Interesantísima la entrevista a Chomsky que recientemente ha aparecido en la red. En ella se comenta la relación entre el control de la información que realiza el fascismo y el que realizan hoy en día las clases empresariales en nuestra sociedad, convertidas en la nueva oligarquía que pretende controlarlo todo. Comenta que los medios, dominados por esa clase empresarial y política, pretenden ofrecer una visión de la política falsa, amarillista, que sólo aborda la superficie de los problemas, sin entrar en aquellos que, de ser cuestionados por la población, podrían traerle problemas a esa clase dominante. Y pone un ejemplo claro: la sanidad en Estados Unidos, una de las grandes preocupaciones de la población, que querría una asistencia básica gratuita. Sin embargo, ninguno de los famosos políticos propone cambiarla para hacerla semejante a la de los países europeos. Pero es que ni siquiera se trata el tema, se pasa por alto para que quede oculto, a ver si así la gente se olvida de él. Desde este punto de vista, todos los candidatos son iguales, y sus diferencias consisten sólo en detalles del carácter o medidas secundarias.
Realmente, vivimos ante una farsa, ante una aparente diversidad tras la que hay el mismo fondo. ¿Qué diferencia substancial apreciamos entre Schroeder y Merkel? ¿Y entre Blair y Brown? El propio Obama, del que tanto se habla y que tanto presume de representar el cambio, ¿qué propuesta importante ha hecho para que podamos esperar de él algo muy diferente de los últimos cuatro o cinco presidentes de los Estados Unidos (si hasta de retirarse de Irak y no atarcar Irán se está desdiciendo poco a poco o va poniendo matices)? Chomsky lo explica muy bien: es más de lo mismo, pero con una cara más amable; son los mismos abusos de siempre, pero con más educación. Somos los espectadores de una película en la que nos dicen quiénes son los buenos y quiénes son los malos, pero tras esa trama se oculta una realidad bien diferente y que podría verse desde otro punto de vista, como bien ha señalado recientemente Javier Ortiz. Se acallan crímenes que podrían poner en peligro a los que dominan el cotarro, mientras se nos sirve en bandeja la cabeza de algún malvado como Saddam o Karazdic para que nos cebemos en él y nos sintamos más a gusto creyendo que vivimos en una sociedad que persigue a los criminales. Lo malo es que sólo persigue a los criminales que le interesan; a los otros, según como, hasta los ampara.
El sistema intenta desviar nuestra atención ocultándose tras varios rostros, aparentemente diferentes, pero que en el fondo vienen a ser lo mismo. Los medios españoles también forman parte de esa gran farsa. ¿Qué más nos da que las noticias nos vengan filtradas por Polanco o por Pedro J? ¿Que cambiará un poco la "idea de españa"? ¿Que uno estará, aparentemente más cerca de la Iglesia y el otro nos parecerá "más laico"? Pequeñeces. Al final, es lo mismo: un grupo de empresarios que nos dice, a través de su monopolio de los medios, qué es lo que tenemos que percibir como "la realidad". Es como esas grandes empresas químicas que sacan al mercado muchos tipos de detergente, pero da igual, todo es un simple producto, un cambio de nombre: al final, la empresa es la misma. Uno cree que hay una competencia entre marcas y en parte es así, pero resulta que las marcas pertenecen a los mismos dueños, o sea que al final, sigues comprando al monopolio.
Un ejemplo ilustrativo en la política española: En el último congreso del PSOE, Zapatero, después de la típica charla en la que se habla de lo muy socialistas que son, terminó su discurso pidiendo a sus segudores que "consumieran". Ver para creer, un partido socialista preocupado por mantener la sociedad de consumo, para que la rueda siga girando. ¿Qué indica eso? Pues que al final todo viene a ser lo mismo. Y eso por no hablar de la votación de las 65 horas semanales en Europa... Da igual que los partidos socialistas alardeen de ser muy progres o que los conservadores estén siempre hablando de que dan "un giro al centro". Ni giro ni leches, seguimos con la misma mentalidad. La verdad es que nadie ofrece alternativas reales y toda innovación en la política se reduce a cuestiones más bien idealistas o de fachada. Nombrar a una mujer ministra de defensa, inventar una asignatura alternativa a la religión... son todo operaciones de maquillaje tras la que se mantiene la misma mentalidad de siempre, y si el partido vencedor hubiera sido otro, sería igual. No hay aportaciones nuevas, y los grandes desafíos de los países siguen ocultos tras pequeñeces a las que los medios dan toda la publicidad posible para que parezcan importantes.
