Uno de los sueños que la Humanidad ha tenido siempre es el de colonizar otros mundos; pero este sueño ha chocado siempre con una dura realidad: las extremas condiciones que se dan en los planetas conocidos, que hacen imposible la supervivencia de seres humanos. Ante esta situación, surge inmediatamente la idea de transformarlos para hacerlos habitables. Es lo que se ha dado en llamar terraformación.
Lógicamente, la terraformación plantea grandes desafíos, que en unos casos son más asumibles que en otros. Resulta inviable plantearse por ejemplo la terraformación de Júpiter. Igualmente es inútil pensar en los numerosos satélites que pueblan nuestro Sistema Solar, más parecidos a rocas que a planetas, sin atmósfera la mayoría de ellos y sin ninguna posibilidad de adquirirla. Los dos grandes (y prácticamente únicos) candidatos son en realidad Venus y Marte.
Terraformar Venus es uno de los grandes sueños, porque es un planeta muy semejante a la Tierra. Tamaño casi idéntico, distancia al Sol muy similar... Yo de pequeño solía elucubrar mucho sobre esa posibilidad. Pero se plantean dos grandes inconvenientes. El primero son las condiciones extremas provocadas por su densa atmósfera, que es como un gran invernadero de dióxido de carbono y ácido sulfúrico que mantiene el planeta a más de 500ºC. El segundo es que su rotación es tan lenta que los días son larguísimos (116 dias terrestres), y además, esto hace que carezca de un cinturón magnético como el de la Tierra, que nos protege de la radiación solar.
Se sabe, por ejemplo, que lanzando grandes masas de hidrógeno sobre Venus, se podría crear un planeta rico en agua y carbón, aplicando la reacción de Bosch. Este hidrógeno se puede obtener de las atmósferas de Urano o Neptuno, por ejemplo, pero la cantidad a transportar es tan enorme y la distancia tan grande que parece una tarea inviable. También se ha planteado crear un escudo que tape el Sol y mantenga el planeta en la oscuridad, permitiendo así que se enfriase, pero sería necesario construir un disco colosal (con un diámetro varias veces superior al del propio Venus), lo cual casi parece más difícil que trasladar el hidrógeno desde los gigantes gaseosos. Se han llegado aplantear proyectos tan bizarros como modificar la órbita de un asteroide gigante para que lo golpee, y hacer "saltar" literalmente la atmósfera, aunque se ha visto que esto no sería posible debido a la gravedad del planeta, que volvería a atraparla a ella y a los materiales liberados del choque. Finalmente, aunque se consiguiera enfriar Venus y hacer saludable su atmósfera, la intensa radiación solar, al no estar bloqueada por un campo magnético, haría muy difícil sobrevivir en él.
Sobre Marte existen dudas parecidas. Tampoco tiene un campo magnético apreciable, por lo que la radiación solar sigue siendo extremadamente dañina para la vida. En este caso también sería necesario modificar la atmósfera pero al revés: hacerla más densa, incluso favoreciendo el efecto invernadero, para calentar algo este frío planeta.
Pese a ello, la Humanidad no se desanima, y existen colectivos que se plantean seriamente estos proyectos. Quién sabe si algún día alguien lo conseguirá.
Imagen: Representacion artística de un Marte terraformado (wikipedia).
Lógicamente, la terraformación plantea grandes desafíos, que en unos casos son más asumibles que en otros. Resulta inviable plantearse por ejemplo la terraformación de Júpiter. Igualmente es inútil pensar en los numerosos satélites que pueblan nuestro Sistema Solar, más parecidos a rocas que a planetas, sin atmósfera la mayoría de ellos y sin ninguna posibilidad de adquirirla. Los dos grandes (y prácticamente únicos) candidatos son en realidad Venus y Marte.
Terraformar Venus es uno de los grandes sueños, porque es un planeta muy semejante a la Tierra. Tamaño casi idéntico, distancia al Sol muy similar... Yo de pequeño solía elucubrar mucho sobre esa posibilidad. Pero se plantean dos grandes inconvenientes. El primero son las condiciones extremas provocadas por su densa atmósfera, que es como un gran invernadero de dióxido de carbono y ácido sulfúrico que mantiene el planeta a más de 500ºC. El segundo es que su rotación es tan lenta que los días son larguísimos (116 dias terrestres), y además, esto hace que carezca de un cinturón magnético como el de la Tierra, que nos protege de la radiación solar.
Se sabe, por ejemplo, que lanzando grandes masas de hidrógeno sobre Venus, se podría crear un planeta rico en agua y carbón, aplicando la reacción de Bosch. Este hidrógeno se puede obtener de las atmósferas de Urano o Neptuno, por ejemplo, pero la cantidad a transportar es tan enorme y la distancia tan grande que parece una tarea inviable. También se ha planteado crear un escudo que tape el Sol y mantenga el planeta en la oscuridad, permitiendo así que se enfriase, pero sería necesario construir un disco colosal (con un diámetro varias veces superior al del propio Venus), lo cual casi parece más difícil que trasladar el hidrógeno desde los gigantes gaseosos. Se han llegado aplantear proyectos tan bizarros como modificar la órbita de un asteroide gigante para que lo golpee, y hacer "saltar" literalmente la atmósfera, aunque se ha visto que esto no sería posible debido a la gravedad del planeta, que volvería a atraparla a ella y a los materiales liberados del choque. Finalmente, aunque se consiguiera enfriar Venus y hacer saludable su atmósfera, la intensa radiación solar, al no estar bloqueada por un campo magnético, haría muy difícil sobrevivir en él.
Sobre Marte existen dudas parecidas. Tampoco tiene un campo magnético apreciable, por lo que la radiación solar sigue siendo extremadamente dañina para la vida. En este caso también sería necesario modificar la atmósfera pero al revés: hacerla más densa, incluso favoreciendo el efecto invernadero, para calentar algo este frío planeta.
Pese a ello, la Humanidad no se desanima, y existen colectivos que se plantean seriamente estos proyectos. Quién sabe si algún día alguien lo conseguirá.
Imagen: Representacion artística de un Marte terraformado (wikipedia).
1 comentario:
No lo dudes, llegará el momento en que se hará. ¿Imaginas a un hombre del siglo XVIII pensando en que seríamos capaces de alcanzar la luna o poner satélites en órbita? Vamos muy deprisa, y el hombre ha demostrado una enorme capacidad de expansión y colonización. Sin duda, la Luna, y Marte o Venus son los siguientes objetivos, cuestión de un poquito más de tiempo y un saltito adelante en tecnología. Apuesto por Marte antes que Venus.
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