lunes, 27 de agosto de 2007

Dichos mal dichos

Existen pruebas de que el refranero, ese pozo de "sabiduría popular", es a veces también un reducto de confusiones populares. Hace tiempo leí (creo que en los Ensayos de Montaigne) la historia del famoso refrán "La excepción que confirma la regla". Cuántas veces nos habremos quedado extrañados pensando: "¿Cómo que la excepción confirma la regla? ¿No debería ser al reves?" Por supuesto. Es que es al revés. El refrán latino original dice: exceptio provat regulam, que significa literalmente "la excepción pone a prueba la regla", es decir, que cuando una regla se da por buena y surge una presunta excepción, ésta pone a prueba la regla, y debemos intentar explicar por qué en realidad no es una excepción, o bien aceptar que la regla era falsa. Pero en lugar de eso, la "sabiduría popular" ha adaptado el refrán para usarlo cuando una regla genérica (pero no estrictamente cierta) va encontrando excepciones que ya nos imaginábamos, pero que no por ello desmienten la validez de la regla (o eso creemos). Así, cuando se dice por ejemplo que los heavies llevan el pelo largo, si aparece uno que no lo lleva, alguién podría decir que es la excepción que confirma la regla, cosa bien absurda, aunque no menos, por cierto, que la regla misma.

Algo parecido ocurre con el famoso dicho "No hay mal que por bien no venga". Habitualmente la gente lo usa al revés, como si dijera "No hay bien que por mal no venga", es decir, que cuando pasa algo malo, siempre hay también alguna consecuencia positiva o alguien que sale beneficiado. Esto es bastante cierto, pero no constituye una idea tan profunda e interesante como la del refrán original: que a menudo cuando se quiere hacer el bien y ayudar, en el fondo siempre se acaba ocasionando problemas a alguien (quizás sin querer). En efecto, cuántos males provocan las meteduras de pata de quienes, por querer mejorar algo, inevitablemente estropean otra cosa. Pero a la gente le da igual si entienden el refrán o no, y lo recitan como el padrenuestro, de carretilla y por inercia.

1 comentario:

Sonia dijo...

Claro que hay refranes que no tienen ni pies ni cabeza, pero la "sabiduria popular" y el paso de los años han hecho que se transformen hasta llegar a contradicciones como la del primer ejemplo que has puesto.

Con estas cosas pasan como con el tipico juego de ponerse en corro, decir una frase al oido del que tienes al lado y ver que llega a la ultima persona...