Poco menos que esto es lo que parecen decir los titulares de los medios informativos y los comentarios de numerosas personas estos días, acerca de la crisis bursátil y financiera. "¡Recesión, recesión!", parecen gritarnos alarmados, sin que uno sepa ya si es de verdad o sólo quieren vendernos la noticia, como aquel del chiste de "¡que viene el lobo, que viene el lobooo!"
No sé, a lo mejor es que yo soy muy tranquilo, pero la verdad es que me parece todo bastante intrascendente. No soy un experto en economía, pero sí sé que cuando la bolsa ha ganado miles de puntos yo no he visto ni un duro, así que tampoco temo perderlo si baja. Hasta donde tengo entendido, la bolsa es poco más que un juego de apuestas; es pura especulación, no economía real. Que una empresa duplique el valor de sus acciones no significa nada. Los ciudadanos vamos a seguir estando igual de jodidos. Es más, la propia empresa es posible que no vaya mejor por eso, es simplemente que se vende más, que se cotiza más, pero perfectamente puede ser una empresa mal dirigida y que vaya a peor. Por supuesto, la riqueza del país no tiene nada que ver; seguiremos siendo igual de fuertes económicamente, del mismo modo que nada cambia si una semana se acumula el bote del euromillón o le toca a catorce personas, por mucho que al que no le toque sí que le joda; pues lo siento, chico, el juego consiste en eso. En el mismo sentido podemos leer hoy en El País:
No sé, a lo mejor es que yo soy muy tranquilo, pero la verdad es que me parece todo bastante intrascendente. No soy un experto en economía, pero sí sé que cuando la bolsa ha ganado miles de puntos yo no he visto ni un duro, así que tampoco temo perderlo si baja. Hasta donde tengo entendido, la bolsa es poco más que un juego de apuestas; es pura especulación, no economía real. Que una empresa duplique el valor de sus acciones no significa nada. Los ciudadanos vamos a seguir estando igual de jodidos. Es más, la propia empresa es posible que no vaya mejor por eso, es simplemente que se vende más, que se cotiza más, pero perfectamente puede ser una empresa mal dirigida y que vaya a peor. Por supuesto, la riqueza del país no tiene nada que ver; seguiremos siendo igual de fuertes económicamente, del mismo modo que nada cambia si una semana se acumula el bote del euromillón o le toca a catorce personas, por mucho que al que no le toque sí que le joda; pues lo siento, chico, el juego consiste en eso. En el mismo sentido podemos leer hoy en El País:
Ante el nuevo descalabro, varios ministros japoneses han declarado que su Gobierno no tomará ninguna medida en relación a este desplome ni tampoco para controlar la apreciación del yen contra el dólar. Estas declaraciones vienen a reiterar la idea expresada hace una semana por el primer ministro, Yasuo Fukuda, de que la economía real goza de buena salud, a pesar del pánico en el mercado de valores.
De la misma opinión es el Banco Central nipón, que ha decidido por unanimidad dejar inalterado los tipos de interés en el 0,5% a pesar de las dificultades bursátiles.
Me resultaría mucho más coherente que los medios se hiciesen eco de la falta de competitividad de nuestras empresas, de las trabas que la administración les pone para que se desarrollen, de la poca diversificación de nuestra economía, apoyada como siempre en el ladrillo y en el turismo, de la falta de incentivos a la investigación y la formación, etcétera. Esa, y no otra es la riqueza real. Pero vende más hablar de Wall Street (y ya no digamos del Nikkei, eso sí que queda de entendido) y mostrar imágenes de los ordenadores de las bolsas, llenos de numeritos, de los que no pierden detalle los inversores, con cara de preocupación. Unos inversores que seguramente no somos ni tú, ni yo ni la vecina de enfrente, y que cuando han ganado miles de euros, el país no ha recibido ni uno.
Eso sí, si la crisis de confianza se hace muy profunda, entonces toda la economía se resentirá, y nos veremos afectados de una manera u otra, pero tendría que ser algo muy muy gordo, mucho más que perder mil o dos mil puntos de bolsa; y en ese caso, daría igual lo que hiciéramos, porque el torbellino nos iba a arrastrar igualmente. En fin, vamos a ver qué pasa durante esta semana. Yo ya me he comprado la bolsa de palomitas.
Lo más triste de todo es que ante estas situaciones nadie se plantea si en el fondo no es todo un error, si la economía global y el liberalismo económico no son tan fantásticos como parece y si no valdría la pena replantearse al menos algunas cosas. No, todo se soluciona diciendo "así es como funciona el sistema" y punto. Y pobre del que se atreva a ponerlo en duda, seguro que es un seguidor del Ché, o un iluminado, o incluso un terrorista.
Eso sí, si la crisis de confianza se hace muy profunda, entonces toda la economía se resentirá, y nos veremos afectados de una manera u otra, pero tendría que ser algo muy muy gordo, mucho más que perder mil o dos mil puntos de bolsa; y en ese caso, daría igual lo que hiciéramos, porque el torbellino nos iba a arrastrar igualmente. En fin, vamos a ver qué pasa durante esta semana. Yo ya me he comprado la bolsa de palomitas.
Lo más triste de todo es que ante estas situaciones nadie se plantea si en el fondo no es todo un error, si la economía global y el liberalismo económico no son tan fantásticos como parece y si no valdría la pena replantearse al menos algunas cosas. No, todo se soluciona diciendo "así es como funciona el sistema" y punto. Y pobre del que se atreva a ponerlo en duda, seguro que es un seguidor del Ché, o un iluminado, o incluso un terrorista.
1 comentario:
No se si será inconsciencia...
pero yo no quiero saber nada del tema..
Por die!!! tantas cosas hay que podrian ser una catástrofe y qué?
Acaso podremos impedirlo si pasa?
"Si un problema tiene solución, para que preocuparse..y si no la tiene, para qué preocuparse"
Algunas veces pienso que los chinos son inteligentes..
Muy interesante tu blog..revoloteo de vez en cuando si me lo permites..
Besitos de una inconsciente
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