esperar que desde los medios de comunicación se denunciase este hecho; pero si son los periodistas mismos quienes ejercen de manera irresponsable, ¿quién se encargará de sacarles los colores?

La falta de profesionalidad, el amarillismo y el "copiar y pegar" abundan en el periodismo en general, sobre todo en la televisión, solo que en el tema de la ciencia es probablemente donde más lejos llega la incompetencia y la incapacidad de transmitir una descripción correcta de las noticias, y de ahí la importancia de este libro de Carlos Elías.

Las puntualizaciones que hace son certeras, y los hechos que denuncia tristes. La ciencia no es apenas mencionada en los medios, salvo para caer en el amarillismo (como el tema de la búsqueda de extraterrestres cuando sólo se envía una misión a buscar agua en Marte) o incluso el alarmismo sensacionalista (como todo lo que se ha montado con los agujeros negros que se comerían la Tierra, a raíz de la puesta en marcha del LHC). El periodismo, además, colabora en una tradicional actitud despectiva de la sociedad española hacia todo lo que tenga que ver con la ciencia. El detalle de la mención de la muerte de Dirac es suficientemente ilustrativo. Como muy bien señala el artículo, se presenta siempre al científico como una especie de "friki" antisocial y despistado, centrado en fórmulas y encerrado en un laboratorio con su bata blanca y sus probetas, cuando lo cierto es que en numerosos equipos científicos y tecnológicos abunda la gente con una cultura variada, un gran sentido del humor, y por supuesto, muchos de ellos ya casados y con hijos y con tanta vida social como pueda tener un cocinero, un conductor de autobús o un profesor de latín. Y da igual que hayas ganado un premio Nobel o que tus descubrimientos hayan aportado mucho al conocimiento humano: Al final, le dedicarán más lineas al actor de moda o al traspaso de un futbolista.

El problema de fondo (en el que quizás el artículo no entra muy a fondo, por centrarse en la cuestión del periodismo) es que en España siempre se ha visto con mejores ojos ser futbolista o torero que practicar profesiones tan útiles y admirables como la de científico. La sociedad, inconscientemente, se decanta por el glamour y por el dinero, y está claro que lo de ser torero tiene mucho más glamour que ser químico, por ejemplo; y desde luego, se gana mucho más dinero si estás en la élite. Aún los ingenieros tienen un poco de prestigio porque durante un tiempo se consideraba que estudiar informática, telecomunicaciones o ingeniería de caminos era una gran opción en la vida. Hoy sabemos que quienes toman esa decisión acabarán muy probablemente de becarios o se acabarán reciclando como comerciales o como mandos intermedios de alguna empresa. Pero por lo menos ganarán un sueldo que no estará mal, mientras que el científico es casi imposible que acabe ejerciendo el oficio que domina, y acabe haciendo a regañadientes otro que sólo conoce a medias, y por el que, por tanto, cobrará poco. En el país del "que inventen ellos", se ve la ciencia más como una pérdida de recursos que como una manera de avanzar. Y así nos va.

Una última puntualización: Se habla en el artículo de la clásica dualidad letras-ciencias. En mi opinión, tal dualidad es un error. La mayoría de las personas a las que suele denominarse "de ciencias" leen libros (quizás de ciencia ficción preferiblemente, pero ¿acaso no es también literatura?), ven películas, escuchan música, y en general se interesan por el arte tanto como muchas personas "de letras", y en algunos casos más. Por contra, no abundan (aunque existen, afortunadamente) las personas con formación de letras capaces de entender textos científicos y de interesarse por una teoría de la física o un problema de matemáticas. En realidad, sería más correcto decir que hay personas aptas para la ciencia y otras no aptas para la ciencia. Estos últimos son los que propiamente denominamos "de letras". Y muchos de ellos son seguramente quienes tienen que llenar los ya de por sí raros y breves artículos científicos que alguna que otra vez aparecen en algún medio. Así vamos.

Imagen: http://www2.uca.es/grup-invest/corrosion/integrado/alquimista.GIF