Imagen: http://otraexpresion.com/2008/04/17/mccain-obama-y-clinton-igualados-en-las-encuestas/sondeo-demuestra-empate-entre-mccain-clinton-y-obama/
Realmente, vivimos ante una farsa, ante una aparente diversidad tras la que hay el mismo fondo. ¿Qué diferencia substancial apreciamos entre Schroeder y Merkel? ¿Y entre Blair y Brown? El propio Obama, del que tanto se habla y que tanto presume de representar el cambio, ¿qué propuesta importante ha hecho para que podamos esperar de él algo muy diferente de los últimos cuatro o cinco presidentes de los Estados Unidos (si hasta de retirarse de Irak y no atarcar Irán se está desdiciendo poco a poco o va poniendo matices)? Chomsky lo explica muy bien: es más de lo mismo, pero con una cara más amable; son los mismos abusos de siempre, pero con más educación. Somos los espectadores de una película en la que nos dicen quiénes son los buenos y quiénes son los malos, pero tras esa trama se oculta una realidad bien diferente y que podría verse desde otro punto de vista, como bien ha señalado recientemente Javier Ortiz. Se acallan crímenes que podrían poner en peligro a los que dominan el cotarro, mientras se nos sirve en bandeja la cabeza de algún malvado como Saddam o Karazdic para que nos cebemos en él y nos sintamos más a gusto creyendo que vivimos en una sociedad que persigue a los criminales. Lo malo es que sólo persigue a los criminales que le interesan; a los otros, según como, hasta los ampara.
El sistema intenta desviar nuestra atención ocultándose tras varios rostros, aparentemente diferentes, pero que en el fondo vienen a ser lo mismo. Los medios españoles también forman parte de esa gran farsa. ¿Qué más nos da que las noticias nos vengan filtradas por Polanco o por Pedro J? ¿Que cambiará un poco la "idea de españa"? ¿Que uno estará, aparentemente más cerca de la Iglesia y el otro nos parecerá "más laico"? Pequeñeces. Al final, es lo mismo: un grupo de empresarios que nos dice, a través de su monopolio de los medios, qué es lo que tenemos que percibir como "la realidad". Es como esas grandes empresas químicas que sacan al mercado muchos tipos de detergente, pero da igual, todo es un simple producto, un cambio de nombre: al final, la empresa es la misma. Uno cree que hay una competencia entre marcas y en parte es así, pero resulta que las marcas pertenecen a los mismos dueños, o sea que al final, sigues comprando al monopolio.
Un ejemplo ilustrativo en la política española: En el último congreso del PSOE, Zapatero, después de la típica charla en la que se habla de lo muy socialistas que son, terminó su discurso pidiendo a sus segudores que "consumieran". Ver para creer, un partido socialista preocupado por mantener la sociedad de consumo, para que la rueda siga girando. ¿Qué indica eso? Pues que al final todo viene a ser lo mismo. Y eso por no hablar de la votación de las 65 horas semanales en Europa... Da igual que los partidos socialistas alardeen de ser muy progres o que los conservadores estén siempre hablando de que dan "un giro al centro". Ni giro ni leches, seguimos con la misma mentalidad. La verdad es que nadie ofrece alternativas reales y toda innovación en la política se reduce a cuestiones más bien idealistas o de fachada. Nombrar a una mujer ministra de defensa, inventar una asignatura alternativa a la religión... son todo operaciones de maquillaje tras la que se mantiene la misma mentalidad de siempre, y si el partido vencedor hubiera sido otro, sería igual. No hay aportaciones nuevas, y los grandes desafíos de los países siguen ocultos tras pequeñeces a las que los medios dan toda la publicidad posible para que parezcan importantes.
