martes, 8 de julio de 2008

Los posos del carácter

Quienes hayan comprado alguna vez una garrafa de buen aceite, natural, recién salido del molino, habrán advertido que en ella hay unos posos de impurezas, que quedan depositados en el fondo, por lo cual hay que escanciar el aceite con cuidado e incluso filtrarlo cuando ya queda muy poco. Es normal: se trata de un producto natural, y esos posos son en cierta manera una garantía de que lo que estamos consumiendo no es un aceite excesivamente tratado y filtrado, sino zumo de oliva, tal cual. ¿Nos preocupamos? No, simplemente deshechamos los posos, y disfrutamos del resto.

Con el carácter de las personas suele ocurrir algo parecido. No conozco a nadie, por muy perfecto que sea, al que no se le puedan achacar al menos una o dos manías, defectos o vicios de su carácter. Es natural: somos humanos, y lo extraño sería que no apareciesen esos detalles desagradables. Además, las personas a menudo arrastramos algún que otro trauma personal, alguna que otra desgracia que nos persigue y nos provoca malestar ante según qué personas o en según qué circunstancias.

Pero esos detalles desagradables no hacen que uno sea indigno ni que debamos apartarnos de él; muchas veces son sólo los posos naturales del mejor aceite. Basar nuestro aprecio o desprecio por alguien en esos detalles es una estupidez; debemos mirar al conjunto de la persona y ver si vale le pena o no. Unos posos no hacen que toda la garrafa sea mala.

Imagen: http://www.oleoguta.com/fabricacion.htm

2 comentarios:

Aguijón dijo...

Me ha gustado tu post de hoy.
Esos posos mi padre los llama "madre" y también se dan en el vino, materia viva también.
un abrazo,

Thimbler dijo...

Bueno, no conoces a nadie excepto a mi, no? Ah bueno, ya creía, yo soy IMPOLUTA!!