Imagen: http://otraexpresion.com/2008/04/17/mccain-obama-y-clinton-igualados-en-las-encuestas/sondeo-demuestra-empate-entre-mccain-clinton-y-obama/
5 comentarios:
Me gusta más este nuevo look del blog que el anterior ... Únicamente criticar que el "color" del texto es un poco flojo ... con un poco mas de intensidad el texto se leería con menos dificultad.
Me gustaría sentarme contigo, con cerveza en medio y discutir en profundidad este tema. Contigo y con quien esté realmente interesado en ver más allá de lo que nos muestran los periódicos, las televisiones, las radios, las agencias de noticias en fin.
Hoy veía en TV un resumen de la semana, donde destacaban el impresionante éxito de Obama en Berlín, recordando (ay que prensa más fácil y vacua, joder) el Ich bin ein Berliner de John Kennedy y comparando a ambos personajes.
No está mal la comparación, no. A fin de cuentas, ¿qué fue Kennedy? Bien, el primer Presidente católico de USA (lo que no le impidió cepillarse a Marilyn Monroe y a otras cuantas), ciertamente agarró bien el timón durante la crisis de los misles de Cuba, y poca cosa más. ¿Fue un referente? Quizá por el mito, no por los hechos. Ahora nos vienen con lo de Obama. Que no deja de ser un senador, con un curriculum parecido o calcado al de cualquier otro senador. Que no ha hecho una sola propuesta realmente innovadora, que si gana dará más de lo mismo. Pero eso sí, la prensa tendrá tema, paginas que llenar con el nuevo mito americano, el primer Presidente negro.
¡Tonterías! Y como bien dices, dónde está la diferencia entre un partido socialdemócrata y uno demócratacristiano, que a fin de cuentas es lo único que puede gobernar en Europa hoy en día? Nada, absolutamente nada. Tres tonterías de cara a la galería, pero lo que son decisiones de calado, de cambio de verdad, ni una.
Tema apasionante donde los haya, y apasionante ver que sigue habiendo quien no se cree lo que le cuentan los medios oficiales. Un saludo.
Por cierto, el nuevo look bien. Pero el comentario parece que va al post anterior o posterior,no se. Míratelo.
Cuando quieras echamos la cerveza, aunque esto da para muchas... Realmente es EL TEMA, puesto que no creo que haya problema más grave en nuestros días que este. Vamos todos hacia una sociedad neo-feudal y encima seguimos engañados con la apariencia de democracia.
Y sí, no me gusta que los comentarios queden en la parte de arriba, pero claro, es una plantilla ya hecha y descubrir dónde se toca eso no es fácil. A ver si al menos encuentro un sitio para ampliar el espacio entre artículo y artículo, para que quede más claro.
Pienso que es importante tener cambios reales, pero en una manera controlada. Si no, puedes criar una clima de no confianza (y eventualmente odio) entre los clases o regiones, y cada vez que cambia el gobierno es tan dramatico que nadie puede puede planear por el largo plazo.
Pienso que los candidatos son muy similares, pero es porque la población en general tiene mas en comun que no. Un candidato que representa cambio "real y fuerte" nunca sobreviviría el proceso primaria de los partidos. Tenemos mas partidos que los Democráticas y Republicanos, pero la gente nunca votan por ellos.
Quiero que los cosas cambian en mi pais, pero somos desmaciados "cómodos" para cambiar.
(perdon por mis errores gramáticas Monsieur, Castellano es mi 2nda idioma)
Acabo de llegar a tu blog por casualidad y me he encontrado esta entrada. Escribir un 'totalmente de acuerdo' creo que sería quedarme corto, pero creo que es difícil sintetizar de forma más clarita lo que pienso sobre el tema.
Un saludo.
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